Aproximación a una Lectura Epistemológica de La Carne Contigua, de Ernesto Mejía Sánchez

Anastasio Lovo
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La aparente sencillez verbal del poema narrativo La Carne Contigua, de Ernesto Mejía Sánchez,1 no ha dejado ver a la crítica nacional, un texto prodigioso por su capacidad de generar significados. LCC posee una dinámica red paragramática tejida por los conjuntos incesto/ interdicción, mal/ bien y escritura/ voz.

AMNÓN Y THAMAR PINTURA DE GIOVANNI FRANCESCO BARBIERI IL GUERCINO 1649-1650
Amnón y Thamar, pintura de Giovanni Francesco Barbieri, llamado Il Guercino (1649-1650). Colección de la National Gallery of Art, Washington. Imagen en el dominio público.

Por red paragramática entendemos, con Julia Kristeva y Francois Wahl, “el modelo tabular (no lineal) de la elaboración” del lenguaje textual. “El término red reemplaza la univocidad (la linealidad) englobándola, y sugiere que cada conjunto (secuencia) es finalización y principio de una relación plurivalente.” El término paragrama indica que cada elemento funciona “como marca dinámica, como grama móvil, que, más que expresar un sentido, lo hace”.2

 Los conjuntos paragramáticos de LCC, confieren una densidad polisémica al texto y a partir de su análisis, postulamos la configuración de un sentido posible: el mal y el amor como estructuras de no correspondencia que producen la caída y el perdón.

A esta profundidad epistemológica nos puede llevar una lectura de LCC de Ernesto Mejía Sánchez, por lo que no dudo en ubicarlo entre los grandes y más bellos cantos de la poesía nicaragüense.

Ernesto Mejía Sánchez o la conciencia de la escritura.

1. El conjunto escritura/voz

De Jacques Derrida en De la Gramatología3, podemos extraer la siguiente aproximación conceptual de lo que estaría siendo la escritura: “Es escritura (…) porque (…) el significante significa primeramente un significante y no la cosa misma ni un significado directamente presentado.”

En nuestra cultura son paradigmas de esta forma de producir textos: Lautremont, Mallarmé, Joyce o Roussel. Según Julia Kristeva, estos textos modernos están pensados desde sus mismas estructuras como una producción irreductible a la representación.4

La lucidez de Ernesto Mejía Sánchez sobre el fenómeno de la escritura en LCC, es la más concreta evidencia de la contemporaneidad de la poesía nicaragüense. Es con este texto, que la gran aventura lingüística del mestizaje nicaragüense, asume una concepción y práctica contemporáneas de la literariedad de la escritura, como productividad poética del lenguaje y con plena conciencia de este fenómeno.

El dato objetivo que LCC sea un poema narrativo escrito en prosa, que plantea dificultades para su clasificación acorde los géneros clásicos (épico, lírico y dramático) heredados por la cultura helénica y que a partir del romanticismo fueron puestos en crisis, señala la voluntad del poeta Mejía Sánchez de asumir el fenómeno de la escritura como tal.

Otro indicador de conciencia lúcida sobre la escritura en LCC, es que el motivo recreado en el texto, es el del incesto fraternal entre Thamar y Amnón, relatado en la Biblia 2 Samuel 13/, como se inscribe en el epígrafe del poema. Amén del nombre de los actantes (Thamar, Amnón, Absalón) que son los mismos del libro sagrado. LCC es escritura sobre escritura.

Hablamos de conciencia de la escritura y de recreación de un motivo bíblico, porque la versión del incesto en LCC es cualitativamente diferente a la relatada en la Biblia 2 Samuel 13 al 39.5

Y atreverse a producir una versión distinta de la relatada en la Biblia, solamente se puede hacer a partir de la conciencia de la escritura y de las leyes que rigen la autonomía de la obra literaria.

