A luchar contra Ortega para impedir la masacre
El régimen de Ortega es un estado fallido que prepara cuidadosamente una nueva masacre.
Los que dirigen la guerra contra su propio pueblo en Nicaragua, están llegando a un punto sin retorno. La represión asfixia la más mínima Libertad. El pueblo pobre, la juventud sin educación, sin trabajo y sin futuro es cada vez mayoritaria, y se localiza en los nuevos cordones de miseria que rodean las ciudades.
Existe un plan diseñado desde los años 80, en el marco de la guerra fría. En los barrios han promovido una intensa vigilancia que asfixia, y las delaciones son recompensadas. Tales recompensas caen en sectores con muchas necesidades en medio de la más grande pobreza del país más pobre del hemisferio occidental junto a Haití. Es un plan estalinista aplicado en Cuba y otros países europeos detrás de la llamada cortina de hierro.
Durante meses y años se sabe que los agentes de seguridad filman las homilías de los curas durante la misa, que transmiten a sus jefes para luego ser interpretadas por los jefes en el Carmen. Ellos juzgan el contenido de las homilías a su antojo. Pero no se piense que hay ahí una lucha ideológica. El Carmen no tiene ideología.
En las fotografías con que ilustran los jefes policiales con rango de comisionados los artículos que reportan la represión al pueblo en Iglesias católicas, siempre están presentes sujetos camuflados como parroquianos en devoción. Dentro de las procesiones en las calles y dentro de las Iglesias, se mezclan decenas de paramilitares infiltrados como devotos. Igual hacen con policías vestidos como civiles. Los acarrean desde Managua.
En una fotografía de Daniel Ortega apreciando muchachas que se movían al ritmo de la banda de guerra uno de los guardaespaldas de Ortega da la impresión de ser un viejo sicario, como los que hubo en León en el pasado.
Todo eso la gente lo sabe, el lumpen proletariado que crece en los cordones de miseria en los crecientes barrios pobres tiene contacto a diario con las patrullas policiales y saben de los agentes encubiertos. Los conocen en el barrio. Todos saben en el barrio quien es quien.
Hoy existe una relación mafiosa entre policías y delincuentes. Las autoridades policiales y de seguridad los dejan consumir y vender drogas y los “usan” para sus fechorías como sicarios.
Dividen el territorio en mapas, y asignan un destacamento por cada sector al mando de uno o varios oficiales de la Inteligencia Policial y la Dirección de Información para la Defensa (Seguridad del Estado).
Cada redada planeada cuenta un campo de concentración en el sector.
Tienen a mano listas preparadas para realizar lo que en los años 80 se conocía como P.T.G. (Plan Tiempo de Guerra). Las listas contienen nombres y direcciones domiciliares de los ciudadanos clasificados como Peligrosos y Muy Peligrosos.
Ortega prepara una nueva matanza masiva, con las características de la crueldad comparable con la época anterior a la civilización, como en la barbarie, como canibalismo. Todo muy bien planificado.
Pero con esa base social lumpen las cosas cambian rápido. En una nueva explosión social, de ahí van a salir los mismos que van a despellejar a los policías y agentes de seguridad. No existe en este análisis ni una pizca de conspiración, como se imaginan con horror en El Carmen.
El liderazgo necesario para derrotar a la barbarie
Es forzoso reconocer que en Nicaragua se sufre de ausencia de liderazgo nacional para encausar la energía del descontento fuera del camino hacia el caos planificado desde el poder en El Carmen. Una tarea sumamente difícil en el marco de tal plan destructivo es la organización de base para enfrentar organizados a las fuerzas orteguistas. La organización del pueblo, de manera independiente, es lo más saludable para enfrentar la catástrofe que se avecina.
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.