#8MCHILE: ¡MUJERES IMPARABLES! y muy creativas….
Manuel Fabien Aliana
…el 8M visto por un hombre “infiltrado” en la marcha de mujeres.
Santiago de Chile.
Para uno que viene de Nicaragua y está acostumbrado a la represión, a las encerronas policiales y a la violencia por parte de fanáticos, presenciar la marcha de mujeres de este domingo 8 de marzo fue una experiencia descomunal, surrealista y esperanzadora. No nos engañemos, la violencia de Estado y la represión policial también existe en Chile. Y hubo, en varios puntos, represión ese día. Pero lo que se vio el 8 de marzo en Santiago de Chile fue sobretodo el orgullo femenino, la lucha, la creatividad, y calles tras calles tomadas por una infinidad de mujeres aguerridas. Se estima, aunque aún no hay cifras oficiales, que hubo más de un millón de mujeres en las calles de la capital chilena. ¡¡Más de un millón!! ¡Y eso, solo en las calles de Santiago!
Tengo que reconocer que mi presencia el día de la marcha no era particularmente bienvenida. La de ningún hombre, la verdad. También el gobierno manejó con cautela el asunto, asignando a mujeres carabineras (policía militar chilena) [1] la tarea de resguardar los alrededores de la Plaza de la Dignidad (centro neurálgico de la lucha social en la capital). Varios colectivos y organizaciones feministas agrupados en la “Coordinadora 8M” habían resaltado la importancia de que las mujeres estuvieran al frente de la marcha. Si los hombres no querían hacerse a un lado, al menos tenían que ir atrás, decían. El 8M era el día de ellas.
A pesar de eso, no sentí ninguna aversión ni agresividad en contra mía. Al contrario, a veces me miraban y decían “¡Oh, un hombre! Mira amiga, ¡un hombre!”. Y luego se reían. Pero lo que más nos corearon a los escasos irreverentes que andábamos por ahí era: “los pololos para la casa” [2]. No vi, en toda la marcha, a ningún hombre ser insultado por estar marchando.
MUY BREVE CRÓNICA DE UNA JORNADA INTENSA
Llegué temprano a la Plaza de la Dignidad porque había quedado en acompañar y filmar a un grupo de arquitectas que le querían rendir un homenaje a Ida Veda Almarza, una arquitecta chilena detenida y desaparecida por la dictadura de Pinochet el 9/11/1974.
El homenaje era a unos metros de la plaza sobre la Alameda, frente al Colegio de Arquitectos. Pude observar que muchas mujeres ya iban llegando a la Plaza: era momento de encuentros entre amigas, momento de fotos y de creación de escenografías.
Las únicas que no parecían estar felices de estar ahí eran las carabineras. Pero hasta en los momentos de provocación más intensa, o sea, cuando las manifestantes desfilaban frente a las carabineras y les gritaban en la cara “¡PUTA, MARACA, PERO NUNCA PACA!”, en muchos de sus rostros percibí una sonrisa. Era como júbilo reprimido.
Ya a las once de la mañana, la plaza y la Alameda se inundaron de gente. Entre las 12:30 y la 1:30, que fue prácticamente el tiempo que me demoré en recorrer medio kilómetro, por la cantidad de mujeres manifestando (aunque no había apuro), los cánticos que más se oían era los siguientes:
“¡NO ES NO, ¿QUÉ PARTE NO ENTENDISTE, LA N O LA O?!” (con respecto la exigencia de consentimiento en las relaciones sexuales)
“¡QUE MUERA PIÑERA, NO MI COMPAÑERA!” (en referencia a los feminicidios impunes)
“¡Y CÓMO, Y CÓMO, Y CÓMO ES LA WEA, NOS MATAN Y NOS VIOLAN Y NADIE HACE NADA!”
Y obviamente se escucharon la clásica de Las Tesis, “El violador en tu camino”, y otra igual de conocida de 31 Minutos: “Mi muñeca me habló”, pero esta vez en versión feminista: “Mi muñeca me habló, me dijo lucha…”.
Personalmente, lo que más me conmovió fueron las nuevas coreografías de los colectivos culturales: este 8M también fue un festival de baile y de danzas feministas, todas emotivas, y algunas por momentos desgarradoras. Logré captar en video dos presentaciones de colectivos artísticos, una durante el ensayo y la otra en representación; ambas con alto valor artístico y mensajes de lucha.
Otra reivindicación cultural que se manifestó bastante en la marcha y que era impensable en Chile hace diez años fue el derecho a protestar con el pecho descubierto. Esa postura no goza de consenso dentro de las agrupaciones feministas, pero las mujeres que la adoptan afirman defender el derecho a disponer de sus cuerpos. Para ellas, protestar con senos descubiertos es no solo en una forma de ocupar de manera provocativa el espacio público, sino también de manifestar el empoderamiento sobre su cuerpo. Las que decidieron protestar de esta manera lo hicieron por voluntad individual, no por decisión de organizaciones ni colectivos, ni por edades y menos aún por clase social. La que quería lo hacía y todas las demás respetaban su decisión.
