Bajo las ruedas

Emigdio Quintero Casco
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Tenía la longitud y el volumen de un hombre de mediana estatura la bolsa que rueda con el viento, una y otra vez, dando vueltas y volteretas a merced del tráfico, que ese día estaba más agitado que otros días. No se sabe quién la lanzó a mitad de la calle a tempranas horas, fue mucho antes de que pasara el camión que recoge la basura en el reparto, hasta que una camioneta de doble cabina la arrolló y la arrinconó en la cuneta, ¡casi la aplasta!, hasta que pasó otro vehículo y la tiró más largo y otro más a la orilla, y las moscas la seguían con insistencia y tenacidad, pero ni se notaba porque era negra la bolsa y negro era el vuelo del enjambre de moscas. Dos hombres que salen de lo oscuro, harapientos, quedan mirando sin esperanzas ni deseos de hurgar y encontrar algo rescatable en la bolsa de plástico negro. No como un hombre accidentado, la bolsa se levanta y da más volteretas, y rueda otro trecho, una y otra vez, hasta que le pasan encima otros tantos vehículos, y la rematan en el suelo; y le sacan la boñiga, la porquería y los otros desperdicios, y de su cuerpo salen chorros de líquidos, aguas negras putrefactas; menudencias, patas de pollos, trozos de cabeza de puerco, escamas y espinas de pescado, huesos, hojas de platanillo, repollos, latas de sardinas, botellas plásticas, pellejos, más huesos, conchas de huevos, pelos, plumas, sangre, espuma, grasa, vinagre, tucos de queso hediondo, materia orgánica e inorgánica; y en el pavimento queda triturada la bolsa negra con sus tripas de fuera; y en el aire todos los olores que despiden las frutas, vegetales, legumbres y carnes, en proceso de descomposición; y todo se torna fétido, rancio, detestable, pesado, y flotan olores como si fueran de animal apestoso, de esos que espantan, desagradables, nauseabundos, propios de una ciudad con el aliento antisocial e insoportable. Pasa el camión de basura, pero la ciudad sigue con más bolsas que ruedan y ruedan, se levantan y siguen rodando, hasta que una camioneta de doble cabina las destripa en media calle, y les saca los líquidos espesos y otros desperdicios que dan asco.

Emigdio Quintero Casco

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