Abandono, una novela de Carlos Luna Garay
Dijo el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788 – 1860): «Lo que más odia el rebaño es aquel que piensa de modo distinto: no es tanto la opinión en sí, sino la osadía de querer pensar por sí mismo, algo que ellos no saben hacer» (El mundo como voluntad y representación, 1819).
En otro ámbito y dos siglos más tarde, un narrador nicaragüense, Carlos Luna Garay (1986), hace eco de estas palabras en su nueva novela Abandono (Casasola Editores, 2023), en la que retrata, como lo han venido haciendo los escritores que nacieron o crecieron en la posguerra, es decir, en la década de los noventas, a una sociedad en ruinas, heredada, sin deberla ni esperarla, como un triste legado proveniente de los que un día empuñaron las armas y creyeron en la utopía de la revolución sandinista.
La tierra que manaría leche y miel es para el autor, y para la nueva tribu de escritores, una tierra baldía, a decir de T.S. Eliot (1888 – 1965), o donde se hicieron piedra y polvo los sueños, como alguna vez pensara Joaquín Pasos (1914 -1947).
Esa tierra sin hombres -muchos murieron en el conflicto armado y luego en el baño de sangre a raíz del estallido social de abril de 2018 o abandonaron el suelo en un éxodo masivo apenas equiparado al de los ochentas- sólo puede producir familias resquebrajadas que añoran aquellos años en que esos hombres, junto a las mujeres, construían familias, base y sostén de las sociedades.
La familia dejó de existir. Ese es el amargo requesón de Noche Buena que debemos comer a solas los nicaragüenses, tanto los que permanecen en el suelo natal como los exiliados. Así lo refleja en esta novela Carlos Luna Garay.
Como en el Cerco de Numancia, tragedia escrita por Miguel de Cervantes (1547 – 1616) hacia 1585, en esta novela no hay un protagonista. La protagonizamos todos los que hemos pagado los platos rotos por la insensatez y la avaricia de pocos. Y, como los numantinos que decidieron inmolarse antes de dales el triunfo a los romanos, Carlos Luna Garay parece decirnos en voz de la tribu:
De remotas naciones venir veo
gentes que habitarán tu dulce seno,
después que, como quiere tu deseo,
habrán a los romanos puesto freno.
(Cuarta jornada).
El pensar de Carlos Luna Garay y la tribu de nicaragüenses que llevan grabados en la piel los colores azul y blanco le han puesto freno, a través de la razón, a la peor dictadura que hemos padecido. Y aunque no lo verán nuestros ojos, los herederos de este pensar repoblarán algún día la bella nación nicaragüense.
Roberto Carlos Pérez