Duele respirar, poesía para respirar profundo (Poemas de Carlos Alemán Rivas)

Introducción de Madeline Mendieta

Paúl Valéry resumía que un poema es 10% inspiración y 90% transpiración. Esta frase es una de las tantas que los grandes maestros reconocen como el ejercicio poético o la orfebrería de la palabra. 

La inspiración existe, decía Picasso, pero nos debe encontrar trabajando. Por tanto para un escritor o un poeta la inspiración puede por el aleteo imperceptible de una abeja, hasta el estruendo apocalíptico de una zona de guerra. Vivir y experimentar para luego transpirar, exhalar, escribir. Su taller creativo radica en los sentidos. 

Transpirar, exhalar es un acto de sobrevivencia biológica. Necesitamos ese ciclo respiratorio para que nuestro organismo mueva esa maquinaria donde el flujo sanguíneo es bombeado por los pulmones. 

Pero ¿qué tiene que ver este proceso con el acto creativo? Muchos lo piensan como una mujer envuelta en una toga con un peinado griego. Pero el acto poético empieza con la observación, con la escucha, el gusto, el tacto, todos confabulan para encender nuestras emociones, alegría, rabia, ira, tristeza, duda. Podríamos aventurarnos a decir que la creación pasa por un laboratorio de sinestesia o una celebración de los sentidos. 

Álvaro Conrado, ilustración de Alain Pallais
Ilustración de Alain Pallais

“Me duele Respirar”, fue una frase que inmortalizó Álvaro Conrado, un jovencito de 15 años que se escapó de su casa para apoyar las protestas de abril 2018 y su garganta fue atravesada por el disparo de un francotirador, según el informe de los expertos. 

Álvaro fue el segundo adolescente que el cañón de un fúsil le impidió que pudiera seguir el proceso natural de respirar y exhalar. Adicionalmente, dos hospitales le negaron atención médica, desangrándose frente a nuestras incrédulas miradas. El país entero se conmovió y la represión fue en escalada. 

Hay en la agonía de este adolescente un poético, pues mientras le daban primeros auxilios exhaló: “Me duele Respirar”. El dolor también tiene un efecto profundamente poético y desgarrador. 

Carlos Alemán es un poeta que me arriesgo a confirmar que pasó por este proceso. Tomó como escenario los dolorosos acontecimientos y los plasmó en poemas. Tomando como título la frase de Conrado soltó ese respiro poético y nos ofrece un libro que respira y expira el azufre del volcán abrilesco.

Menciono el azufre porque somos un país con una franja volcánica relevante.

Durante la represión el bromuro de bencilo aturdía las gargantas, enceguecía a los testigos que protestaban en la calle. El poeta Alemán nos dice: “Déjame protestar por vos al menos con estas líneas”.  La poesía es un estallido de emociones. En este poemario la voz poética de Carlos Alemán nos conduce por muchos eventos que además de provocarnos ira, indignación, también abrió profundas heridas en nuestra sociedad. 

En otro poema nos aclara: “El dolor muerde cada ángulo de mi memoria”. Y es que el dolor de Nicaragua es ancestral, desde su independencia ha estado sumida en confrontaciones, pugnas de poder que siempre desencadenan duelo y espanto. 

Es por eso que la poesía y el arte nos han dado anhelos, pero también han sido un referente de una memoria colectiva de expresar lo que otros no pueden: “un día habrá justicia, seremos un cadáver en iguales circunstancias”, así lo sentencia Alemán en otro poema. 

Justicia es una palabra que ha cobrado otro sentido en nuestro país que todavía chorrea sangre de la tráquea de Álvaro Conrado, y que escucha los gritos de la madre de Marcelo Mayorga, otra víctima de la represión, pidiendo ayuda para socorrerlo. Estas y otras escenas las recrea en su poesía Carlos Alemán, quien en un tono revelatorio nos confirma lo que Octavio Paz decía: «los poemas no son confesiones, son revelaciones». 

En cada verso nos revela la crueldad, el dolor, el exilio forzado de todo un pueblo. Pero también a través de la figura de Monseñor Silvio Báez, de los homenajes a Monimbó y otros lugares del país nos ofrece esperanzas y nos pide “que no se olviden sus nombres que no queden habitando solos”. 

Cada nombre rompe la memoria porque cada poema cala en los pulmones, nos llena de ilusiones de una patria nuestra donde se pueda respirar sin llantos reprimidos, en la que podamos salir a las calles a suspirar bocanadas de libertad; sentarnos en algún lugar de la memoria para recordar a todos los que dejaron sus susurros esparcidos por el viento, sus voces en las hojas que mecen los árboles, en cada puño que sostiene una bandera que ondea el azul y blanco, que continúa palpitando.

