¿A quiénes son leales los políticos nicas? [reflexiones motivadas por el caso de Valeska Alemán]
Daisy Zamora
Escritora y poeta, nicaragüense, de las más importantes en nuestra literatura contemporánea. Fue viceministra de Cultura de Nicaragua. Su libro más reciente es El encuentro absoluto que obtuvo el XXIII Premio Casa de América de Poesía Americana (2023) y ha sido publicado en España por Visor, siendo esta la primera vez que lo gana una nicaragüense. Es editora de varias antologías, entre ellas, la primera antología de mujeres poetas nicaragüenses publicada en su país y en Latinoamérica, y la primera antología de talleres de poesía en español publicada en los Estados Unidos. Fue combatiente del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) durante la guerra de liberación. Es conocida por su lucha en defensa de los derechos de la mujer.
El caso de Valeska Alemán es una muestra del desamparo absoluto en que están y han quedado los y las jóvenes y el resto de ciudadanos nicaragüenses que se rebelaron y se enfrentaron valerosamente a la dictadura, y han sufrido cárcel, persecución y exilio.
Sobre los asesinados y desaparecidos, y sobre los presos, los perseguidos y los exiliados, es que sus supuestos representantes han estado “dialogando”, “negociando”, y, en fin, maniobrando con la dictadura, pero sin mostrar un compromiso a fondo con el pueblo o la ciudadanía que dicen representar. En la realidad no han demostrado tener suficiente conciencia de ese compromiso necesario y efectivo con “el pueblo llano” que es el que puso los muertos, los desaparecidos, los encarcelados y los exiliados. La aparente falta de conciencia de lo que significa el compromiso que tienen con el pueblo llega hasta el punto de que, alguien —que recientemente ha renunciado a la Alianza Cívica— ha dicho públicamente que, cuando aceptó su nombramiento (en la A.C) lo hizo porque le cae bien el Dr. Carlos Tünnermann o le tiene cariño o algo así. Es decir, ¿no hay conciencia de que, el cargo (cualquiera que sea) que se asume en la Alianza Cívica es en nombre de todo el pueblo porque esa agrupación tiene más voz que las propias víctimas, sino que lo acepta porque el Dr. Tünnermann es su amigo? Y luego, después ¿renuncia, porque, en realidad asumió el cargo por cariño al Dr. Tünnermann, pero lo de representar a su pueblo, víctima de crímenes de lesa humanidad, le quita tiempo y no es lo suyo? Estas revelaciones son preocupantes. ¿Será que todas esas personas que actúan en representación de las víctimas de la dictadura, lo están haciendo con la conciencia del compromiso ineludible que tienen con los asesinados, los desaparecidos, los perseguidos, los encarcelados y los exiliados, o será que están allí sin entender cabalmente la responsabilidad que tienen? Ante el desamparo en que están las víctimas, vale la pena hacernos estas preguntas.