El arquero invisible de Silvio Ambrogi
Revista Abril presenta esta muestra de la poesía de Silvio Ambrogi en su libro El arquero invisible en que los mitos y dioses de la antigüedad reviven un eterno retorno. Incluimos comentarios de presentación del libro, por el escritor Danilo López Román, y el epílogo escrito por el poeta Erwin Silva.
El arquero invisible de Silvio Ambrogi Román
Danilo López Román
El autor es escritor y arquitecto.
Todos estamos familiarizados con la poesía de Silvio Ambrogi Román… para los que no: Silvio tiene de Góngora, de Quevedo, de Carpentier, de Nicolas Guillén, pero sobre todo tiene de Silvio Ambrogi. Me atrevo a decir que es el único poeta nicaragüense… y quizá latinoamericano que escribe en esa veta… que sabe tañer esa lira tan compleja.
En El arquero invisible, continuando su evolución poética, Silvio nos muestra otras facetas:
Su capacidad de emular a los grandes:
- Con su poema “Prometeo” ¿no evocamos acaso el poema “A Hagesidamo” del griego Píndaro?
- En su poema “A Borges desde Borges”, ¿no resume toda la obra poética del inmenso poeta argentino?
- Con su poema “Apolonia, bailarina del aire”, ¿no recordamos al romano Ovidio y su “Arte de Amar”?
“Alado en vuelos infinitos Viaja en el desdén de la noche” parafraseando a Huidobro.
El arquero invisible es a veces caudaloso, imponente como en el “Canto imposible del ojo al rumor de sirenas”
Y también un susurro, mesurado como en “Nemotecnia”.
Salomón de la Selva recreó en prosa la mitología griega con su perfecta novela Sagrada Familia.
En El arquero invisible Silvio es recreador de mitos griegos con su magistral poesía. Empezando con Prometeo, dedicado a los periodistas que luchan en Nicaragua -que también me recuerda a Camus y su obra El rebelde.
Pero, además, este arquero está ligado a nuestra historia nicaragüense, la lejana y la actual, en la que nos azota el flagelo de un dictador asesino como nunca se había visto.
En fin, este libro es academia, tribuna, arenga y emulación de la cultura griega que nos aportó principios, ideas y conceptos básicos como democracia, ética, política, estética, república.
Para terminar, los poetas somos rebeldes por naturaleza. Rehusamos usar al lenguaje de manera convencional. Lo usamos para levantar y acallar sociedades e historias.
Silvio nos convence de un modo racional, bello y verdadero que la poesía es también una forma convencional del discurso político y social.
Por eso, en un sentido crucial, es apropiado, incluso esencial, no solamente leer y disfrutar, sino estudiar la poesía de Silvio Ambrogi Román.
Muchas gracias.
Danilo López Román, 8/31/19
Prometeo
A los periodistas del mundo que luchan, padecen y mueren por el fuego de la verdad.
“Thou art a symbol and a sign
To mortals of their fate and force; …
Triumphant where it dares defy
And making Death a Victory.”
“Eres para los mortales símbolo y señal
De su destino y su fuerza; …
Triunfante donde se atreve el desafío,
haciendo de la Muerte una Victoria.”
“Prometeo”
Lord Byron
(Inglaterra, 1788 -1824)
La fuerza vital y eternal del fuego hace vibrar
los cielos siempre
y los mortales son merecedores de su asombro
por necesidad o vanidad,
aunque los relámpagos de furia y resplandor divinos truenen.
Gigante Titán:
Evocamos tu salvadora imagen
desde todos los tiempos
cuando tu fuerza y tu valor desmedido retuercen
la tenacidad férrea,
de soportar por treinta mil años
el dolor constante y lacerante…
Atado por Hermes el mensajero a la tortura divina
del omnipotente Zeus,
ya que la vertiente de divinidad también el hombre la posee.
El musculo asombroso y divino atado a la roca
con cadenas de oro celeste,
tu sufrimiento estirado sobre la occidental historia mítica,
porque tu reto fue capaz de humillar al rey
de los cielos olímpicos.
Pues la soledad no exprime y marchita a los valientes,
la tenacidad y la tortura no doblega a los decididos,
las cadenas que imposibilitan la luz
desde las sombras del Averno
no son suficiente para la decidida voluntad
de un dios a favor de su pueblo.
