El “general” no tiene quien le crea

<< ¿Estamos en capacidad y disposición de pedirle a la justicia costarricense la apertura de investigación criminal contra HOS por enriquecimiento ilícito y blanqueo de capitales?>>

El “general” Humberto Ortega Saavedra (en lo sucesivo HOS) es de esos personajes que generan reacciones de todos los tipos. El arquetipo de “la sombra tras el trono”. Ese que se sabe que está ahí, tirando de los hilos del poder. Que accede a las diferentes fuentes de poder real existente en una sociedad, especialmente de aquellos que tienen una puerta trasera de acceso al ejército, a las cúpulas empresariales, a las reuniones privadas del clero y que es informado de manera preferente y expedita por los órganos de inteligencia. Y que, además, dispone de otra puerta lateral que le permite entrar y salir del mundo del crimen organizado. Esa es parte de la renta que produce la asignación de los títulos de “general de ejército”, “fundador del ejército”, “estratega militar” y “guerrillero”.

Toda la América Latina sufre el mismo fenómeno: los generales y exgenerales son actores políticos que hay que tomar en cuenta, con la singularidad de que todos actúan en las sombras. Sea como conspiradores para desestabilizar o derrocar al gobierno en ejercicio o como consejeros, aliados o colaboradores del régimen en funciones.  Y, especialmente en momentos de crisis, la política Latinoamericana vuelve su mirada hacia los uniformes verdeolivos, a la mano dura. A los mecanismos de dominación y sometimiento violentos. 

Si echamos una mirada a toda Latinoamérica veremos que los generales y sus ejércitos sólo nos han servido para eclipsar nuestras incipientes democracias, para ejecutar las violaciones más horrendas y detestables de nuestros derechos humanos y para torpedear la consolidación de nuestras instituciones.

<<No [debemos] dejarnos guiar por los torpedos cazabobos que dispara [el “general” Humberto Ortega], sino diseccionar con bisturí lo que nos dice y cómo lo dice. Sin que ello nos lleve a rendirle culto ni a olvidar todos sus crímenes de guerra, sus actos de corrupción y de enriquecimiento a expensas del pueblo nicaragüense.>>

HOS personifica todo eso. Por lo que, al aparecer de forma insistente y tan protagónica en el escenario público, además de hacerle los merecidos memes, debemos tomarlo en serio. No dejarnos guiar por los torpedos cazabobos que dispara, sino diseccionar con bisturí lo que nos dice y cómo lo dice. Sin que ello nos lleve a rendirle culto ni a olvidar todos sus crímenes de guerra, sus actos de corrupción y de enriquecimiento a expensas del pueblo nicaragüense. 

La activa presencia de HOS nos vuelve a abrir la ventana hacia el pasado, donde él junto con DOS incurrieron en múltiples conductas criminales. Por lo que aprovechando el papel protagónico que quiere jugar deberíamos incluir en nuestra agenda (la agenda de la disidencia) algunos aspectos relacionados con HOS y la búsqueda de verdad, justicia, reparación y no repetición. 

Una vez avanzado nuestro retorno a la democracia ¿podremos llevar a juicio, ajustado a los más altos estándares jurídicos y de garantías procesales, a Humberto Ortega, por los múltiples crímenes de guerra que cometió? ¿Seremos capaces de abrir investigación criminal por corrupción y delitos financieros, tanto en Costa Rica como en Nicaragua,  contra HOS, de manera que el Estado de Nicaragua sea resarcido por los daños financieros que el ex “general” le causó? ¿Estamos en capacidad y disposición de pedirle a la justicia costarricense la apertura de investigación criminal contra HOS por enriquecimiento ilícito y blanqueo de capitales? Puesto que es evidente que la familia dictatorial Ortega-Murillo blanquea los capitales que extrae del erario nicaragüense a través de maniobras financieras/empresariales que HOS ejecuta en y desde Costa Rica ¿Que motiva al Estado costarricense a hacerse de la vista gorda ante las evidentes actividades de legitimación de activos que realiza Humberto Ortega en su territorio y a través de sus instituciones financieras?

Los casos del general chileno Augusto Pinochet y, más recientemente, de los generales guatemaltecos Efraín Ríos Montt y Héctor Mario López Fuentes,  muestran lo complicado que es llevar a juicio a este tipo de personajes. A la vez, ellos demuestran la importancia que tienen sus juicios como “una reivindicación para las víctimas y sus familias, así como la reafirmación del principio de que los ataques indiscriminados a las comunidades civiles…nunca pueden ser justificados” (WOLA, 2013).

Ulises Girondo
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