30 de mayo: Nicaragua está de luto, ¡la lucha sigue!
Oscar René Vargas
Gases lacrimógenos, toletes, escudos, persecuciones, golpes, amenazas, vejaciones, ultrajes, disparos, asesinatos. Todo en un instante. Todo, un significado lacerante. Los recuerdos de los sucesos ocurridos el 30 de mayo de 2018 golpean la mente. Las escenas de aquel no tan lejano día se repitieron luego en muchos lugares; en Masaya, en Jinotepe y en otras ciudades, y en el campo.
Los recuerdos de esos trágicos hechos golpean la mente.
Los asesinatos, desapariciones forzadas, las torturas a los presos políticos siguen tan presentes, que un dejo de impotencia, frustración, molestia e indignación surge cuando las imágenes llegan a raudales a través de las redes: policías pateando a mujeres y hombres mientras estos se hincan en el suelo. La vileza aparece vestida de gala cuando una mujer policía asesina a un joven de rodilla en Masaya. La violence contra los tranques se recrudece.
Si los poderes fácticos económicos y políticos apuestan al olvido y a la opacidad, nosotros seguiremos apostando a la verdad y a la memoria.
¿Qué gobierno golpea y encarcela en prisión a sus estudiantes por el simple hecho de exigir democracia y el cese de la represión? ¿Por qué el lujo de violencia en las detenciones cuando la autoridad tiene como obligación suprema salvaguardar la vida de los ciudadanos?
Y luego, el enjuiciamiento jurídico, mediático y social que demuestra que el régimen no entiende que la lucha estudiantil, lucha ciudadana, forma parte de un movimiento cuyas demandas se fundamentan en las formas de vida que es su vida, y no la de aquellos que juzgan desde una comodidad que ignora la vida de los demás, y pasa por alto el Derecho.
Pensar, actuar y valorar… ¿son estos motivos suficientes para desaparecer, agredir, asesinar, o enjuiciar a los ciudadanos que protestan pacíficamente? La sombra de la masacre del 30 de mayo ronda El Carmen. Los ciudadanos siguen demandando el respeto de sus derechos humanos, sin excepciones, y sin excusas.
Mientras tanto, el régimen Ortega-Murillo no tiene más estrategia, frente a las denuncias de violación de los derechos humanos, que dejar pasar el tiempo y apostar al desgaste de los reclamos de justicia. Apuestan, claramente, al olvido social. Tanto el gran capital como el régimen quisieran que sus ciudadanos asesinados y los presos políticos pasaran al olvido. ¿Se entiende por qué?
Tres años después, la represión continúa, no termina, no disminuye; sigue como si fuera aquel fatídico mayo de 2018.
Las demandas ciudadanas siguen siendo ignoradas.
Nicaragua está de luto.
¡La lucha sigue!