Por qué fuiste tú, quién nos diste las chispas
de esplendor del sol.
La divina llama tentadora, dadora y sostenedora
de la vida en sí…
La injusticia mutada en águila o buitre de picos
sanguinarios que hieren a diario
el hígado de tu resistencia sin límites
y tu profundo sentido
de compromiso con la mortal criatura
de la mano de Epimeteo.
Tu recia estatura titánica y valiente
heredada de Jápeto tu padre
y de la ondulación marina y constante
de la Nereida Clímene,
tu rechazo hábil de Pandora la telúrica criatura de Hefesto
pues traía con el ánfora de los dioses,
desgracias funestas para los hombres
y por la raza humana tu inefable sacrificio de salvación…
Amarrado por la vanidad del supremo del olimpo,
encadenado por la pasión envidiosa de los divinos dioses
Hermes el mensajero tejió y urdió el terrible castigo
ordenado por Zeus,
al que soportaste con tesón y estoicismo divino…
Pero tenía que ser Heracles el de los notables trabajos,
que diera muerte al águila o buitre (pájaro de los castigos)
y liberarte de aquella tortura,
pues en el ánfora de Pandora, al final yacía
dormida la esperanza
verdes como las terrenales montañas,
vergeles,
ríos y lagos agrestes,
tu hazaña vence los laberintos de la muerte
y clama la victoria de la raza,
soberbia y hábil la resistencia liberadora del héroe,
donde la inteligencia
y la razón salvaron el curso del ser humano,
en ansias de su felicidad.
Solo el amor entrona sus alas en el pedestal limpio de la
¡Justicia!
Jinotepe, abril del 2001.
Pegaso
Al jinete infinito: Armando A. Solórzano Silva
Imposible espuela de luz, para montar el invisible corcel celeste
porque alas de mágico esplendor llevan aire inmaculado:
¡La inocencia!
¡Equus divino! cascolotea nubes doradas de atardecer en cielos de estío
bajo riendas multicolores del arcoíris elevan sombras sobre vasto azul mar,
mensajero olímpico, hermano de unicornios dulces que pacen en Umbría
relinchan con luz de astros y elevan su montura de ondulado misterio…
corriendo entre dioses olímpicos dorados,
abre sus portales a tu aleteo ilustre.
Perros de Argos ven temblar al viento tus belfos perfumados de dulce armonía
ánforas dormidas en siglos lucen relieves bajos de alabastro, tu figura hermosa
¿Quién sino este semidiós? Piel de anemona temprana y perfume de jazmín
que calza sandalia de lo eterno, monta imagen en sueño tenaz y desmedido,
solo gloria de héroes, solo tú y Perseo atlético
pudieron asirse a sus crenchas para domar su paso,
su vuelo mágico y tu pregunta que viene desde lejos…
Miami, Florida – 2009.
Helena de Troya
A Thelma Sevilla Jacoby.
“La pasión sigue precipitando al hades
muchas almas valerosas”
“Ilíada”
Homero
Mujer; grano de vida, desde lo inmemorial ondulando
astros eclipsados te llamo:
Con los mismos hexámetros del rapsoda estirado en cantos
sentidos desde los propios linajes: mythos et héroes,
izados por milenios,
sueños navegando leyendas, tiempos soterrados
de glorias y lamentos
ni caballos, ni escudos, ni espadas, ni cascos, ni lanzas enlutadas de luchas
sandalia herida de muerte del Héctor magnifico
en lágrimas de Príamo
iracundia feroz del mirmidón Aquiles, cuyo fantasma gime al Hades: Helenai
diez años de guerra agotadas por mar y altos muros infranqueables de puerto
ciego amor del rapsoda sonámbulo llega sonando sin poderlos enterrar…
desde que Zeus – cisne – descendió, acariciando y poseyendo recodos de Leda,
huevo cósmico, contuvo tu cuerpo de rosicler tersura,
ancho bastión de Casiopea
para tu mano asida a un rey espartano, encadenara amplio perfil de semidiosa
libre como el aire del mar, destinada a brazos mortales de príncipe robusto…
¡Tú, adusta mujer primaveral!
