Derechos humanos y las tergi(versiones) de la realidad: el incendio de la casa del barrio Carlos Marx en Nicaragua 2018.
Nicasio Urbina University of Cincinnati
En este artículo ponencia voy a estudiar unos cuantos textos producidos en los últimos cinco años en Nicaragua, prestando particular atención a la representación que se hace de los derechos humanos y la represión en relación con los hechos acontecidos el 16 de junio de 2018 en Nicaragua. La rebelión de abril, como se la he conocido, ha sido objeto de tratamiento novelístico, poético, ensayístico y musical. Por otro lado, tenemos las noticias diarias de periódicos, radios, noticieros televisivos y redes sociales, que jugaron un papel muy importante en la propagación de vídeos, notas periodísticas y reportajes. Este acervo textual nos permite comparar la forma en que se reportan las noticias y la forma en que se transforman en las novelas, poemas, ensayos y canciones. Como nos recordaba Umberto Eco en su Tratado de semiótica general, la semiótica del mensaje cambia dependiendo de la naturaleza del texto que lo vehicula, y aunque tratáramos de ser totalmente fieles a los hechos, es imposible lograr el mismo resultado. Cada iteración del mensaje introducirá u omitirá detalles importantes y modificará el mensaje.
El 16 de junio de 2018 ocurrió el incendio de una casa en el barrio Carlos Marx. Se trata de la una casa de tres pisos, en un barrio popular de Managua. Sus propietarios eran gente humilde que habían logrado mejorar económicamente con una fábrica de colchones. Poco a poco habían construido su casa grande, de cemento y tres pisos con una amplia terraza. En el primer piso tenían la fábrica de colchones, y en los pisos superiores vivía toda la familia, varias generaciones de hijos y nietos con sus parejas. La noche fatídica del 16 de junio de 2018, operativos de la policía sandinista tocaron a la puerta de la casa en horas de la madrugada, y pidieron entrar para apostar francotiradores en la azotea, y así asesinar a las personas que estaban bloqueando la calle con lo que en Nicaragua se le llama tranque o barricadas. Un bloqueo de la calle con llantas, maderas o cualquier objeto que puedan conseguir para protestar ante lo que estaba sucediendo en el país. La familia Pavón, dueños de la casa rehusaron abrir la puerta, y los policías decidieron incendiar la casa en represalia. Los colchones y el material que usaban para su fabricación, altamente inflamable, actuó como combustible y creó un incendio aterrador donde pereció casi toda la familia. Tres sobrevivientes narraron los eventos frente a las cámaras de televisión y los teléfonos celulares de las personas que presentes, y Cynthia Velásquez contó que tuvo que tirarse del primer piso para salvar la vida. La espeluznante escena se puede ver en YouTube en el siguiente enlace. https://youtu.be/EnvD8r3RL58?t=36
El diario La Prensa publicó la noticia en su edición del 17 de junio de 2018 en un completo artículo que se puede leer pulsando aquí. https://www.laprensani.com/2018/06/18/nacionales/2436978-una-sobreviviente-del-incendio-los-quemaron-vivos. Todos los medios de comunicación nacionales comentaron la noticia, y no pocos medios internacionales se hicieron eco de la tragedia, subrayando el hecho de que no había sido accidental. El gobierno esquivó las acusaciones mientras desplegaba una represión sangrienta contra el pueblo de Nicaragua, de forma que la noticia pronto fue reemplazada por otras atrocidades. Seis meses más tarde la dictadura perfeccionó su versión de los hechos. Los medios no afines al gobierno denunciaron el atropello como se puede leer en la edición del 20 de diciembre de 2018 del periódico Confidencial, según la cual, fueron miembros de Movimiento 19 de abril los que quemaron la casa. https://confidencial.digital/nacion/dictadura-teje-otra-inverosimil-historia-sobre-incendio-en-carlos-marx/ Tenemos hasta el momento varias versiones del hecho. Las versiones orales de los testigos, los video de los presentes captados con sus teléfonos celulares, el reportaje del periodista de La Prensa. Ahora vamos a ver dos novelas que recrean los mismos hechos en forma artística.