La lucidez solar de Ernesto Mejía Sánchez sobre la escritura, está soportada en el texto por el uso de un lenguaje poético transparente y preciso. A través de la utilización del lugar común y de la arquitextura de sencillas y poderosas imágenes, no generadas en el eje de lo paradigmático y las transferencias metafóricas, sino más bien elaboradas en el eje sintagmático y de la metonimia (como continuidad) –características del relato-; el texto crea, condensa, configura y connota una antigua manera de decir hebrea y bíblica propicia al motivo recreado.

Es decir, en el nivel del discurso, LCC conserva el estilo general  de la Biblia, que el eminente hermeneuta Paul Ricoeur define así: “El estilo general de la Biblia parece estar determinado por la estructura profundamente conflictual entre el Obrar divino y el obrar humano, como si la Biblia ignorara todo otro estado de cosas que no sean aquellas donde el Obrar reencuentra una resistencia inmediata.”6

 En el texto LCC, hay doce referencias explícitas y/o implícitas, denotadas y/o connotadas, que aluden a la escritura; veamos algunas de ellas: “Comienzo con estas palabras de Amnón: Mi hermana está desnuda. Me parece que han tenido mucho significado. Se han grabado fuertemente en mi alma.”7

Si bien el último sintagma, “Se han grabado fuertemente en mi alma”, es una imagen que casi visita el lugar común, no debemos olvidar que la escritura inicialmente es una inscripción que se graba, una textura con relieve, una huella, una traza; que se hacía con cincel para la piedra; estilo (stylo) metálico para la arcilla o tablillas de cera; y con pluma (originalmente una caña con punta) para la vitela, el pergamino y el papiro.

Si deseamos obtener una imagen sinestésica de la escritura como hecho cultural en la esfera del poder burocrático (religioso-político de la época); metaforizado el beso de despedida de Amnón para Absalón, encontramos: “En la madrugada, Amnón, lo tengo presente, hizo un lío con sus cosas, me dio un beso en la frente, amargo sello (…)”8

También podemos encontrar en el texto, a la escritura como libro. Creo no sobre interpretar si lo leemos como texto sagrado, como palabra de Dios y como tal instaurador de un orden: “A la hora del beso o de la cena, al abrir el libro o al cerrarlo (…)”9

Más aquella referencia al Levítico que se encuentra líneas abajo: “Apoyo sus gritos en todos los libros (…) y estas palabras del Levítico salidas de su boca (…)”10

El hablante/relator del texto, también entrega la irrefutable información que LCC es un texto. Vale decir que fue escrito, que es escritura. Y siendo una cita que refiere al texto a sí mismo, decimos que con ella se cumple la función metaescritural del poema, leamos: “Desde el cuarto vecino, con su llanto Thamar me dice que escriba estas memorias; y Amnón, desde lejos, no sólo me lo dice, sino que me lo ruega.”11

El elemento voz del conjunto paragramático escritura/voz, también se presenta en el texto con un registro de gramatología (ciencia de la escritura) derridiana, valga la ucronía.

LCC es un texto publicado en 1948 y De la Gramatología de Jacques Derrida lo fue en 1967, casi veinte años después. Aquí, es propicio recordar sobre la relación filosofía y poesía, aquel aserto de María Zambrano: “El filósofo, al menos sabe lo que busca y por ello se define –filo-sófo—el poeta como no busca, sino que encuentra, no sabe cómo llamarse.”12

Así, la voz en LCC, se inscribe con connotaciones negativas respecto de la escritura y del orden ético-social transgredido por el incesto fraternal. Podemos contabilizar quince referencias al grafema voz y a palabras que el hablante nos señala que fueron dichas por los actantes (Amnón, Absalón, Thamar, el Padre y la Madre).

“Mi hermana, dijo Amnón, está desnuda.”13

Con estas palabras se inicia el texto. Son palabras dichas por una voz.