De remolón semblante, imán de viril impulso
airado pelo áureo, trigal maduro despeñado
en tus desnudos hombros,
eternal belleza repartida por siglos,
manos besadas por canto de alondra
en clamor dulcimer tus ojos, levantó tiernamente Afrodita sus dedos mágicos
develando eros terrenal te habita desde la lejanía de Menelao, Atrida ciego
deshaciendo expectante, atadura que juzga traición
– embajada troyana –
olímpico código divino de profecía,
en la alcoba de Hécuba preñada
la angustiosa suerte de cenizas insolubles
de la ciudad que caería
por ciego amor del príncipe lactante,
– tenía que morir desde su vientre –
pero; dorada manzana, dura elección del pastor,
surcado por deidades
designio impostergable que dioses tejen
en destinos de los súbditos…
Tímido arrojo, púber pecho atlético, te traspasó:
Joven
rubio
robusto
embajador de Troya, de impulso estelar,
dio pulsión a tu adusta beldad:
Helena,
Helenísima,
helénicas Helenizadas,
hechizadas por gallarda sombra…
palidecen los gorriones, las abejas dulcifican
carcaj del Eros vendado y atroz
invisible arquero, ciñe el arco d´or para flechar a los amantes, fiero cupidillo…
tus ojos preñados de miel recorrían musculatura de Paris, parado por el pórtico del palacio,
erguido como gigante, sobre muros de ciudad que divisa el mar…
Bésense abriendo labios a las noches estrelladas
y tibias del verano en flor,
aire Mediterráneo bajo rumor de mariposas ciegas,
se aman:
sobre luchas y fatigas…
Canto nocturno mortal de lechuza,
agita la cabeza de Casandra Pitonisa
traspasando poros angustiado de reino,
lágrimas tiernas de Andrómaca
las cejas de Alejandro, despiden estrellas últimas
desde las torres
sublime ensoñación, Helena tocando rostro mi canto, estirando la nada
desplegando corazón enmudecido, aunque aúllen
infernales perros,
tiemble el fuego y caigan murallas
que altura de Apolo concedió
ardan llamas de amor, lanza de París en talón de Aquiles,
por ciudad moribunda,
descendiendo bajo el humo del palacio majestuoso
hundido,
cayéndose…
Mueran:
Príncipes,
reyes y
dinastías
arranque mitos, para que el poeta cante siempre al pie de lira
esta historia de amor, estelar y telúrica guerra
¡Por la belleza!
Jinotepe, Carazo – 2017.
Memorial de Aquiles
“Dans la nuit du tombeau, toi qui m’as consolé,
Rends-moi le Pausilippe et la mer d’Italie,
La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé,
Et la treille où le pampre à la rose s’allie.”
“En noches sepulcrales tú que me consolaste
el Pausílipo dame, la mar de Italia vuélveme,
la flor que amaba tanto mi desolado espíritu,
la parra donde el pámpano a la rosa se alía.”
“El desdichado”
Gérard de Nerval
(París, 1808-1855)
¿Hasta dónde escondido Eros nos arrincona
contra espadas invisibles?
La ira de un hombre elegido para una guerra:
Con mirmidón escudo
amenazan la calma de un viajero pintado
en las ánforas de Esparta.
¿Por qué la daga del desdén provoca tempestades de instintos ciegos?
El arquero de invisible posibilidad dispara
el certero dardo penetrando
el pecho abierto del semidiós entristecido,
pues la sangre del durazno es higo amielado,
labio de Patroclo inerte en la tarde que lo sepulta…
Corazón destapado divisando la cerrada puerta
del deseo inagotable
su agilidad maestra de invulnerabilidad baño que Tetis madre le diera,
detrás del velo blanco que se adelanta para guardar
el rito funerario
la sonrisa es la posibilidad del labio: Mudo, entreabierto, horizontal
no palabras
no risa
no beso
no quejido
no voz…
hay una niebla gris que envuelve el perseguido
objeto destejido
evaporando la voluptuosidad itinerante,
que se pierde deslizándose a lo lejos,
guardado pájaro, ave de carnes hondas desplumándose
sigues poblando eso desiertos de abierta angustia,
descansa árbol de vida
vertical savia-semen hecha de vitales asombros,
más que la dividida fuente me llama:
La clepsidra en medio del jardín, donde las aguas cantan sinuosidades
nos recuerda vivos adheridos a sus oídos sordos,
la natural musicalidad de las cosas,
bebiéndonos las costumbres al vuelo enhiesto del gamo…
Deshechas águilas, brillan sus redondos ojos mieles
de eterno sabor áureo
esta mirada suplicante, rapto absurdo,
que se me vuelve sueño navegable
vacíos héroes carcomidos en la nada,
peregrina historia de trovadores ciegos
sombra alada de Niké, no saberse despedida,
densa gaviota de ligero adiós
barco encallado en silentes marejadas,
voraz intensidad de mementos
que estallaron sin brillos en los espejos negros
girando en las corrientes de los siglos,
del día aquél del Equus encumbrado, ecos de cuervo roto
chillido ronco de los cuernos nocturnos,
amordazada la irisada ilusión se imagan:
Sexoladas,
invernada la posibilidad de Ilión,
sin rostro victorioso
vulnerable sandalia de Aquiles – el mestizo -:
Dioses et hombres ocultándose…
se apaga bajo la acerada lanza de Paris tembloroso,
traspasando vulnerable talón del que goza gloria de morirse
alcanzando ola invisible de barquero neblinoso,
cuya moneda surca infiernos helados y gloria en llamas
derruidas divinidades de ciudad cenizada que se apagan:
Sin Briseida, Ifigenia, Helena;
sin Patroclo, ni Héctor el fornido
– Reino evaporado –
Pavorreal ecuestre en guardado escudo por los siglos venideros
casco prestado a la rígida muerte, que lo aísla y deshoja
¡Evaporándole!
