El Correismo: un recuerdo que da votos
Saúl Hernández Rosales
Director Creativo de Chaguaramos Consulting Group. Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador. Master en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Sorbonne Nouvelle Paris III. Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela. Profesor en CLACSO y Editor General de la revista D'Cimarron.
Cuando vivía en Buenos Aires, escuché a un periodista en televisión que dijo que el peronismo era “un recuerdo que daba votos”. En el momento la frase me pareció frívola. Estaba concentrado en mis lecturas de Laclau y por supuesto, consideraba al peronismo como un modelo político más complejo.
Ecuador es un país con una historia política reciente muy inestable. A pesar de la ausencia de conflictos internos virulentos y sus dictablandas, Es imposible identificar un momento en su historia contemporánea, en el que haya tenido un sistema de partidos de larga duración. La gobernabilidad, siempre fue un problema. De hecho, durante la década espasmódica (1997-2007) previa a la llegada de Rafael Correa al poder, el palacio de Carondelet tuvo 7 inquilinos (Abdalá Bucaram, Rosalía Arteaga, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacios). Rafael Correa gobernó toda la década posterior (2007-2017) y su sucesor va a culminar el gobierno este año 2021, a pesar de la pandemia y la recesión económica.
No me extenderé acerca de la década correista. Sabemos que cambió la constitución pero dejó la dolarización, bajó los niveles de pobreza, hizo crecer la economía, modernizó las instituciones y no sucumbió a la tentación de la reelección indefinida como Hugo Chávez y Evo Morales. Aparte, le dio certeza y estabilidad a un país que venía de una década convulsa. Escándalos de corrupción aparte.
Su delfín en la presidencia, ganó las elecciones en el 2017 pero luego dio un giro ideológico. Redujo el Estado, realizo medidas de flexibilización laboral, eliminó impuestos, suprimió subsidios y se acercó a EEUU. Volviendo a las analogías con el peronismo, Lenin Moreno fue al correismo lo que Menem al peronismo.
Correa es muy difícil de clasificar, respecto a lo que Raymond Aron llamaba “las dos hemiplejias equivalentes” de izquierda y derecha. Si pensamos en la agenda liberal (aborto, eutanasia, matrimonio igualitario y despenalización de las drogas) es evidentemente de derecha. A nivel económico, podemos considerarlo de izquierda, pero está lejos de Bolivia y mucho más lejos de Venezuela. A nivel político, muy a pesar de su personalidad invasiva y narcisista, resultó más republicano que Hugo Chávez y Evo Morales. Está más cercano a lo que explicaba Laclau en la razón populista que a la social-democracia.
Ahora bien, si Arauz gana la presidencia el próximo 11 de abril. El correismo habría logrado gobernar el país durante casi dos décadas, configurándose como la única corriente política en la historia de Ecuador que logre mantenerse en el poder tanto tiempo. Habiendo además sobrevivido al exilio y a la deslealtad de su sucesor. Esto, es una proeza.
Al final, Correa apela a su primer gobierno para apoyar a Arauz sin tener ninguna evidencia de que esta vez, no salga como con Lenin Moreno. Sin embargo, en todas las encuestas, supera a Guillermo Lasso por más de diez puntos.
El correismo ya es un recuerdo que da votos.