El Isis neonazi: una radiografía del fundamentalismo supremacista en Estados Unidos de América

Armando Añel
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El director del FBI, Christopher Wray, dijo al Congreso en septiembre del 2020 que, desde octubre de 2018, la mayoría de las investigaciones de terrorismo interno de su oficina han estado vinculadas al supremacismo blanco.

Parecía que Occidente se había librado del fundamentalismo, ¿cierto? El lector asentirá pensando, seguramente, en ISIS, la gran amenaza yihadista. Pero, por desgracia, no se trata del único fundamentalismo al acecho en el mundo libre: otro tan extremo como el de ISIS, con quien comparte múltiples inclinaciones y paranoias, crece en el corazón del Primer Mundo, en los mismísimos Estados Unidos. Y este mismo perro con diferente collar no solo ladra, también muerde mortalmente. Como su colega islámico, desgarra cuellos y llega a la yugular. Me refiero al supremacismo neonazi o terrorismo de ultraderecha. 

Al final de este artículo demostraré comparativamente por qué no exagero a propósito de las similitudes entre ambos fundamentalismos. Por ahora, adelanto algunos pocos datos, o ejemplos, para desarrollar el tema y visualizar el alcance de este flagelo de la democracia y el Estado de Derecho que ha encontrado en las redes sociales y las teorías de la conspiración, lo mismo que ISIS, terreno fértil para sembrar y cosechar terror, expandiendo una cultura de la violencia cuyo objetivo fundamental pasa por acabar con la diversidad, con el diferente:

  • Los extremistas de ultraderecha perpetraron dos tercios de los ataques y complots terroristas en los Estados Unidos en 2019 y más del 90 por ciento entre el 1 de enero y el 8 de mayo de 2020 (según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, CSIS).
  • Más personas (49) fueron asesinadas por extremistas de extrema derecha en Estados Unidos en 2018 que en cualquier otro año desde el atentado de la ciudad de Oklahoma en 1995 (según la revista Time).
  • Entre 1994 y 2020, hubo 893 complots y ataques terroristas en los Estados Unidos. En general, los terroristas de ultraderecha perpetraron la mayoría (57 por ciento) de todos los ataques y complots durante este período, en comparación con el 25 por ciento cometido por terroristas de ultraizquierda, el 15 por ciento por terroristas religiosos, el 3 por ciento por etnonacionalistas y el 0,7 por ciento por terroristas varios (según el CSIS).
  • Entre 2009 y 2018, organizaciones o individuos supremacistas han sido responsables del 73 por ciento de las muertes relacionadas con el extremismo terrorista en Estados Unidos (según la Anti-Defamation League, ADL).
  • En 2017 tuvo lugar un récord nacional: 53 episodios de terrorismo de ultraderecha en Estados Unidos (según el CSIS).
  • En los años 2018 y 2019, el supremacismo fue responsable de más del 90 por ciento de las muertes por ataques terroristas (según el CSIS).
  • “Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley afirman que el cáncer del ultranacionalismo blanco ha hecho metástasis en las redes sociales y los rincones oscuros de Internet, creando un efecto de imitación en el que los aspirantes a asesinos buscan superarse unos a otros” (revista Time).
  • El director del FBI, Christopher Wray, dijo al Congreso en septiembre del 2020 que, desde octubre de 2018, la mayoría de las investigaciones de terrorismo interno de su oficina han estado vinculadas al supremacismo blanco.

Hasta aquí algunas citas y datos que pueden dar una idea de cuán peligroso resulta el creciente avance del terrorismo nacionalista, o supremacista, en Estados Unidos, asociado al movimiento aceleracionista y a toda clase de Fake News -en este apartado cabe destacar la influencia rusa- y teorías de la conspiración. Como ISIS respecto a los regímenes de Oriente Medio, los aceleracionistas afirman que la desaparición de los gobiernos occidentales debe acelerarse para crear un cambio social y establecer un etnoestado exclusivo (para blancos en este caso), cortando por lo sano la continuidad de “El Gran Reemplazo” (teoría conspirativa según la cual está en marcha una operación para reemplazar a las mayorías blancas en Estados Unidos).

A continuación, cierro con lo prometido al principio, una comparativa -incompleta pero ilustrativa- cuyo objetivo es demostrar por qué no exagero a propósito de las similitudes entre el ISIS que ya conocemos, el yihadista, y este “ISIS” supremacista estadounidense:

  • Ambos fundamentalismos coinciden en su animosidad hacia todo aquello que no comulgue con sus rígidos postulados o simplemente no se les parezca (hacia el diferente).
  • Ambos fundamentalismos coinciden en su visión de la mujer como un ser inferior o de segunda categoría.
  • Ambos fundamentalismos coinciden en su visión de la homosexualidad, entendida como una “desviación” que debe ser eliminada.
  • Ambos fundamentalismos ven a ateos, agnósticos o simplemente practicantes de otras religiones como enemigos y/o potenciales víctimas de acciones terroristas dirigidas a restaurar la “normalidad”.
  • Ambos fundamentalismos son antisemitas.
  • Ambos fundamentalismos gustan de armarse hasta los dientes, exhibirse en plan amenazador y disuadir por medio del terrorismo.
  • The Base, un movimiento aceleracionista neonazi, maneja un proceso de investigación para seleccionar a posibles reclutas similar al utilizado por al-Qaeda (CSIS).
  • En una publicación de Internet en junio de 2019, un miembro de la supremacista Atomwaffen Division (AWD) declaró: «La cultura del martirio y la insurgencia dentro de grupos como los talibanes y el ISIS es algo digno de admirar y reproducir en el movimiento terrorista neonazi de Estados Unidos» (CSIS).

Armando Añel

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