“Y Amnón estaba siempre discutiendo. Tenía una hermosa voz para eso.”14

O aquel espléndido párrafo sobre el doloroso recuerdo de la voz de Amnón:

“(…) Recordamos su voz, su voz maciza resonando en los cuartos. Su voz, ahora ausente, visible como un hueco, dolorosa como si a cada uno de nosotros nos la hubieran amputado. Porque, para decir verdad, la voz de Amnón era muy nuestra: cada uno de nosotros la reclama en los oídos como una cosa propia. ¡Su voz, donde nació su pecado! Su voz, que no regresa.”15

También a través de la voz/grito, la Madre maldice hebraicamente en el texto; con palabras terribles, duras y supremas se construye una de las imprecaciones más aplastante, apabullante y aniquiladora de la poesía universal: “¡Maldigo la hora en que mis hijos se encarnaron en mi vientre! ¡Sean borrados los meses que los llevé en mi carne! ¡Leche de demonios les di con estos pechos! ¿Por qué no los ahogué en mis piernas en el momento de parirlos?”16

2. El conjunto incesto/interdicción

El incesto es una interdicción universal en la cultura humana, variando únicamente, en dependencia de la cultura específica, las líneas de parentesco que caen bajo esta prohibición. No hay incesto sin interdicción; es decir que si no es prohibido el incesto, éste lógicamente no existe, ni se considera como tal.

En los tiempos primitivos del homínido en proceso de convertirse en hombre, durante miles de años, todos los antropólogos coinciden en asegurar que las relaciones sexuales entre familiares se dieron.

Las primeras referencias a su interdicción están relatadas en los mitos fundadores y cosmogónicos de las diversas culturas. Estos mitos relatan que antes de la creación, lo que existía era la nada, el caos o el mal. Como sabemos los mitos son considerados los primeros documentos de la existencia del hombre, son los primeros testimonios de la cultura. Obviamente los mitos presuponen la existencia del lenguaje. Y este último es una de las más poderosas herramientas en la humanización de nuestra especie y en la producción de cualquier cultura.

Roland Barthes en su Introducción al análisis estructural del relato, señala que “Jakobson y Levi Strauss han remarcado que la humanidad se puede definir por el poder crear sistemas secundarios, demultiplicadores (herramientas que sirven para fabricar otras herramientas, la doble articulación del lenguaje, el tabú del incesto que permite el enjambramiento de las familias)…”17

Por su parte Jacques Derrida en Génesis y Estructura del Ensayo sobre el origen de las lenguas, apunta que: “La sociedad, la lengua, la historia, la articulación, en una palabra la suplementariedad, nacen al mismo tiempo que la prohibición del incesto.”18

A diferencia del texto de Derrida, que criticando a Rousseau pretende la deconstrucción del fonocentrismo, el logocentrismo y la metafísica: el texto de Mejía Sánchez, siendo coherente con la cultura bíblico-hebraica (recreada), introduce en la juntura de voz/grama y de escritura/cuerpo, la acción del mal posibilitando el incesto, es decir el caos primigenio, leamos: “pero en la noche, sus palabras ya lo estaban quemando: no podía dormir. El Maligno las martilló sobre su corazón y su cabeza: una blanca luna de carne se paseaba en sus ojos.”19

Es pertinente reiterar que LCC se publica en 1948, habiéndose gestado probablemente en esa época terrible de nuestra cultura occidental que es la Segunda Guerra Mundial. Durante los períodos bélicos, la animalidad, la bestialidad que hay en los hombres alcanza categorías de prácticas constantes. Y es cuando el incesto o el fratricidio despliegan su gobelino o se apoderan, en cinemascope y technicolor de la pantalla de la realidad.

Toda sociedad humana, esta signada y se ha debatido entre el fratricidio y el incesto. La sabiduría popular dice: “Todos somos hijos de Adán y Eva”; por lo tanto cainescos e incestuosos. 

