El diario La Prensa y la Bolsa de Valores: celebración cómplice y miopía económica

Carlos Quinto
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«En una situación de declive económico controlado pero constante, sin visos de mejoría, en presencia de sanciones y amenazas de sanciones aun más efectivas que desestimularían al inversionista racional mas osado, ¿que inversionista bona fide, en su sano juicio, arriesgaría su dinero en Nicaragua?»

Es una información de esas que generalmente pasan bajo el radar, pero son, sin embargo, reveladoras: el periódico La Prensa, vocero oficial de la Coalición Pro Restauración del Status Quo AC-Amcham-Dictadura, ha anunciado un repunte espectacular de la Bolsa de Valores de Nicaragua. [“Bolsa de Valores de Nicaragua empieza el año con pie derecho, pero su recuperación está aún por verse”; LP, 3 de febrero de 2020]

El propio gerente general de la Bolsa prudentemente puso en perspectiva el resultado para moderar el optimismo desbocado —e injustificado— de La Prensa, cuya celebración muestra cuán desesperados están los voceros de los intereses empresariales coludidos con Ortega por reportar la “normalidad” y afirmar su compromiso con el sacrosanto objetivo del empresariado cómplice de “evitar daños a la economía”; aunque sea al costo –aceptable para ellos, pero intolerable para la nación– de eternizar la vida del régimen.

Las cifras por las que el periódico en cuestión se puso jubilosamente a tirar cohetes, son patéticas si comparamos manzanas con manzanas y con períodos pasados realmente relevantes, y pueden no ser mas que un fenómeno aislado tipo hipo financiero. Porque nada en la situación económica del país los explica; surge la pregunta que irrita y molesta: en una situación de declive económico controlado pero constante, sin visos de mejoría, en presencia de sanciones y amenazas de sanciones aun más efectivas que desestimularían al inversionista racional mas osado, ¿que inversionista bona fide, en su sano juicio, arriesgaría su dinero en Nicaragua?

Las alternativas no son muchas, y ninguna es buena para la salud y credibilidad de una bolsa de valores regulada y supervisada por organismos financieros serios. La responsabilidad y riesgo son enormes. Tras muchos años de gestión plácida, su Gerente General se enfrenta, por primera vez, a un reto a la altura de su capacidad.

Si los “inversionistas” pertenecen a las categorías que podemos imaginar (blancos actuales y futuros de sanciones individuales e institucionales), en lugar de celebrar, la Bolsa podría estar cavando su tumba.