Cañambuco sin militancia

Otto Aguilar
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Decía mi abuela : «¡No hay mal que por bien no venga!»

La militancia del FSLN me la quitaron en 1985 en Moscú, sin siquiera haber recibido la carta y el broche que la acreditaba. Carta y broche que la secretaria de organización (qepd) había llevado con ese propósito, para entregármela en una de las actividades del Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes.

Retrato de Otto Aguilar
Ilustro esta nota con un retrato en témpera sobre papel que me hizo un estudiante ruso, cuando estudiábamos en el Instituto de Arte Surikov, en la extinta Unión Soviética. Moscú, 1985.

Cuando regresé a Nicaragua y fui a preguntar por la tal militancia, me dijeron: «La militancia no es un calzoncillo sucio que se quita y se pone.”  

Hoy me provoca risa y satisfacción no haber recibido tal militancia, y haber sido expulsado con el “calzoncillo sucio”; aunque el secretario político que me dijo eso ni siquiera sabía que yo era cañambuco, porque mi calzoncillo curtido y sucio yo lo había botado cuando me logré bañar una vez en la laguna de Masaya, mientras era parte de los insurgentes de Masaya en 1979, cuando estuve allí despuès del repliegue. A partir de allí me quedè cañambuco. Y a partir del 85 me quedè cañambuco y sin militancia.

Al final mi abuela con su dicho: “No hay mal que por bien no venga”, tenía razón, porque ese “supuesto mal” de mi expulsión del Frente Sandinista en 1985, resultó al final siendo un bien para mí, porque fue como un balde de agua helada para acabar de despertarme completamente, a mitad de los diez años que duró la dizque revolución sandinista. 

Berkeley 8/8/2019