El “paseo” de Brenes a “la residencia” de Monseñor Álvarez

(Documento vergüenza 2022)

Queda para la historia de Nicaragua, y de la Iglesia, la vergüenza, el pecado de omisión de quienes, como ha dicho el Padre Edwing Román, tienen el deber de hablar, pero no lo hacen. Pero queda, por supuesto, la coherencia, la integridad manifestada con heroísmo por quizás la mayor parte del clero, para castigar con su contraste la imagen de sumisión, claudicación y complicidad que han presentado el Cardenal Brenes y la mayoría de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. 

El episodio de hoy, 19 de agosto de 2022 [anoto la fecha para la Historia], es un ejemplo particularmente patético de ese abandono de responsabilidades, cuando no de traición de credo.  

“La arquidiócesis de Managua» [no el Cardenal Leopoldo Brenes, “Polito”] reitera su solidaridad y «cercanía», no con Monseñor Álvarez, cuyo nombre el cardenal ha evitado mencionar en recientes ocasiones, sino con «la arquidiócesis de Matagalpa”. Digamos que es más o menos como un saludo de un edificio a otro edificio, o de un equipo a otro equipo; es casi un “a quien concierna”, alejado lo más posible de la responsabilidad, a distancia de cualquier detalle que pueda enojar a ciertos poderosos. A pesar de todo, hay que felicitar a la arquidiócesis por ser capaz de ver, a esa distancia, que parece haber habido «un acontecimiento» en Matagalpa. Nos queda el misterio: ¿cuál habrá sido? ¿Un incendio en la cocina? ¿Un accidente de carro? ¿Una enfermedad repentina del obispo de Matagalpa?

No nos dicen, pero al menos «la arquidiócesis» nos dice que «el Sr. Arzobispo Cardenal tuvo la oportunidad de visitar y conversar con Monseñor Álvarez en su RESIDENCIA FAMILIAR …» 

Pasa por mi mente la frase «qué vida más serena, Monseñor Álvarez disfrutando del calor de su hogar, recibiendo a sus amigos«… Se imagina uno a dos viejos colegas que «han tenido la oportunidad» de reunirse para tomar limonada y apagar el calor, o algo así.

Pero, qué vaina, ¿verdad?, la vida tiene «situaciones»; no es perfecta: «la arquidiócesis» nos cuenta el detallito de que la salud de Monseñor Álvarez, su «condición física»… «está desmejorada«. ¿Qué le habrá pasado a Monseñor? ¿Qué habrá sido? ¿Tendrá algo que ver con el «acontecimiento»? «La arquidiócesis» no explica [es que no hay que andar con chismes entre gente seria]; no nos dice a qué se debe que Monseñor este enfermito. Solo que está de buen ánimo [qué alivio, ¡ya debe estar mejor!]. 

«La arquidiócesis», eso sí, nos dice que debemos rezar para que una cierta «compleja situación«, que aparentemente nos afecta «a todos«, se resuelva a través del «entendimiento respetuoso«.

Qué bueno que «la arquidiócesis» nos tenga, a su manera, sabia y prudente, al tanto de todo. Es mejor así, para que no anden los malintencionados inventando calumnias, como que Monseñor Álvarez tenía 15 días de estar secuestrado en la Curia Arzobispal de Matagalpa, de donde tropas de asalto, en números suficientes para combate puerta a puerta ––rifles contra hostias; soldados entrenados para matar contra curas entrenados para predicar la Biblia; torturadores contra confesores–– lo sacaron a las 3 de la madrugada junto a los sacerdotes que con él se encontraban bajo asedio, para trasladarlo forzosamente a Managua, a “su residencia” bajo régimen de casa por cárcel.

Pero en eso de prudencia la arquidiócesis no le llega ni a los tobillos al Vaticano y su diplomacia invisible, ¿o cómo es que dicen sus defensores?: “diplomacia secreta”.  

En otras palabras, orgullosamente proclaman que conspiran, de esta manera apartando al pueblo de Nicaragua del proceso. Qué bueno que nos ayudan conversando “secretamente” con quien mata, secuestra y exilia. En su momento, con toda seguridad (y ellos escogerán el momento) nos pasarán las órdenes sobre cómo debemos convivir con la tiranía, gracias al “ingenio” de los diplomáticos Vaticanos, el evidente desinterés (permítanme ser generoso), del actual Papa, y, aquí me perdonan los malos modales, la complicidad del Cardenal Brenes con el chayo-orteguismo. 

Pero bueno, seamos humildes, aunque nos cueste. Aunque seamos tan ilusos de pretender que como nicaragüenses el país es nuestro y nadie debe negociar a nuestras espaldas, reconozcamos que el Cardenal y el Vaticano nos ayudan a evitar esos rumores 

malignos que impiden el «entendimiento respetuoso» entre… 

¿Entre quienes? 

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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