Dos poemas inéditos de Nicasio Urbina
Nicasio Urbina
Me interpongo
A Alvarito Conrado
Llevo el agua, en mis piernas
el agua, no es la lluvia,
es el grito ensordecido del lamento,
es el agua,
es el desierto de la vida y de la muerte,
Es el grito en la mochila
y el zapato.
Ella me ama, pero yo
deseo el agua.
Gritan todos, gritan
sin saber cuál es el tiempo.
Muertos, muertos, muertos…
Aquí no ha muerto nadie.
Todos hemos vivido en el silencio.
Es solo una vocación la que te espera,
un amasijo de músculos timbrantes,
el bíceps y el hipotálamo
se confunden,
y siempre hay un alma que los tienta.
Esta es fácil correría,
orgías de leyes me condenan.
La moto que me lleva me tortura,
me repele el ruido, la caricia, el firmamento.
No soy yo, sino mi sombra.
Agua, agua, agua…
Me duele la señora y sus anillos,
la médula espinal de la tortura,
la rótula, el árbol de hojalata,
y la estúpida función del organismo.
Heme aquí, al final de este
pasillo indefinido,
luchando por mis lagos y volcanes,
por la tierra que nos quitan,
la tortilla y el frijol complementario.
Me duele respirar y me interpongo.
Cincinnati, junio 2020
Sandor
A Sandor Domus,
monaguillo asesinado por la dictadura el 14 de junio de 2018,
Pulcros son los días de guardar
de capilla ardiente y de
absolución
de los juegos de la infancia y la inocencia
de catequesis y de redención
Tardes con incienso y con lecturas
con recreos ominosos de
consagración
canciones que se escuchan a lo lejos
salmos, versículos, odas
Cardos en el jardín de la infancia
y suculentas flores al atardecer
pecados
que cuelgan de las sotanas blancas
y de las hostias de la redención
Tiernos abrazos de mi madre
que en el amanecer recubren mi
piel
el amor, la comida, las piedras
del camino y la catedral
Sordos balazos penetran la sombra
y una bala encuentra mi cuerpo
sangre
las fieras del hombre profanan el canto
y me desvanezco a solas sin ser
Sandor Domus muerto monaguillo
ser azul y blanco de la inocencia
dictador
que todo contamina en esta
Nicaragua turbia de amor
Cincinnati, agosto 2020