Washington D.C. – 2003.
Odiseo…
Al poeta: Erwin Silva Zúñiga
I
Un eco de guerra bordea la memoria
no por laureado olivo y colomba blanca de bandera
es un héroe que no termina de llegar…
¿Qué bandadas de pájaros gitanos volaron
aterrados sobre el cielo del mar?
¿Qué delfines marcharon junto a las quillas
enloquecidas por llegar?
¿Secaron de nostalgia los viejos astrolabios de la muerte?
¿Qué brújulas fantasmas te harían retornar
a las olas sempiternas que vaivenan el tiempo,
carcomiendo los pasos del vencedor del mar?
Lejos… Habituadas a la Penelopía
ruecan las damas íngrimas tejiendo:
Soledades
silencios
saudades
maneras de distancias estrategias de esperas
un hilo interminable que resucita texturas en la aurora
una tela inmortal que disponen los dioses.
Melancolía en el aire verde de Ítaca
arquea Telémaco su adiestramiento
su gacelaje agilizado; gamo en llamas al acecho
corría bajo los ojos del ayo.
¡Oh tu Odiseo! Las tretas del Equus
es un estigma que Poseidón no olvida
la prudencia del caballo, frente a los muros de la ciudad
hoy, bajo el polvo y la ceniza, sobre el arco de la tarde
surten de las olas del mar de casa de Neptuno
brazos de laberintos marinos, red Odiseicas
para yacer en un lecho de espumas
II
Asirenado eco trénzate al mástil negro de la nave
y desesperas
Circe propone sus múltiples halagos
su hechicería no es mortal para tu astucia
un duro pasado sobre las ruinas de Ílion
no es vano para regresar temprano a casa.
Hay una orquídea lejanía bajo el cristal inmóvil
una gruta de vanas ilusiones con Calipso
en cuya piel hay un sabor igual al que liban las abejas.
Paralelan tus viajes las congojas de un reino
ronda tu casa príncipe pretendiendo mujer y trono,
nubados pasatiempos encanecen la espera
ruega en el canto mientras teje Penélope,
solo espera el mismo pecho aguerrido
los ojos que traspasaron su ternura
preñándolos de amor para siempre,
la misma testa rizada y prudente
aunque acechen pretendientes desesperados
los labios que solo poseen el sabor de Odiseo,
quien no exprimió las uvas para el ciclope
pastor desolado gimiendo Galateos deseos
como brindis de muerte
sino solo por el deseo de volver.
III
Achicada distancia de azahar,
fuente recordando un gesto congelado en el sueño
aguas discurriendo; pasado, hoy por venir,
halcón acorralado por la amarillez de la muerte
tragándose ayeres confusos de regresos,
funde la luna a Narciso con la noche…
No es tarde aún, con el fuego redivivo
para el retorno.
Borges desde Borges
(Homenaje)
Al poeta Danilo López Román.
“Asqueado de todo esto,
me resisto a vivir”
Soneto 66
William Shakespeare
(Inglaterra, 1564-1616)
Porque la vida, es una erudita nostalgia circular invisible
monumental abandono del trabajo filosófico del tiempo.