Poemas de Carlos Alemán Rivas

Yo maté a Alvarito Conrado

“No porque hayas caído 
tu luz es menos alta”.

Nicolás Guillén

Soy yo el responsable de tu muerte,
ha sido mi indiferencia, mi inacción ante los hechos
la que te mató.

Fui yo el que permitió que ese soldado al no estar presente 
te disparara,
fui yo el que le permitió llegar a este gobierno
tan lejos.
Fui yo el que permitió que se construyera esta empresa familiar para comprar, vender y revender el país.

Alvarito, perdoname y decile a los otros que también lo hagan,
pero tu lucha es justa y sigue, 
y tu sangre pura limpiará Nicaragua de tanta corrupción.

Ya no le seguiremos dando poder a los poderosos.

La misma patria los devorará y los vomitará,
desaparecerán en carne y hueso, hasta que todo rastro de existencia se transforme en una sombra embarrada en el asfalto.

Ya no habrá mancha roja en nuestra bandera, Alvarito.

Dejame protestar por vos al menos con estas líneas
y condenar a este gobierno y al malvado que no le tembló la mano y te arrancó la vida,
condeno a estos malditos que permitieron que se destruyera este país que solía ser un Edén.

Alvarito, ya lo sé, urge que actúe donde vea injusticia,
que luche por los demás y defienda el acto de honor a pesar de las consecuencias. Y sentir que la vergüenza nos penetra con violentas estocadas el corazón y la cabeza y la conciencia, si no lo hacemos así.

Urge dejar de buscar las migajas de un gobierno que nos utiliza como basura. Urge dar más valor a la dignidad que al dinero. Urge defender a nuestros hijos, hermanos, padres, vecinos, sociedad. Urge el apoyo entre hermanos.

Pero mientras no exista organización, solo existirán urgencias.

Alvarito, ahora que termino, decime ¿cómo estás?
Contestame el teléfono de la casa del Padre y decime si ya podés respirar.

Mientras tanto, PERDÓN Y HASTA PRONTO.

Epitafios 

“Los que entregan su vida 
por amor a la patria nunca mueren, 
solo se vuelven invisibles. 
Siguen con nosotros… 
solo debemos escucharlos con el corazón”.
El autor

Que no se olviden sus nombres.
Han apagado la música de sus vidas,
pero sus melodías persistirán.
Hoy todos nuestros héroes danzan con los ángeles.
Que no queden enterradas sus memorias
en el camposanto del olvido,
donde los altares del espíritu
son sarcófagos de la indiferencia.

Que no dejen de temblar sus pasos 
en esta tierra de lagos y volcanes,
que la inconsciencia no los entierre 
en el hollín de los recuerdos y, que
no se asfixie en el tiempo
la eternidad de sus humildes huellas.

Que no se olviden sus nombres,
que no queden habitando solos 
en este jardín de ángeles yacentes, 
adornados con epitafios nostálgicos
grabados con letras del alma 
sobre cruces anónimas de la ausencia.

Que no se olviden sus nombres
en las oscuras perífrasis de la memoria,
no olvidemos a nuestros hermanos de 
sangre y de patria,
que no se empolven en las veredas del olvido.
No olvidemos a quienes murieron desarmados por los desalmados,
entregando la vida,
luchando por una Nicaragua libre,
contra los dogmas y estratos de la tiranía.

Arcilla de Dios

a Mons. Silvio Báez, pastor con
carne de pueblo.

Mezcla de cielo y tierra,
proyecto humano y divino…
que en cada herida se hace rostro
y en cada entrega se hace pueblo.
Tu palabra es barro de vida,
tu voz es manantial de agua fresca,
eres amor que se hace esperanza
en cada dolor del hermano.
Eres pan que florece en el horno de la patria…
Gracias por tu entrega
y por tus jornadas con sabor a cruz,
han sido racimos de amor tus oraciones.
De los surcos de tus manos
brotan fuentes de valentía, patria y amor.
Dios te ha sembrado en esta tierra 
para que la hagas fértil
y seas cosecha abundante de su palabra.
Silvio, en fin, eres el banco que acoge sin prisas 
nuestras tardes enrojecidas y nuestro sufrimiento. 
Eres esa puerta 
que permite entrar en el prado divino del retiro 
donde nos espera, callado, tu rocío por la mañana.