Diálogo entre nicas sobre la victoria trumpista

La escritora nicaragüense Daisy Zamora publica en las redes sociales un provocador comentario. “Provocador”, en el sentido deseable, de agitar nuestras mentes y sacarlas de su modorra, de su resignación, o de la inercia:

Las similitudes entre Trump y dictadores como los Ortega Murillo son invisibles para nicas trumpianos. Gente así es la que propicia que surjan dictaduras.

Hay, en reacción a estas frases, algunos comentarios salidos de tono, otros elogiosos, algunos sumamente agresivos, teñidos de una intensidad que se parece al odio, y que no es muy diferente de la que que produce el miedo. Hay también respuestas inquisitivas, que abren la puerta al diálogo (palabra noble, como “pacto”, que nuestros políticos han hecho maloliente en la pocilga que es su palacio). Del diálogo, que es conversación serena entre gente que se esfuerza por pensar un tema, nace pensamiento. Para el diálogo hacen falta preguntas que, contrarias o no (y a veces las contrarias son más fructíferas) pongan a prueba nuestras afirmaciones. Una pregunta así lanzó educadamente a Daisy un lector: 

Con todo respeto doña Daisy, ¿me va a decir que solamente los “inteligentes” votaron por Kamala?

Reproduzco la respuesta de Daisy Zamora, en diálogo público y respetuoso, al amable comentarista; ¡cuántas tragedias evitaríamos si siempre se pudiera obrar así! Al final añado una breve nota de mi autoría.

Daisy Zamora: No… no es que solo los inteligentes votaron por la propuesta de Kamala Harris, sino que, quienes votaron por lo que ella representaba, quieren un país más evolucionado, en el que las mujeres tengan los derechos que les corresponden como seres humanos, así como todas las minorías, y las personas también tengan libertad de expresar sus diferencias, eso es todo. 

Lo triste es que el resultado de esta votación muestra que en el país hay mucha división, discriminación, racismo, misoginia, xenofobia y odio, pero como nadie se atreve a expresarlo abiertamente, eligieron a alguien que representa todos esos antivalores. Estos antivalores, que constituyen la parte más oscura de todos los seres humanos (lo que podríamos llamar el mal), existen en toda la gente, pero la evolución consiste en aspirar a que esa parte oscura de los instintos más bajos sea superada por valores que representen nuestras mejores cualidades, pues los seres humanos también somos capaces de ayudarnos mutuamente, de vivir en comunidad, de respetar nuestras diferencias, etc. 

Trump dirigió su propaganda a exaltar esa parte más baja del ser humano, y quienes votaron por él, lo hicieron porque Trump representa y valida todo lo que no se atreven a expresar en público (aunque sí en lo privado y en sus hogares). 

Cuando digo ignorancia, es porque, en realidad, la gente votó en contra de la posibilidad de evolucionar como sociedad y como país. Trump apeló a lo peor del ser humano y la gente respondió a su propaganda porque se identificaron con ella, pero eso no significa que a Trump le importe el bienestar del ciudadano o la ciudadana común. 

Él y sus patrocinadores multimillonarios usarán el gobierno para enriquecerse más y destruir la independencia de los poderes del Estado en beneficio de ellos, pero con discursos populistas y gestos grandilocuentes (deportaciones, prohibición total del aborto, bajar el precio de la gasolina, etc.) mantendrá satisfechos a sus votantes, mientras él y sus compinches desmantelan el sistema para que funcione no para el bien común de la ciudadanía, sino para él y su camarilla. 

Me asombra que los nicaragüenses que votan por Trump sean ciegos ante las similitudes de las maniobras de Trump con las de los dictadores de turno en Nicaragua.

Mi opinión (expresada también en público, en la misma conversación)

Totalmente de acuerdo con Daisy Zamora. Yo solo añadiría dos comentarios. 

Uno es que para los que aplauden «desde abajo», que son la mayoría, como somos también los que estamos en contra, los aplausos de hoy pueden ser las lágrimas de mañana. 

Lo segundo es que este es el momento de reflexiones serenas y contracorriente, como las que presenta Daisy, porque el ser humano, cuando se desata como una manada en estampida, termina atropellando y atropellándose. Cuando gana, cree que su victoria justifica todo lo que ha hecho o dicho. Cree que ha ganado porque es genial, porque su visión era la «correcta», o porque es o va detrás de un ungido de algún Espíritu. 

Pero no olvidemos cuántos de estos ganadores luego son derrotados, y cuántas de estas visiones «correctas» se vuelven pesadillas; y cuántos de estos «ungidos», cuyo Espíritu rector asumimos «bueno», con el correr del tiempo llegamos más bien a ver como poseídos de alguna criatura perversa, algún demonio, porque no alcanzamos a creer que un ser de carne y hueso, por sí solo, sea capaz de tanta maldad. 

Para quienes nos ha tocado en suerte ser nicaragüenses, como para quienes ha tocado la suerte de ser cubanos, y venezolanos, y en su tiempo alemanes, e italianos, o españoles, nada de esto debería parecer fábula imaginaria: lo hemos vivido y visto; lo vivieron y vieron nuestros padres y abuelos. 

Pero el aprendizaje colectivo es muy difícil, y muy fácilmente nos manipulan; porque no solo no aprendemos en pellejo ajeno, sino que el propio parece que cicatriza. Y más gruesamente cicatrizan nuestros ojos, que no nos dejan ver las marcas en la piel.

Francisco Larios
+ posts

El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

Artículos de Francisco Larios

Francisco Larios

El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org. Artículos de Francisco Larios