Cinco crisis en Nicaragua: bomba de tiempo de mecha corta
Oscar René Vargas
En Nicaragua están convergiendo en el tiempo la combinación de cinco crisis con repercusiones negativas para el régimen Ortega-Murillo, que debilitan su capacidad de gobernar.
Primer factor, la crisis sanitaria por el coronavirus ha paralizado una buena parte de la actividad económica del país e internacional, lo cual tiene repercusiones en los otros factores que analizamos. Crisis sanitaria que tendrá repercusiones sociales, políticas y económicas, razón por la cual sostenemos que se ha iniciado un nuevo escenario de largo plazo en el país; es un nuevo parteaguas similar a la rebelión de abril de 2018, ya que obliga a reposicionarse a todos los poderes fácticos internos y externos en su relación con el régimen Ortega-Murillo.
Segundo factor, la recesión económica interna se profundiza más con repercusiones negativas en el empleo, el comercio, el consumo, el turismo y la producción. Por ejemplo, si antes de la crisis sanitaria se calculaba que el crecimiento del PIB en el 2020 sería negativo en menos 1.2 por ciento, ahora se piensa que puede ser superior a menos 4.0 por ciento.
Tercer factor, a nivel mundial la pandemia del coronavirus ha desacelerado la economía internacional reduciendo los precios de las materias primas que Nicaragua exporta. La repercusión será una contracción del comercio mundial de mercancías incluyendo una caída en el valor de las exportaciones totales en el 2020.
Cuarto factor, en los Estados Unidos la crisis sanitaria ha comenzado a tener efectos negativos en el sector servicios (restaurantes, turismo, líneas aéreas, etcétera) con la consecuente caída del crecimiento económico, incremento del desempleo, etcétera. La repercusión negativa para Nicaragua sería en la caída de las remesas familiares para Centroamérica y Nicaragua con las repercusiones negativas en las familias vulnerables que las reciben. En el 2019, el monto de las remesas representó alrededor del 12 por ciento del PIB y más del 50 por ciento de ellas provenían de los Estados Unidos.
Quinto factor, la desaceleración de la economía de los países centroamericanos producto de la combinación de la crisis sanitaria del coronavirus, la crisis económica internacional y la contracción de la economía norteamericana, tendrán como consecuencia una caída de las remesas familiares, aumento del desempleo, una contracción del comercio interregional lo que puede provocar desabastecimiento en Nicaragua, ya que entre el 40 y 50 por ciento de los productos alimentarios como legumbres, tomates, cebollas, etcétera, provienen de Centroamérica. Habrá entonces una repercusión negativa en las remesas familiares que los nicaragüenses reciben desde Costa Rica y Panamá. No hay que olvidar que los nicaragüenses que residen en Estados Unidos, Costa Rica, España y Panamá son los aportan alrededor del 90 por ciento de las remesas que reciben las familias en Nicaragua.
Todos estos factores debilitan al régimen Ortega-Murillo. A ellos hay sumarles los errores garrafales que el régimen ha cometido en las últimas semanas. Por ejemplo, el no indicar ninguna prevención para disminuir los riesgos de contaminación del virus es un error que tiene repercusiones sociopolíticas. Por el mal manejo del tema del coronavirus, el régimen ha perdido ante la población toda credibilidad y legitimidad.
Al mismo tiempo, las sanciones a Maduro y compañía demuestran que Estados Unidos sigue su estrategia. También es una señal para el régimen Ortega-Murillo que creyó que mientras Estados Unidos lidiara con la crisis sanitaria no serían capaces de mantener activa su política exterior y con esta, la posibilidad de nuevas sanciones para su círculo cercano.
Está claro que Estados Unidos tiene la capacidad de trabajar en muchos frentes al mismo tiempo, aunque en algunos le va mejor que en otros (por ejemplo, Afganistán). Mi temor es que se puede dar una operación tipo Noriega (Panamá 1989) o tipo Entebbe (Uganda 1976) en Nicaragua por parte de Estados Unidos, facilitada por el descontento existente y por la falta de legitimidad sociopolítica del régimen. Esa acción tendría un efecto de carambola y podría acalambrar a generales no sancionados en Venezuela.
