Dictadura y sus cómplices intentan aprovechar la pandemia
Álvaro Quintana Duarte
Que en Nicaragua la crisis mundial por el COVID-19 se convierta en una salida económica, política y de oxigenación para la dictadura y el Gran Capital es una posibilidad real.
Mientras el mundo entero ve con preocupación el avance del virus, algunos en el país podrían estarlo viendo como una oportunidad. La naturaleza criminal de este sistema, en su totalidad, se evidencia una vez más ante esta crisis mundial.
Mientras los países del mundo toman medidas urgentes de aislamiento, revisión de planes sanitarios, preparación de infraestructura, logística (materiales médicos, educación, conciencia, entrenamiento, etc.), el régimen de Nicaragua, con el silencio cómplice, criminal, de sus aliados de siempre, hacen totalmente lo contrario.
Los hechos hablan por sí solos: el régimen promueve aglomeraciones masivas, cero prevención, etc., ante el silencio criminal del Gran Capital y sus subordinados políticos. El objetivo parece ser propiciar un contagio masivo.
Hablar de tregua desde la oposición es intentar lavarse las manos e irrespetar nuestra inteligencia. Por el contrario, no denunciar enérgicamente ese propósito los convierte en cómplices criminales. Unos por accion. Otros por omisión.
Hablo del sistema en su totalidad porque esa actitud -que parece ilógica e irracional en principio-, no es solamente una actitud del régimen, sino también de sus aliados, los nuevos oligarcas del sandinismo, el Gran Capital y la falsa oposición incorporada a una Coalición plagada de vendepatrias y cómplices.
Olvidémonos de apelar a esta falsa oposición para que intercedan ante el nuevo poder económico del sandinismo y ante el Gran Capital para que ayuden con sus recursos al pueblo ante la inevitable crisis que provocará el COVID-19 en Nicaragua. Sería como pedirle a un vampiro que done sangre a sus propias víctimas.
Esta es una realidad que desde hace tiempo debimos comprender. Es la cruda realidad. Debería resultar más que obvio para todos. Ninguno de esos poderes llama enérgicamente a un aislamiento de la población como medida de contención al COVID-19 porque eso sería equivalente a llamar a un Paro Indefinido Total (al cual nunca llamaron antes) que amenazaría sus intereses económicos. Nuevamente el factor económico pesa más que la vida del pueblo.
Al mismo tiempo, si el virus se llega a propagar catastróficamente en Nicaragua -como inevitablemente parece que ocurrirá-, toda esta mafia estará apostando a recibir ayuda económica internacional: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Centroamericano de Integración Económica, etc.
La dictadura y sus aliados buscan aprovechar la pandemia y usarla como una salida temporal, un parche a la crisis desencadenada a partir de Abril 2018.
Además de buscar en ella un respiro económico, una variante que les de oxígeno por un tiempo adicional, buscan un borrón y cuenta nueva, lavarse la cara antes de la fecha de elecciones en 2021. Los fondos a recibir seguramente serán repartidos entre los mafiosos. Una mínima parte será tal vez para fines médicos y lo demás para reforzar y continuar la represión crimínal, la paz de los cementerios.
La inacción y la negligencia ante el avance inevitable de la pandemia es un crimen más de lesa humanidad. Y de esto no es solamente responsable la dictadura, sino también sus aliados: los nuevos oligarcas del sandinismo, el Gran Capital y sus subordinados; la falsa oposición aglutinada en la Coalición.
No me canso de repetirlo. El sistema de plutocracia dictatorial y oligopolio que existe actualmente en Nicaragua, en alianza con el Gran Capital, es de naturaleza criminal. Sus acciones al día de hoy así lo reafirman.
Una verdadera oposición en Nicaragua debe buscar la unidad con propósitos, con sentido de urgencia -con el claro objetivo de tomar el poder como medio propicio para lograr la derrota total, estructural e irreversible del sistema-. Es una necesidad impostergable.
Para lograr un nuevo orden y fundar una verdadera República, la salida debe ser insurreccional, cívica, organizada. No puede haber salida constitucional porque la tiranía no respeta las leyes. Hay que lograr la unidad con propósitos y formar un Gobierno de Transición, con una Junta de Gobierno de Transición y una Asamblea Constituyente.
Si el Gran Capital quiere demostrar que está del lado del pueblo, debe dejar a un lado su alianza con los nuevos oligarcas y apoyar un Gobierno de Transición que contribuya a fundar el nuevo Estado democrático de Nicaragua. Tienen la palabra.