“Me duele Respirar”, fue una frase que inmortalizó Álvaro Conrado, un jovencito de 15 años que se escapó de su casa para apoyar las protestas de abril 2018 y su garganta fue atravesada por el disparo de un francotirador, según el informe de los expertos.
Álvaro fue el segundo adolescente que el cañón de un fúsil le impidió que pudiera seguir el proceso natural de respirar y exhalar. Adicionalmente, dos hospitales le negaron atención médica, desangrándose frente a nuestras incrédulas miradas. El país entero se conmovió y la represión fue en escalada.
Hay en la agonía de este adolescente un poético, pues mientras le daban primeros auxilios exhaló: “Me duele Respirar”. El dolor también tiene un efecto profundamente poético y desgarrador.
Carlos Alemán es un poeta que me arriesgo a confirmar que pasó por este proceso. Tomó como escenario los dolorosos acontecimientos y los plasmó en poemas. Tomando como título la frase de Conrado soltó ese respiro poético y nos ofrece un libro que respira y expira el azufre del volcán abrilesco.
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