En el frente de Nicaragua, hemos conocido en el mes de marzo 2020 diversos mensajes y/o señales que indican que el régimen Ortega-Murillo se encuentra en el radar político de los Estados Unidos. Ante estos mensajes el régimen no puede permanecer inmóvil para evitar mayores sanciones. Las principales señales públicas del gobierno estadounidense son las siguientes:
La Policía Nacional se convirtió en la primera institución del estado nicaragüense en ser sancionada por Estados Unidos. También se condecoró a la expresa política y líder universitaria, Amaya Coppens, con el Premio Internacional Mujeres de Coraje 2020.
La resolución 754 de la Cámara de Representantes de Estados Unidos del 3 de marzo de 2020, donde condena al sistema de represión que ha impuesto la dictadura Ortega-Murillo contra los nicaragüenses e insta al presidente Trump a tomar más, y fuertes, medidas contra el régimen.
La resolución de la Cámara de Representantes concretamente expresa: liberen los presos, cumplan los acuerdos, hagan reformas electorales, respeten los DDHH; expresa su respaldo al pueblo, medios y organizaciones y pide más presión de parte de la comunidad internacional para señalar de responsable al régimen Ortega-Murillo de violaciones de derechos humanos.
El 4 de marzo 2020, el Departamento de Estado de Estados Unidos publica un informe en donde ataca al binomio Ortega-Murillo, y los etiqueta como autoritarios y controladores absolutos de las instituciones nacionales. Emplaza al sistema judicial, desde la Fiscalía hasta los jueces y magistrados, y advierte cuál es la ruta de las sanciones.
Días después, en el Senado de Estados Unidos también somete una resolución bipartidista impulsada por el republicano Ted Cruz y el demócrata Bob Menéndez para dar un impulso a los departamentos de Estado y del Tesoro para seguir castigando el entorno de Ortega-Murillo. La resolución pide a la Casa Blanca endurecer su posición -con más sanciones- y presionar para cerrar las llaves de los préstamos con el objetivo de conseguir elecciones libres y transparentes en el 2021.
Posteriormente, el Grupo de Acción Financiera Internacional, GAFI, anunció el regreso de Nicaragua a la lista Gris, o sea, la lista de la OPACIDAD del lavado de dinero, como los resultados del fraude electoral del 2011. Ese anuncio implica una fuerte advertencia de peligro para el régimen, después de conocerse las sanciones a Maduro y compañía.
Para el GAFI el lavado de dinero se realiza a través de CARUNA, que públicamente se conoce que maneja diferentes fideicomisos por un monto hasta US$ 2,730 millones de dólares vinculados a la familia Ortega-Murillo. Caruna, también, es prestamista en millones de dólares del Estado, así como otras instituciones del Estado y muchas empresas manejadas por testaferros de la familia Ortega-Murillo.
Todos estos elementos nos indican que los norteamericanos tienen en su mente que se debe de cambiar la situación política del país. No podemos pensar que no pueda haber más sanciones en el corto plazo. Todas estas piezas nos indican que existe una bomba de tiempo de mecha corta.
Debido a la negligencia del régimen Ortega-Murillo frente a la pandemia del coronavirus, el resto de países de Centroamérica –que sí están tomando medidas serias para evitar la propagación del virus–, podrían acusar al régimen de transformarse en un peligro para la región.
La soberbia de Ortega-Murillo no les permite visualizar lo que se avecina, ya que en su radar está implantado llegar al 2021 a cualquier costo. Sin embargo, el régimen está en quiebra sin capacidad de recuperarse en el corto plazo.
Ante una caída brusca de Ortega-Murillo se crearía un vacío de poder por no haber un liderazgo genuino que lo sustituya. En ese escenario, el vacío de poder puede ser resuelto por el ejército, por eso los norteamericanos no lo han sancionado para no quitarle legitimidad y tenerlos como llanta de repuesto.
Conclusión: En el actual contexto el mal manejo de la crisis sanitaria podría ser un detonante de una crisis sociopolítica más profunda que puede desembocar en una caída adelantada e imprevista del régimen Ortega-Murillo. Con este posible escenario la oposición debería tomar acciones propositivas para presentar un gobierno alternativo de transición.