Insondable eternidad en río de Heráclito
y su posibilidad dialéctica,
memoria del paso liviano del hombre
en busca de la verdad y su misterio,
juego de ajedrez bicolor sobre el dilema
del otro y el mismo…
Abismo del minotauro como símbolo que retuerce
el enigma del Mitema.
El alto desdén por las obras de la civilización
y su carga histórica,
por la infinita biblioteca tan vasta
como las arenas del desierto
que derriten a la Esfinge y sus interrogaciones
sutiles y onduladas
en universo transitorio y banal, como la vida de una araña.
Inexistente como la ilusión de un sueño,
y el estiramiento de la cifra…
Infinitud numérica de combinaciones aritméticas
y la ecuación piramidal,
geometría que sus formas contienen finitud de universos
y posibilidades en:
puntos
líneas
círculos
arcos
hipérboles
cubos
y poliedros…
Por la sombra de Spinoza y las virtudes inacabadas de Alonso Quijano
el amor neblinoso y frío anglosajón,
por Inglaterra y Edimburgo.
Por la certeza de Ulises perdido en las barbas de Poseidón
y su venganza
por las antiguas pirámides y las catedrales
de Francia y Alemania
por el Islam y la península Ibérica,
los patios y el aljibe de Granada.
Desnudo laberinto de Knosos en Creta inmemorial,
de columnas rosadas.
Los trabajos de Jasón, la asombrosa memoria de Tebas
en el mediterráneo,
por el legionario romano que asoló Cartago
y el capitel que aún perdura,
por la misteriosa tarde en la cruz
en la colina desnuda de Jerusalén.
El llanto inútil por las batallas de Junín,
en la memoria del general Borges,
la fundación mítica de Buenos Aires,
las confiterías,
el mate
y los asados.
El hebreo que aprendiste por alcanzar la cábala
y tu obstinada curiosidad
la versión del cóncavo cristal de Alicia en la estrategia
de Lewis Carroll
por la carta de Lucano de Córdoba
y las brisas del Guadalquivir
los cantones de Suiza y oposición al lunfardo y las milongas
por las tardes conversando en los cafés de Palermo
y la Florida
por la historia del puñal del gaucho y la caída de Cesar
y su perfil que pude contemplar
en las monedas inagotables de los museos.
Por la lengua de Northumbria, las espadas
y las hachas Druidas
las sagas de Ibsen que hacen de Suecia
un delicioso lago múltiple,
por la presencia insular de la trebolada Irlanda verde
y sus fiordos
ese helado frío lejano y autumnal de Islandia,
el largo día de Noruega
en las auroras boreales que nunca divisaste,
florecidas en tu imaginación.
El jardín cargado de jazmines en ese estirado velo
de las mil y una noches,
el bastón, las monedas, el atlas, el lomo inagotable
de los libros
la eternidad del agua, que también son los ríos de la tierra,
largos y caudalosos
los viajes, las brújulas, océanos, la memoria de un nicaragüense como Darío.
El osario del Ganges, el muro interminable de China que divisé en mi sueño
el grandioso mausoleo de Halicarnaso y el edén
que robo la boca de Adán en forma de manzana
en el primer abrazo de Eva y sus tentaciones.
Por esas redes blandas del Tigris y del Éufrates
de jardines colgantes
que bañaron al paraíso y construyeron
los muros de Babilonia
por la heroica memoria cantada de Homero
y su báculo peregrino.
Por la astucia del famoso caballo de Troya,
sus reyes vencidos
por Alejandro bifronte y el funeral de su caballo
al asaltar India…
Desde la ceguera de un hombre, que detuvo su mano en otra
mano infinitamente, el maravilloso perfil de María Kodama,
sin sostener el anillo de Moebius en los raíles de las ciudades.
Por el mínimo cuento de la fábula oriental asombrosa:
“… de aquel rey o monarca que soñó una vez, ser una mariposa
y que al despertar no sabía, si la mariposa era rey,
o el rey mariposa…”.
Miami, Florida – 2003.
Memoria de abril
A la dama cubana Rosario Rodríguez.
“Su vago verde gira
En la estación más breve del rocío.”
Noche Insular: Jardines invisibles
José Lezama Lima
(Cuba, 1910-1976)
Este tiempo me conduce hacia el deshojado instante.