Por un lado tenemos al joven Arquímedes González (Managua 1972). Su novela más reciente se titula Como esperando abril (2019), “Historia de la masacre de 2018 en Nicaragua”. En la portada nos dice, “Basada en hechos reales” con lo que de entrada se plantea como una novela realista, fidedigna, que tiene como personaje principal a Álvaro Conrado, el niño de quince años asesinado por la policía orteguista el 20 de abril de 2018. La portada del libro reproduce las famosas últimas palabras de Alvarito Conrado, “Me duele respirar” cuando fallecía frente al hospital que se negó a atenderlo esa noche.
Efectivamente, Como esperando abril es una narración de los hechos que ocurrieron en abril del 2018 en Nicaragua, narrados en una forma más o menos artística. Más que una novela yo diría que es una crónica novelada de los hechos que ocurrieron en esos meses. La narración reproduce con bastante fidelidad las protestas del pueblo de Nicaragua en abril del 2018, cuando la dictadura de Daniel Ortega anunció una reforma del Seguro Social, el que había sido mal administrado y llevado a la bancarrota por la dictadura. Las tres principales líneas narrativas de Como esperando abril son la acción de Alvarito Conrado y su muerte, la quema de la casa de la familia Pavón Velásquez en el barrio Carlos Marx, y la gesta de Nahomy Urbina, la Comandante Macha, y el grupo de estudiantes de la Universidad Centroamericana que se refugiaron en la Iglesia Jesús de la Divina Misericordia, y que fueron a masacrados por la policía orteguista. A lo largo de estas tres líneas narrativas, González agrega pasajes de la historia de Nicaragua para contextualizar los eventos o para dar algunas explicaciones complementarias.
El libro empieza y termina con una conversación entre el Querubín y Dios, en el que el Querubín le comenta a Dios sobre los hechos que están ocurriendo en Nicaragua. Dios le presenta la hipótesis ficticia y un poco descabellada, que Anastasio Somoza Debayle no fue asesinado en Paraguay en 1980, sino que fue llevado de regreso a Nicaragua, y ha estado detenido en la cárcel de Managua, fungiendo como asesor de Ortega. Al final de la novela vuelven a aparecer el Querubín en su conversación con Dios, y nos dan la noticia de que la Comandante Macha llegará a Costa Rica, tendrá a su bebé y lo llamará Nova. En cierta forma Nova será el futuro de Nicaragua; el nacimiento de este niño representa metafóricamente la esperanza del futuro, será el signo de que Nicaragua tiene posibilidad de salir adelante en la historia. En la última línea de la narración nos enteramos de que el Querubín es Marcel, el estudiante, novio de Nahomi Urbina y padre del niño que acaba de nacer. Este encuadramiento que plantea Como esperando abril establece la dimensión ficcional de la narración, ya que el resto de los eventos narrados son reales e históricos, con algunas libertades artísticas que se ha permitido Arquímedes González para poder componer la trama. Es decir, el libro se mueve entre la ficcionalización de una conversación entre dos seres espirituales, y la narración de eventos sacados de las páginas de las noticias en los periódicos y radio noticieros.
Por otro lado, Sergio Ramírez Mercado (Masatepe 1942), el escritor actual más importante de Centroamérica, Premio Cervantes 2018, publicó en 2021, Tongolele no sabía bailar, una novela que recrea muchos de los eventos de 2018 pero de una forma ficcionalizada y artística. A raíz de la publicación de Tongolele no sabía bailar, la dictadura Ortega-Murillo ordenó secuestrar la novela en Nicaragua no permitiendo que entraran los libros y reteniéndolos en aduana. También obligaron a Sergio Ramírez y su esposa a exiliarse, primero en Costa Rica y luego en España. Ordenaron el allanamiento de su casa en Managua y más adelante, le quitaron la personería jurídica a la Fundación Luisa Mercado que él había creado para promover la educación y la cultura. El secuestro de la edición en aduanas no impidió que la novela se distribuyera en pdf por internet, y de esta manera terminó teniendo más lectores, que si los lectores hubieran tenido que comprar el libro.