3. El conjunto mal/bien

El especialista en el Antiguo Testamento, M.H. Segal en su libro EL Cantar de los Cantares20, habla sobre la época de Salomón como de un período caracterizado por la santidad y la lujuria. No olvidemos que a Amnón, el hablante/relator de LCC, nos lo presenta así: “Amnón se había acostumbrado a los libros y a los doctores: su sabiduría y su salud hacían de él un tipo hermoso, casi perfecto: creo que con una mayor amplitud en su espíritu, hubiera sido profeta.”21

Paul Ricoeur citando al exégeta judío-americano Robert Alter, autor de El arte en el relato bíblico, señala: “La fuente misma del relato (bíblico), es una suerte de distensión entre dos tiempos, creada por una suerte de desajuste incesante y renaciente entre el designio de Dios y lo recalcitrante humano, (…)22

Este desajuste entre el Obrar divino y el obrar humano o entre el designio divino y lo recalcitrante humano, es lo que posibilita la penetración del mal. De allí que postulemos, en LCC, al mal como una estructura de no correspondencia.

Si tomamos a la actante Thamar, vamos a encontrar las evidencias de una excesiva y desbordante presencia en el mundo veterotestamentario recreado por el poeta: “Thamar no conocía límites para sus deseos: si ella quería una flor, debía ser la más hermosa flor. Alguien dijo que le pedía demasiado al mundo, que nunca se iba a conformar con poco, esto es, con lo bueno; que iba a ser feliz.”23

“Cuando iba al templo éste se hacía pequeño para su cuerpo. No quiero decir con esto que nuestro templo sea en realidad pequeño, ni que la hermosura de Thamar sea tan abundante que llame locamente la atención, sino que el templo y Thamar no estaban precisamente de acuerdo.”24

Y esta soberbia aposición entre santidad y sensualidad, que logra el hablante utilizando una referencia indirecta, vecina a la sinécdoque: “Mi madre pensaba dedicarla al templo; pero a ella, a Thamar, le gustan demasiado las uvas maduras, y nunca ha consentido.”25

Sobre la no correspondencia o desajuste del otro actante incestuoso –Amnón- tengamos presente la cita referida a la pugna que existía entre sus palabras y sus apetitos. Y como evidencia irrefutable, copiamos el párrafo inicial de LCC, donde no se corresponden vestido y desnudez: “Mi hermana, dijo Amnón, está desnuda. Dijo que, por más que esté cubierta con espesa y blanca túnica de lana, de largos pliegues amplios, ella está siempre desnuda.”26

También en el eje de la mirada, en el desajuste del ver más allá de lo evidente, por el lado de Thamar, encontramos el siguiente juego de palabras que logran una apertura metafísica del texto: “Había abierto los ojos más de lo necesario. Ya estaba viendo lo que no estaba viendo; esto es, veía lo que veía que no veía, más lo que no debía ver. Y eso ya no estaba del todo bien”.27

Los intersticios entre las estructuras de no correspondencia, de índole material, corporal, visual o mental, posibilitan la penetración del mal y la acción del Maligno. En el texto, Absalón hermano gemelo de Thamar, brinda un exhaustivo testimonio de los lugares donde, por su cautelosa presencia, no pudo haberse consumado la relación sexual incestuosa entre Thamar y Amnón: el aposento, las piscinas, el huerto cerrado, el paseo de los álamos.

“Sin embargo el Maligno construyó un tiempo y un espacio especial para ellos. ¡Un instante y un sitio para confundirlos!”28

La confusión también es el caos, la posibilidad de la restauración del reino del mal. Después de su irrupción sobrevienen la ausencia, la soledad, la desgracia y el silencio. Amnón se vuelve el innominado, el que no se puede nombrar pero sí comparar a los demonios, “como un demonio derramó su saliva”, y un ángel caído.

El dolor por el hermano –dijo- amado, ausente por su pecado; y por la situación de la hijita fruto del incesto fraternal, relatado todo esto en una atmosfera de mucha pena y dolor –rayano en lo melodramático-, objetiviza, sin explicitarlo, el poderoso sentimiento del amor. El amor es un novedoso elemento aportado en la recreación del motivo bíblico por LCC, y connota una visión de mundo cristiana que, a la sazón, no se había realizado en la cultura del pueblo de Israel.