¿Qué cisnes invisibles sobrevuelan el amapoleaje
bajo la luna rosa desde un lejano malecón?
Me recuerdo en un parque otoñecido
con el bronce de sus hojas
cayendo onduladamente en anaranjado ocaso.
Sus días de romántico transito guardados
en una charolada cartera
con las fotografías sepias de:
Hugo del Carril y Carlos Gardel,
un tornasolado libro bien conservado
de las rimas de Bécquer
era entonces la adolescencia transitada
por fuentes que cantan
bajo un ramaje de clepsidras escondida,
en jardines imaginarios,
alamedas verdes donde crecen pájaros infinitos
y aleteos tenues de mariposas multicolores,
gorriones tímidos de intermitentes aleteos.
Una isla para nacer con tritones que suenan al amanecer
un sueño que reposa en el laberinto de un espejo
un Centauro ahogado en la cruz de una gaviota
un rosario de azabache tirado en las arenas
el aire azucarado con canela en colores pinareños de la abeja
el zigzagueo zumbón del carnaval que me canta en el bongó,
bajo el palmoleaje eternizado de ese marmarisimo Caribe.
No soy de estos lares repite al eco de la tarde
– llévenme para allá –
que me siento cubana hasta el alma de la brisa
que me envuelve
bajo el último sol de abril que me sepulta.
Hialeah, Florida – 1989.
Piedra de Resurrección
Al Dr. Duilio Ambrogi Román
Cueva como fosa sepulcral asignada al bajarlo;
de Arimatea el hombre que cedió el recinto
largo de silencios y frialdades de soledad
el oscuro paseo donde la muerte conduce al anima.
Esta piedra sepulcral que guardó tu cuerpo temporal
se abre desnudamente al tercer día de tu plan
agitando tu gloriosa resurrección de luz
delante de tu inevitable regreso.
Epílogo: El arquero invisible de Silvio Ambrogi y los instrumentos míticos para cantar
Erwin Silva
El autor es poeta y académico.
Todos estos poemas guardados en la aljaba de El arquero invisible constituyen un viaje a la semilla, es decir, un retorno al origen, a los inicios de la poesía de Silvio Ambrogi que se vale de los mitos y las leyendas griegas para la propuesta de su propio lenguaje poético.
Los textos iniciales de su canto se refieren a personajes míticos, excepto el poema de J.L. Borges y otros dos textos. Y es aquí donde pongo mi oído hermenéutico para interpretar esa relación temprana de mito y poesía que se ayuntan en el poemario de Ambrogi. Por esto digo, en el principio de toda representación del mundo se enfunda el mito y el mito como fábula que puede crear la poiesis.
En la antigua religión de los griegos, los dioses se conciben como una presencia numinosa ante la que la conciencia humana está abierta a la luz de ellos como todos los seres y los entes. Y se revelan en sueños, profecías y oráculos. Los dioses son pasiones reflejas o fabulosos padres que cohabitan con los humanos engendrando semidioses y héroes y se entremezclan en sus guerras y odiseas, porque hay también eso de los mitos del viaje y la nostalgia y del eterno retorno de lo mismo o de edades áureas y de regiones sombrías como el Orco, y esto me hace recordar el verso de Ezra Pound: “The shadowy flowers of Orcus”.
Por esto, los dioses griegos no se entienden sino como una teofanía, a decir de Walter Friedrich Otto, como una manifestación divina constante en la vida cotidiana de los seres humanos.
Ambrogi refiere mitos y revisita mitos por medio de unas palabras que se encantan a sí mismas, va creando un lenguaje poético que se pliega y se repliega sobre sí en expresiones, neologismos e imágenes. Hasta el extremo o el borde del abismo donde arriesga romper con la unidad, pero vuelve sobre sí, hablando suavemente sobre los dioses.
Pero ¿Acaso hoy nos importan los dioses cuando aún esperamos que un dios pueda salvarnos todavía? ¿Dioses en un tiempo de obsesiones y de angustia?
Lo cierto es que en El arquero invisible los dioses y los héroes y sus metamorfosis, aventuras y líos amorosos no son sino pretextos, instrumentos órficos, un palabrar y un cantar sobre las divinidades con un ritmo que susurra un mensaje para hoy en estas páginas que Silvio Ambrogi ha escogido para darlas al lector y al intérprete que hallarán en ellas significado, belleza y esplendor.