Del absurdo proteccionista a la traición cultural
Armando Añel
El autor es escritor.
El planeta es un escenario cerrado, no se puede salir de él. En este contexto, el Covid-19 nos enseña que por mucho que el nacionalismo o el proteccionismo intenten encerrarse en su concha, como el caracol, tarde o temprano los alcanzará el escenario global, que de ninguna manera -menos en época de Internet, satélites y redes sociales- puede ser dejado atrás o desaparecido por arte de magia.
Nadie aquí va a poder viajar a la Luna ni a ningún escenario fuera de la Tierra, al menos no en esta vida. Quítense de la cabeza la idea de escapar. Entonces, la única manera de volver habitable este escenario global, civilizadamente hablando, pasa por liberarlo. Encogerse en uno de sus rincones, esconderse en la concha, atrincherarse como pretenden irresponsablemente el nacionalismo o el proteccionismo, resulta suicida.
Nunca ningún imperio en la historia de la humanidad ha sobrevivido encerrándose. Y Estados Unidos no solo constituye un imperio por su capacidad militar o económica sino, sobre todo, por su alcance cultural, por la amplitud de miras con que USA -que es una cultura de la diversidad, de la libertad-, al contrario de potencias como Rusia o China, ha recorrido el mundo al punto de convertirse en el mundo. El proteccionismo, el nacionalismo excluyente, traicionan la esencia de la cultura norteamericana.