Pero el amor/bien también es un desajuste profundo, una revolución en la cultura hebrea veterotestamentaria. Es por amor que Absalón, el hermano gemelo se atreve a plantear: “Madre mía, si Amnón, como cualquiera, nos ha abandonado, deja que el que sigue cubra su falta ahora. Deja que la niña tenga en Absalón su padre y que Thamar no llore más y no esté sola.”29

Esto provoca la terrible imprecación materna que líneas arriba hemos destacado. Imprecación que no llega a convertirse en óbice para la fantasía del hablante del texto –Absalón- que integra a partir del amor, el elemento del perdón divino que pone en boca de Amnón en un regreso imaginario: “En la puerta diría Amnón: El Señor me ha perdonado y otra vez me protege.”30

En la red paragramática establecida en LCC por Ernesto Mejía Sánchez, es posible este salto ucrónico: de la ley del talión a una imaginaria eventualidad del amor y el perdón; como prefiguración del evangelio, buena nueva de amor, perdón y liberación.

Más esto es la utopía de un mundo mejor colándose por lo imaginario del hablante/relator. La realidad es otra, es la confusión, el caos conflictual, la perplejidad del bien y el mal. Al fin el hablante se cuida muy bien de clausurar la ulterior salida cristiana escribiendo: “Así es el mundo: una confusa mezcla; nadie sabe la hora de reír o llorar.”31

  • Bibliografía y notas:

1.    Mejía Sánchez, Ernesto: LA CARNE CONTIGUA en RECOLECCIÓN AL MEDIODIA, pp. 17-30, Joaquín Mortiz, México D.F., 1980.

2.   Ducrot, Oswald y Todorov, Tzvetan: DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE, p. 400, Siglo XXI, Buenos Aires, 1974.

3.      Derrida, Jacques: DE LA GRAMATOLOGIA, p. 299, Siglo XXI, México D.F., 1971.

4.  Kristeva, Julia: LA SEMIOLOGIE COMME SCIENCE CRITIQUE en THEORIE D´ENSEMBLE, p. 93, Tel Quel-Du Seuil, Paris, 1968.

5.       Aprovecho para señalar que el Sr. Angel M. Encarnación en su artículo EMS: UNA CLARIDAD LLENA DE SECRETOS, Nuevo Amanecer Cultural No. 484 del 21-10-89, anota falaz e inopinadamente lo siguiente: “su pecado es tan grande como el de Amnón quien violó a Thamar una tarde y se marchó con su mejor yegua.” ¡POR FAVOR! La violación ocurre en LA BIBLIA, en LCC no hay el mínimo indicio de esto. Evidentemente pese a la claridad, al Sr. Encarnación no le fueron confiados los secretos.

6.     Ricoeur, Paul: LE SCANDALE DU MAL en RENDEVOUS EN FRANCE, pp. 8-9, París, 1989.

7. op. Cit. de EMS, p.19.

8. op. Cit. de EMS, p.25.

9. op. Cit. de EMS, p.26.

10. op. Cit. de EMS, p.27.

11. op. Cit. de EMS, p.29.

12. Zambrano María: FILOSOFÍA Y POESÍA, p.63, FCE, México D.F., 1987.

13. op. Cit. de EMS, p.19.

14. op. Cit. de EMS, p.27.

15. op. Cit. de EMS, p.29.

16. op. Cit. de EMS, p.27

17. Barthes, Roland et al: INTRODUCTION A LÁNALYSE STRUCTURALE DES RECITS, p.10, Du Seuil, Paris, 1981.

18. op. Cit. de EMS, p.333.

19. op. Cit. de EMS, p.23.

20. Citado por Kristeva, Julia: Historias de amor, P. 72, Siglo XXI, México D.F., 1981.

21. op. Cit. de EMS, p.20.

22. op. Cit. de EMS, p.9.

23. op. Cit. de EMS, p.20.

24. op. Cit. de EMS, p.21.

25. op. Cit. de EMS, p.20.

26. op. Cit. de EMS, p.19.

27. op. Cit. de EMS, p.22.

28. op. Cit. de EMS, p.25.

29. op. Cit. de EMS, p.27.

30. op. Cit. de EMS, p.30.

31. op. Cit. de EMS, p.30.