Tongolele, Anastasio Prado, es un operador del gobierno sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Aunque sus nombres no se mencionan en la novela, hay una serie de rasgos importantes que nos permiten asociar a los gobernantes de la novela, directamente con estas dos personas reales, de carne y hueso. La primera dama y jefe de Gobierno en la novela practica la brujería y la quiromancia. Constantemente participa en sesiones de espiritismo, por medio de las cuales toma decisiones importantes en su gobierno. Tongolele es un jefe de inteligencia, cuya función es espiar a los ciudadanos e informar todo lo que sucede en diferentes esferas. Su mamá, Zoraida, se dedica a la quiromancia y se gana la vida como adivina, y se convierte en la principal consejera de la primera dama. Estos datos coinciden con la reconocida afinidad de Rosario Murillo por la brujería, prácticas satánicas y creencias esotéricas.
Otro personaje de la novela, Monseñor Bienvenido Ortez está modelado en la persona del obispo auxiliar de Managua, Monseñor Silvio Báez, quien ha sido la voz más crítica de la dictadura Ortega-Murillo, y fue llamado al Vaticano por el Papa Francisco para sacarlo de Nicaragua y salvarle la vida. En la novela Monseñor Ortez le da albergue a Dolores Morales, el detective de la serie de novelas, quien está siendo perseguido por la dictadura. Finalmente quiero resaltar al comandante Leónidas, quien en la novela será el adversario de Tongolele, y que está modelado en la figura de Edén Pastora, el famoso comandante Cero de la revolución sandinista.
La represión violenta y criminal desplegada por la dictadura Ortega-Murillo ha dejado más de 700 muertos y desaparecidos. La Comisión Internacional de Derechos Humanos contabiliza 355 muertos porque esos son los que puede demostrar, pero cálculos generales coinciden en cerca de 700. 222 presos políticos fueron liberados el 9 de febrero de 2023, desterrados a EEUU y despojados de su nacionalidad. 94 otros nicaragüenses que ya estaban en la diáspora también fueron despojados de su nacionalidad. En Nicaragua las cárceles se están volviendo a llenar de prisioneros políticos. El arzobispo de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez es la figura más destacada, pero hay al menos 60 prisioneros más. En Nicaragua se están violando todos los derechos humanos imaginables. Ya no hay libertad de expresión, no hay derecho a izar la bandera nacional, no hay libertad de culto, no se puede entonar el himno nacional en público. La nacionalidad es un derecho inalienable según la convención de Naciones Unidas. Esto no ocurre en Nicaragua. No hay habeas corpus, no hay derecho a la defensa ni derecho a escoger a un abogado de tu selección. Los detenidos no saben por qué están en prisión y muchas veces son acusados de crímenes vagos como “atentar contra la soberanía nacional”, “traición a la patria” o “ciberdelitos” por expresar una opinión en redes sociales. La represión de la dictadura ha generado un éxodo masivo de ciudadanos. Se calcula que más de 300,000 nicaragüenses han emigrado desde 2018, con dos terceras partes emigrando a Costa Rica y el resto a Estados Unidos. Noticias de nicaragüenses muertos en el viaje son ahora moneda de todos los días.
Hay infinidad de casos que podría haber escogido para presentar en este panel, pero los hechos fatídicos del 16 de junio de 2018 en el barrio Carlos Marx de Managua es quizás el caso más brutal de represión y violación de los derechos humanos, que ha sido representado en textos de ficción y en los noticieros. La representación de los hechos en La Prensa nos informa sobre lo ocurrido, el video capturado por un testigo con su teléfono móvil nos impresiona por su crudeza y violencia palpable, pero la narración de un novelista joven como Arquímedes González, o de un novelista consumado y talentoso como Sergio Ramírez, eleva los eventos a un nivel artístico, los despoja de su mundanal inmediatez, y los universaliza en la forma en que solo el arte puede hacerlo.