Bolivia y Nicaragua
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.
Al momento de escribir esto, la rebelión popular contra Evo Morales se extiende. Cuerpos de policía de muchas ciudades se unen al pueblo, el ejército se pronuncia renuente a reprimir, la cómplice OEA, de la mano del taimado Almagro, tira una última tabla de salvación a Morales: nueva elección con nuevas autoridades electorales, aunque de paso no tiene más remedio que confirmar el fraude, reducir a cero la legitimidad del régimen. Qué sucederá después es incierto, como es normal, pero ya podemos sacar algunas conclusiones iluminadoras para el caso de Nicaragua.
Las mías son estas: el rumbo de la rebelión en Bolivia ha sido distinto al nuestro porque los bolivianos han dicho NO al diálogo, porque el ejército es Nacional, no del clan Sandinista, lo mismo que la policía; porque los empresarios no tomaron partido por Evo, como lo hicieron a favor de Ortega en Nicaragua; es decir, se unieron al clamor popular en lugar de DIVIDIR a la oposición, como han hecho en Nicaragua; debe ser que no están enlodados hasta el cuello en la corrupción dictatorial, como en Nicaragua.
Gente de buena voluntad que ha caído en la trampa de la Alianza Cívica, ¡abran los ojos!: Bolivia respira, Venezuela agoniza, Cuba es un cadáver que flota en el Caribe. ¿Y Nicaragua? ¿Cuál de los tres destinos queremos para ella?
Hay que salvar a Nicaragua. Hay que volver el país ingobernable para la tiranía.
Desobediencia total debe ser la meta. Si no hay esclavo no hay amo.
No pierdan las esperanzas, el pueblo tiene la fuerza; pero hay que apartar a los lobos vestidos de oveja de la falsa oposición.
No dejen que los que construyeron la dictadura los convenzan de que es imposible derrocarla. Lo dicen para desmoralizar y dividir, y repartirse el pastel sobre nuestros muertos.
Ustedes saben de quiénes les hablo; no tengo ningún problema en dar ejemplos. Que se hagan los indignados o continúen sus sucias maniobras para salvar sus intereses al lado de Ortega.
A ellos también hay que pedirles cuentas en democracia. No es venganza, es esencial y necesaria justicia. Mucho de lo que hemos perdido se lo han llevado a casa ellos. Nunca hubo un festín tan fastuoso como el de los grandes capitales y la dictadura criminal que construyeron. “Esto es extraordinario, revolucionario”, decía en público, lleno de orgullo, Carlos Pellas.
Por eso impiden la lucha.
Ni perdón ni olvido, para que haya paz y libertad.
Derechos para todos, privilegios para nadie.
Hay que salvar a Nicaragua. Hay que volver el país ingobernable para la tiranía.
Desobediencia total debe ser la meta. Si no hay esclavo no hay amo.
No me digan, los que sirven a los viejos amos, que “no es fácil”. Tampoco es fácil perder a tus hijos a manos de francotiradores y sicarios, pasar penurias en el exilio, o ver a tu país en llamas a lo lejos.
Tampoco es fácil que Nicaragua flote como Cuba, cadáver en el centro de América.
Hay que salvar a Nicaragua.