Diagnóstico reservado para la democracia en Nicaragua
Joaquín Valle
El autor es ingeniero agrónomo.
«Si la rebeldía se encuentra en estado agónico, y ya resignados todos a que el régimen se mantenga hasta llegar el momento de elecciones, esperemos que la democracia no muera al nacer, no nazca ya muerta o que malintencionados no promuevan el aborto de la incipiente gestación de la democracia, por actitudes enfermizas o ambiciones de poder de parte de los que dicen saber dirigir los destinos del país».
Estando en Quito, Ecuador, recibí la mala noticia de que una persona a la que tanto admiraba y quería mucho estaba en la fase terminal de un cáncer que hacía apenas una semana había sido descubierto y diagnosticado como mortal. Esa persona era un cuerpo desahuciado, y todos sabíamos su futuro; solo un milagro divino era lo único que podía cambiar esa realidad. Mi infinita e inevitable congoja me permitió escribirle una sola frase: «Me aterra pensar en tu futuro que ya conozco».
La frase anterior siempre aparece en mis recuerdos en circunstancias similares, en las que está en riesgo la vida o bienestar de alguien o de muchas personas, cuando de antemano se ven actitudes que pueden afectar su futuro y también el nuestro, el de todos. La actual situación en Nicaragua ha causado revuelo en la sociedad política, que empieza a mostrar síntomas de enfermedades sociales ya antes vistas y padecidas en nuestro medio. «Me aterra pensar en tu futuro que ya conozco, mi Nicaragua», puesto que dichos males amenazan con repetir la misma historia.
Intelectuales, tecnócratas y profesionales expresan sus opiniones, críticas, demandas, protestas y propuestas para solucionar el problema. Otros que dicen no necesitan títulos ni doctorados o haber ido a Harvard para saber lo que se debe hacer en Nicaragua. Con ambigüedades y contradicciones también vierten sus opiniones, críticas, demandas, protestas y propuestas, pero nada cambia en nuestro país y la dictadura sigue aquí y continúa su curso pasando de una etapa a otra en el terrorismo de Estado, ejecutado según sus mismos plazos establecidos.
Todo lo sucedido en el actual escenario político parece haber sido orquestado y quien ha tenido la batuta en mano ha sido el régimen dictatorial. Las estrategias empleadas por el dictador y sus compinches, al igual que en el ajedrez, han obligado a la oposición a actuar y jugar en política según las condiciones impuestas por los mismos. Cada jugada de la oposición ya se la esperaba el dictador. Movimientos independientes también de oposición opinan que detener al tirano y a la tiranía es la prioridad, antes de pensar, aceptar y organizar elecciones, creyendo que es la única vía para derrocar al régimen.
Si la rebeldía se encuentra en estado agónico, y ya resignados todos a que el régimen se mantenga hasta llegar el momento de elecciones, esperemos que la democracia no muera al nacer, no nazca ya muerta o que malintencionados no promuevan el aborto de la incipiente gestación de la democracia, por actitudes enfermizas o ambiciones de poder de parte de los que dicen saber dirigir los destinos del país.
¿La rebelión de abril 2018 agoniza?