Las duras lecciones de Abril
Pío Martínez
Entre las ganancias –que las hay– de los últimos tres años, está el que ahora entendemos muchas cosas que estaban ocultas, como detrás de un velo. Entendemos, por ejemplo, que es inútil pedir al gran capital que se ponga del lado del pueblo contra la dictadura, pues gran capital y dictadura son la misma cosa. Pedirle ponerse del lado del pueblo es como pedirle que se corte los pulsos, que se suicide. Dictadura y Gran Capital son las dos cabezas de esa repugnante aberración que crearon los Pellas, Ortiz y compañía, junto con Ortega, para exprimir sin piedad al pobrecito país que habitamos, para enriquecerse a costa de nuestra sangre. Por eso las organizaciones del gran capital no acompañaron al pueblo en aquellos aciagos momentos cuando la población les pedía que participaran en un paro nacional, que el pueblo intuía –y con razón, creo yo– pondría a Ortega al borde del precipicio. Por eso el gran capital puso a sus agentes al frente de la mal llamada “Alianza Cívica” y en otros varios lugares para sabotear la lucha del pueblo. Mientras los sicarios del régimen desmontaban los tranques en las calles del país, los agentes del gran capital hacían lo suyo para frenar el empuje del pueblo, para echar arena en el engranaje de la maquinaria que la población alzada había puesto en marcha.
Entendemos ahora, los que no lo entendíamos, que el gran capital es igual de criminal que la dictadura y que ambos pasarán por encima de quien haya que pasar, matarán a quien haya que matar y pondrán tras las rejas a quien haya que apresar, y desaparecer a quien sea con tal de mantener las cosas del modo en que están y regresarlas adonde estaban antes de la rebelión de abril del 2018. Ambos, dictadura y gran capital, están dispuestos a llevar al país a la más horrible miseria con tal de mantenerse en el poder. Si hay que quemarlo hasta sus cimientos, “¡así sea!”, dicen.
Entendemos ahora que la dictadura no es únicamente el instrumento de enriquecimiento de los Ortega Murillo sino también –y sobre todo– el instrumento vital del gran capital, uno sin el cual su propia existencia no es posible.
Para que nuestra lucha sea efectiva es necesario conocer al enemigo, y este ha quedado al descubierto. Ahora sabemos que aquel “vamos a ir con nuestros tractores a El Carmen” era nada más una frase diseñada para que usted se enamorara de Healey, el empleadito de los milmillonarios y lo viera como su líder. Era puro engaño, como lo fue la “ocupación” de sus propiedades. Ahora entendemos el juego que jugaban. Entendemos las cosas que Arana, aquel otro criado del gran capital, nos decía entonces. Entendemos sus gestiones para parar las sanciones al régimen y para contrarrestar los esfuerzos que los nicas, fuera del país, hacíamos para arrinconar a Ortega.
Esto que aquí le digo no es una alucinación, no es teoría, es la realidad ahí frente a nuestros ojos, usted solo tiene que abrirlos y mirar.
El conocimiento es siempre ganancia.