Alegría, tragedia, y la invencible esperanza (una crónica triste de Nicaragua)
Sergio Simpson
Pareciera que la vida de la mayoría de los nicaragüenses fuera alegría constante; siempre bullangueros, dándose bromas, adictos al festejo aun con sublevación social, muerte, represión gubernamental y peste.
Además, bastante gente es fachenta, o aseada, o simplemente le gusta lucir bien su estampa; las mujeres como salidas del salón y los hombres de la barbería, teniendo presente la máxima: “a como te ven te tratan.” Cada quién, de acuerdo con sus ingresos.
Somos pocos los desaliñados permanentes, a quienes no nos ocupa el qué dirán, o que se rumore tras espaldas como si fuésemos personas de menor cuantía, o despreciables por no asumir los roles culturales.
En las batallas que he presenciado, unos se baten a balazos, y otros se embriagan en la cantina o en su casa; aunque lloran a sus muertos, en las velas también hay jolgorio, licor, y chistes.
“No hay que echarse a morir… Dios sabe lo que hace” les gusta decir. También es popular otro dicho: “El muerto al hoyo y el vivo al bollo”. Y han sido miles de nicas los muertos por enfrentamientos políticos y desastres naturales.
Quien es opositor al gobierno seguramente vive amenazado con perder la vida o sus bienes, porque así responden los dictadores ante la inconformidad del ciudadano sin derechos; cárcel y tortura han sido tradición nacional.
En las montañas y selvas de Nicaragua, en los últimos treinta años de una supuesta paz y democracia, no dejaron de perecer campesinos armados inconformes con el gobierno, eliminados por el ejército sandinista.
Desde abril del 2018 se manifestó mayor el descontento en las calles, pero resultaron cientos de muertos y miles de prisioneros políticos, centenas de heridos, y la constante represión, que no se detiene, aplicada por paramilitares y policías.
Existe mucho sufrimiento en la sociedad, desarticulación de las familias, producto de la falta de libertades públicas y abundante miseria, como segundo país más pobre del continente. Responsables de tantas desgracias son los gobernantes y sus seguidores, quienes justifican y aplauden la crueldad.
Sólo quienes se benefician con sus grandes inversiones económicas, o trabajan en el Estado, o reciben prebendas menores, están felices con la corrupción y la matanza, temiendo perder sus privilegios si el FSLN es desplazado del poder.
Es muy triste lo que soporta la mayoría de los nicas. La pobreza es angustiante. Pero observo el temple, la fortaleza en algunos para continuar luchando contra las adversidades y crear una sociedad con justicia social.
“No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” repiten los nicas, eso lo escucho desde cuando las dictaduras anteriores, acompañado de “Dios tarda, pero no olvida”.
Siempre hay esperanza de que en Nicaragua, con la riqueza natural que posee, sus habitantes alcancen bienestar humano y social en todos los aspectos y no sigan huyendo del país. Imposible detener el proceso de transformación hacia la democracia y erradicar el caudillismo y dictadura como cultura nacional. Es lento y doloroso, pero irreversible, aun cuando no sepan vivir en democracia.