EL LINCHAMIENTO
Ya cansado de que me corearan lo de “los pololos pa’ la casa” decidí salirme de la gran marcha en la Alameda (avenida principal) y entrar al barrio Lastarria [3], en donde desfilaban también mujeres pero había mucho más espacio para circular. Fue ahí que presencié lo más impactante del día. Frente a una librería, un grupo de mujeres gritaban acusadoras en contra de alguien que estaba ahí dentro. “¡VIOLADOR!”, “¡ABUSADOR!”, entonaban fuertes y agresivas. Como la librería estaba al lado de un pequeño café con terraza, pedí un americano y me instalé en la terraza para ver qué pasaba. Quince minutos estuvieron las mujeres gritando y tratando de abrir la puerta de esa librería, hasta que de repente salió disparado un hombre blanco, de unos cincuenta años, de estatura mediana, corpulento y vestido con una musculosa. En su cara se veía la desesperación, y todo su cuerpo brillaba de tanta transpiración. Tratando de correr cayó al piso varias veces por los golpes y tropezones. Lo que le hicieron fue el callejón de la muerte, que es como cuando todos te golpean por tu paso y tenés que correr lo más rápido que podás. Yo pregunté si se trataba del dueño de la librería y me dijeron que no, que el hombre vendía artesanías en un puesto frente a la librería y se refugió en su interior cuando lo reconoció una mujer que dijo haber sido abusada por él. Mientras hablaba con la mujer, el hombre había atravesado la calle entre golpes para refugiarse en la licorería de la esquina. Ahí se volvieron a reagrupar las protestantes enfurecidas. Yo aproveché para tomar unos videos en los que las mujeres aparecen coreando “A LA LICUADORA, LA TULA VIOLADORA”, todas rodeando la entrada de la tienda.
Yo no vi como salió el hombre de la librería pero lo seguro es que de la licorería lo echaron y se lo entregaron a las mujeres enfurecidas. El personaje trató de nuevo de cruzar corriendo la calle inundada de mujeres (no sé hacia dónde) pero esta vez no pudo. Casi dio la impresión de que rebotó entre la gente porque, no sé cómo, fue de nuevo a parar a la licorería donde no lo dejaron entrar por segunda vez. Muy rápidamente llegó una brigada de salud mixta que hizo un cerco alrededor del hombre herido para protegerlo de nuevas agresiones. El hombre salió lastimado pero no de gravedad. Ahí dejé de prestar atención.
Mi opinión: lamentablemente, el acoso y la violencia en contra de las mujeres, así como la impunidad reinante, podrían llevar a que este tipo de escenas fueran cada vez más frecuentes. Como periodista es mi deber condenar todo tipo de violencia, sea quien sea la víctima. No conozco la historia detrás del supuesto acosador a quien trataron de linchar, pero se me ocurre que si la justicia hiciera su trabajo y las instituciones orientaran más su labor hacia prevención y educación, no se darían episodios como el intento de linchamiento que he descrito. El problema de hoy es que las mujeres se sienten desprotegidas, violentadas, abusadas y como dice la canción: “ven al Estado represor” como a “un macho violador”. Por la violencia injusta ejercida en contra de ellas mucha estallan por esa rabia contenida al toparse con alguien acusado de abuso y/o violación. Pero no podemos resumir la marcha a este infortunado evento. Debemos profundizar nuestra reflexión sobre los estallidos sociales y no quedarnos mirando la superficie. Por eso, es necesario prestar atención al pensamiento político que desarrollan los colectivos y las organizaciones feministas. Esos grupos están actualmente intentando repensar el concepto de Estado porque quieren reformularlo y reformar su estructura y su sentido. Están haciendo lo que todos deberíamos estar haciendo: redefinir el rol del Estado, sus bases, sus principios y su relación con la ciudadanía.
En Chile, el futuro le pertenece a los que luchan. Luchar es estar en las calles pero también es actuar y pensar en colectivo: pensar soluciones y reconfiguraciones sociales y políticas, pensar y reformular conceptos. Pensarlo todo para decidir qué hay que cambiar y qué hay que conservar. En Chile, las mujeres feministas están haciendo ese trabajo. Ellas tuvieron su marcha y se la merecían por todo el trabajo de reflexión y concientización que han estado haciendo desde hace años. Ayer, 9 de marzo, la huelga feminista le demostró a varios gobiernos y a millones de ciudadanos de América latina la importancia de las mujeres en las economías nacionales. Pero de eso no voy a hablar, ya lo están contando ellas…
[1] En el argot chileno les dicen “paca (mujer) -paco (hombre) o simplemente los “pacos”. Ahora por influencia de la lucha feminista argentina se les empieza a llamar “Yuta”. Y a los antimotines les dicen los tortugas ninjas.
[2] Corresponde a “los novios para la casa”. Pololo es una palabra que viene del mapudungun (idioma mapuche)
[3] El barrio Lastarria es conocido por sus centros culturales, sus hoteles, sus actividades y ferias culturales, los restaurantes exóticos que ahí hay, y su arquitectura europea del siglo XIX. Esta dentro del triangulo que forman la Plaza de la Dignidad, el cerro Santa Lucia y el museo de Bellas Artes.