Acerca de los postulantes para el Consejo Político de la UNAB
Hamilton Francisco
«Si los que lleguen a ser representantes de éste u otro espacio, andan añorando ser vanguardia de políticas progresistas o izquierdistas, solapadas en nombre de los derechos de las mujeres, los derechos civiles, la redistribución de riquezas y otros anzuelos atractivos a mentes ingenuas, no cuenten conmigo. Ya sabemos cómo termina todo»
Quisiera dar mi opinión, aunque no tengo ni quiero tener que ver con la UNAB.
El promedio de los postulantes al nuevo Consejo Político de esa organización es de 44 años. «Sólo 7 de los 25 postulantes tiene una edad menor de 35 años.. ¿Qué pasó con la juventud?». Lo anterior lo leí de «X» muro y como muchos, lo interpreté como un reclamo.
Es innegable la urgencia de un relevo generacional, pero no se trata de suponer, como el excarcelado, que estaba en el derecho de exigir un puesto en determinado espacio sólo por haber sido un secuestrado político.
Ser joven o excarcelado no te exenta del antagonismo de los valores y virtudes que se necesitan para un cargo en un consejo político.
Ser joven o excarcelado no garantiza que tengamos las cualidades necesarias para un cargo en un consejo político, mucho menos que algunos pretendan combatir con buenas intenciones los vicios de un espacio que exhorta fracasadamente a la pluralización de ideas y menos aún a una dictadura. Se necesita preparación.
Por otro lado, el hecho de tener maestrías en ciencias políticas o experiencia en su dinámica nacional, no te exenta de poder ser un mañoso, pactista u oportunista.
Haber estado en los tranques, o haber pasado fortuitamente por una dolorosa situación derivada de la represión, no debería ser considerado un aval curricular, sin embargo sé que inherentemente es un plus que no podemos pasar desapercibido.
El relevo generacional lo ganaremos en la medida en que los jóvenes demostremos méritos y estos se perciban de manera objetiva entre los electores. Para un liderazgo falta más que la empatía, el temple, el valor o la formación académica. Hace falta una mezcla de todas estas cualidades y su prelación según las exigencias del cargo.
A los jóvenes se les puede disculpar su falta de experiencia pero no de preparación, y he visto, por cierto, muchos que fueron expulsados de las universidades por participar en las protestas y hoy en día teniendo las posibilidades de continuar formándose, optan por el conformismo creyendo que por haber volado morteros o haber estado presos se les tendrá que ceder un espacio sin hacer el esfuerzo por ganárselo.
Por último, ojo entre los votantes con elegir por empatía a ciertos postulantes. Yo conozco a una persona que está siendo postulada y me parece un amor, me parece muy capaz y estoy seguro que tiene buenas intenciones, pero su postura ideológica me parece nociva.
Los asesores y consejeros de la UNAB son personas que creen en la izquierda como un sistema político que podría funcionar en la nueva Nicaragua, pese al fracaso evidente de éste en decenas de países donde se ha aplicado. «No es el sistema», dicen. «No es el sandinismo, es Daniel». En fin (quien me contradiga no me molestaré en sacarle un repertorio de capturas y entrevistas que respaldan lo que sostengo).
Decía que no quisiera que sacáramos un clavo clavando otro. Si los que lleguen a ser representantes de éste u otro espacio, andan añorando ser vanguardia de políticas progresistas o izquierdistas, solapadas en nombre de los derechos de las mujeres, los derechos civiles, la redistribución de riquezas y otros anzuelos atractivos a mentes ingenuas, no cuenten conmigo. Ya sabemos cómo termina todo, más cuando se radicalizan.