El caso Renault: qué hacer cuando un magnate colabora con la opresión política
<<Sin que paguen todos los culpables, los cómplices y los beneficiarios del crimen, y sin que se indemnice a las víctimas ––hasta donde sea posible, ya que el asesinato de un ser humano no puede deshacerse––no hay justicia; sin justicia el crimen es rentable; si el crimen es rentable, porque la impunidad reina, habrá más crímenes, los criminales terminarán la orgía de sangre con más poder que antes. La tragedia habrá sido su premio. Y nunca habrá democracia, mucho menos libertad.>>
Louis Renault fue un destacado empresario francés, fundador de la compañía automotriz Renault. Durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial, la empresa de Renault colaboró con los nazis al producir vehículos para el ejército alemán. Este hecho desencadenó una serie de acontecimientos legales y políticos significativos en la posguerra.
Colaboración con los Nazis:
Durante la ocupación alemana de Francia (1940-1944), Renault continuó operando su fábrica, produciendo camiones y otros vehículos para la máquina de guerra alemana. La justificación ofrecida a menudo para esta colaboración fue la coerción bajo ocupación, donde mantener la fábrica operativa se veía como una necesidad para preservar los empleos y la integridad de la empresa en medio de una situación difícil.
Castigo y Expropiación:
Arresto y Muerte: no había trascurrido un mes completo desde la liberación de París a fines de Agosto de 1944 cuando el gobierno provisional ordenó el arresto, el 24 de Septiembre, de Louis Renault. Las nuevas autoridades lo acusaron de colaboracionismo. Falleció en prisión, en Octubre del mismo año, sin alcanzar juicio. Como es común en estos casos, hubo controversia acerca de las circunstancias de su muerte.
Expropiación de Renault: En 1945, el gobierno provisional––entonces, hasta la transición a la 4ª República en 1946, dirigido por Charles de Gaulle–– ordenó la expropiación y nacionalización de las fábricas de Renault. La medida se justificó bajo el argumento de sancionar la colaboración con el enemigo y reconstruir la nación sobre bases éticas y sociales renovadas.
50 años más tarde, a partir de 1994, el gobierno francés comenzó a vender acciones de la empresa al público como parte de un movimiento más amplio hacia la privatización de industrias estatales durante ese tiempo. Sin embargo, el Estado francés todavía posee una participación significativa (estimada en el 15%) de la propiedad de la que es una de las empresas productoras de automóviles más importantes del mundo (algunos estimados la colocan cerca de la undécima posición).
“Izquierda” y “derecha” en el caso Renault
Conviene al aprendizaje de las realidades políticas recordar que la expropiación total de Renault ocurrió bajo la autoridad de un personaje, el General De Gaulle, quien hoy, en el reduccionismo basto que domina la ignorancia histórica, es sinónimo de “derecha”.
La simplificación extrema desinforma, por supuesto, más de lo que instruye, de lo cual es también ejemplo la reducción a membrete del líder bajo cuyo gobierno se inició la privatización mayoritaria de Renault. Se trata de François Mitterrand, gran figura del Parti Socialist (PS), el Partido Socialista de Francia.
Rásquense la cabeza en confusión quienes solo entienden de etiquetas y no logran rascar siquiera la superficie de lo real.
Para añadir algún detalle a la política que transcurría mientras se castigaba a Monsieur Renault, hay que recordar que el gobierno provisional del General Charles de Gaulle duró desde 1944 hasta enero de 1946. En este periodo, el GPRF (Gobierno Provisional de la República Francesa) se centró en la reconstrucción del país, la purga de colaboracionistas, la preparación de nuevas instituciones democráticas y la reinstauración del poder del nuevo gobierno sobre la administración de las colonias.
En enero de 1946, Charles de Gaulle renunciaba a su cargo, en parte debido a desacuerdos políticos sobre la dirección futura del país y sobre el diseño de la nueva constitución. Lo sucedió Félix Gouin, del Partido Socialista que entonces (desde 1905 hasta 1969) se conocía como SFIO, Section Française de l’Internationale Ouvrière (Sección Francesa de la Internacional Obrera).
Estará explotando ya la cabeza de los pobres etiqueteros… Seguramente pensarán que Francia es Cuba, Cuba es Nicaragua, y, por tanto, Francia es Nicaragua. O al revés. O alguna combinación de revés y derecho.
Justificación Filosófica y Legal:
1. Responsabilidad Colectiva y Justicia Retributiva: La nacionalización y sanciones aplicadas a colaboracionistas como Renault se basan en principios de justicia retributiva, donde se busca imponer sanciones proporcionales a las faltas cometidas. Para los nuevos líderes franceses de la posguerra, el hecho de que Renault se beneficiara de producir para los nazis era un acto que había que enjuiciar si es que iba a instalarse o restaurarse el sentido de justicia social en la sociedad. “Justicia social”, dicho sea de paso, que es ahora criatura diabólica en el mundo de los membretes y la ignorancia. La “justicia social”, dicen, es “invento de izquierdosos”.
2. Razones de Estado y Reconstrucción Nacional: En el contexto de la posguerra, las decisiones estaban motivadas por la necesidad de llevar a cabo una purificación política y moral, reforzando la legitimidad del gobierno al mostrar una postura fuerte contra aquellos que colaboraron con el régimen nazi.
3. Precedente Legal y Filosófico: La idea de que el interés nacional puede legitimar la expropiación y castigo de quienes actúan en contra del bienestar colectivo está en línea con argumentos de filósofos como Rousseau, quien enfatizó el contrato social y el bien común como superiores a intereses individuales.
Lecciones y Rastros Legales y Políticos:
Reconstrucción y Reconciliación: El caso de Renault ha destacado la tensión entre justicia y necesidad económica, un equilibrio que muchos gobiernos deben gestionar en la reconstrucción tras regímenes autoritarios. Puede pesar, además de los criterios de justicia retributiva, la necesidad de financiar el resarcimiento de las víctimas directas de la represión, de la cual el colaboracionista fue beneficiario (ventas al Estado represor) a la vez que contribuyente material y/o moral.
Derechos Humanos y Jurisprudencia Internacional: La experiencia de la posguerra en Europa con colaboracionistas ha contribuido al desarrollo de estándares internacionales de derechos humanos y normas sobre la responsabilidad individual ante crímenes de estado.
Ejemplos y Documentos Relevantes:
Para quien se interese en aumentar su conocimiento sobre los hechos antes descritos, hay abundante documentación oficial del gobierno provisional francés, además de las leyes de des-nazificación en Alemania y las resoluciones de la ONU sobre derechos humanos y crímenes de lesa humanidad. También hay numerosos estudios históricos y legales sobre la época posguerra.
Conclusión:
La historia de Louis Renault y su empresa es un recordatorio poderoso de las complejidades morales y legales que emergen en tiempos de conflicto, incitando reflexiones sobre ética empresarial, responsabilidad personal, pero sobre todo acerca de los caminos a la reconciliación nacional que, como ilustra el caso, requieren de justicia, tanto retributiva, como de resarcimiento.
Sin que paguen todos los culpables, los cómplices y los beneficiarios del crimen, y sin que se indemnice a las víctimas ––hasta donde sea posible, ya que el asesinato de un ser humano no puede deshacerse––no hay justicia; sin justicia el crimen es rentable; si el crimen es rentable, porque la impunidad reina, habrá más crímenes, los criminales terminarán la orgía de sangre con más poder que antes. La tragedia habrá sido su premio. Y nunca habrá democracia, mucho menos libertad.
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.