A los gobiernos y pueblos de América en ocasión de la Cumbre de las Américas de 2022
Reafirmamos nuestra determinación por instaurar en Nicaragua una República auténticamente democrática, articulada en un Estado de Derecho que preserve, por encima de ambiciones individuales, los Derechos Humanos.
Reafirmamos nuestra convicción de que, para instaurar nuestra República democrática, debemos ser nosotros, el pueblo nicaragüense, los protagonistas de la lucha contra la tiranía Ortega-Murillo. Solo a través de la movilización del pueblo democrático podrá erradicarse el actual régimen, y solo así podremos avanzar hacia una transición democrática.
Reafirmamos nuestra convicción de que no puede avanzarse hacia la democracia a menos que se derroque la dictadura encabezada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, cuyo poder está asentado sobre un modelo que no tiene posibilidad ni capacidad de evolucionar. La lógica del modelo, lo demuestran los hechos, y lo demuestra la lógica, puede resumirse en la frase “el poder o la muerte”, de la cual, por supuesto, se deriva la consigna genocida que anunciaron contra el pueblo nicaragüense cuando este reclamó, desde abril del 2018, la libertad de manera cívica y pacífica, y recibió por respuesta: “vamos con todo (contra ustedes)”.
Reafirmamos, por tanto, nuestra convicción, que creemos demostrada por los hechos, de que no es posible iniciar una transición hacia la democracia aplicando una estrategia que persiga obtener, de la dictadura, la concesión de elecciones libres. Tal estrategia es imposible ante un régimen incapaz de evolucionar, que no puede renunciar al poder real, que no puede dejar de ser tiránico, porque sería su fin, y sería el inicio de un proceso de rendición de cuentas ante la justicia que no pueden aceptar, dada la gravedad de sus crímenes.
Reafirmamos nuestra convicción de que no habrá paz sostenible en Nicaragua mientras no haya democracia y respeto a los derechos humanos. Solo podrá haber democracia y respeto a los derechos humanos cuando el pueblo de Nicaragua derroque a la dictadura y se inicie un proceso de fundación democrática, que incluya una Asamblea Constituyente electa democráticamente, la cual prepare un proyecto de Constitución democrática que se presente a la ciudadanía en referéndum, para ser aprobada o enviada de regreso a reformarse. Aprobada una nueva Constitución, con estricta descentralización del poder y separación legal de poderes, habrá de elegirse nuevas autoridades nacionales y locales.
Reafirmamos nuestra convicción de que sin paz sostenible en Nicaragua la región centroamericana está amenazada por las reverberaciones del caos, de la migración masiva y el colapso de la seguridad ante el narcotráfico y otros crímenes internacionales en los cuales la historia muestra, además, que el régimen del FSLN se ha involucrado.
Reafirmamos nuestra convicción de que los pueblos y gobiernos democráticos deben unirse para preservar la libertad, promover la democracia, y combatir la impunidad, y que las instituciones que representan a los pueblos deben guiarse por estos principios. Por tanto, consideramos que dichas instituciones, al igual que los gobiernos democráticamente electos, deben condenar y aislar a todos aquellos regímenes cuya permanencia en el poder se base en arrancar a los pueblos derechos que son inalienables, despojar al verdadero soberano, el pueblo, y usurpar la representación de sus naciones. Es derecho de los pueblos el ser representados en organizaciones multinacionales por funcionarios de gobiernos legítimos y democráticamente electos, y no por usurpadores autocráticos e ilegítimos del poder del Estado, como los que oprimen a Nicaragua, a Venezuela, y a Cuba. El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en particular, por ser el Estado de Nicaragua miembro de la Organización de Estados Americanos, y por ser ilegítimo de origen, según se deduce de la declaración de ilegitimidad que hizo la propia OEA del proceso electoral que culminó el 7 de noviembre del 2021, debe ser sometido a las medidas de castigo contempladas en los tratados de la organización.
Reafirmamos nuestra convicción de que los pueblos y gobiernos democráticos deben rechazar todo intento de élites corruptas, civiles o militares, de usurpar el poder del Estado, que pertenece al pueblo soberano. En el caso de Nicaragua, llamamos a los pueblos y gobiernos democráticos a denunciar, contrarrestar y sancionar a una minoría de oligarcas que son, como en el conocido caso de la dictadura de Putin en Rusia, pilares fundamentales y beneficiarios injustos del Estado que aplica terror cotidiano contra la población. Los nicaragüenses democráticos, estudiantes, campesinos, trabajadores manuales, profesionales, y la inmensa mayoría de empresarios del país, estamos claros de esta realidad: una minoría oligárquica, que llamamos Gran Capital, que no es representativa de los intereses del país, que se opone a la libre empresa y recibe enormes beneficios económicos del Estado, se alza en contra de las esperanzas de libertad política, libertad económica, y progreso material, social y moral de nuestro país. Para construir una Nicaragua libre, con libertad política, libertad de emprendimiento, libertad de comercio y oportunidades para todos, es preciso un régimen en el cual existan derechos para todos (incluidos los de quienes, desde el Gran Capital, se oponen a la democracia) y privilegios para nadie. Todos los ciudadanos, desde el poblador más pobre hasta el empresario más rico, tienen derechos que un Estado de Derecho hará respetar. Nadie, ni el propietario más acaudalado, tiene privilegios que un Estado de Derecho pueda tolerar.
Reafirmamos nuestra convicción de que la Nicaragua libre y democrática por la que luchamos tendrá relaciones constructivas, de amistad, y de promoción de la estabilidad democrática en todo el continente americano.
Reafirmamos nuestro compromiso con la democracia, y con la lucha de todos los ciudadanos del mundo por ella, para que los Derechos Humanos sean la más alta bandera y la vara con que se mida la conducta de todos los gobiernos y programas políticos.
Consejo Nacional por la Transición del Congreso de Unidad de los Nicaragüenses Libres