El peligroso — e ingenuo — juego geopolítico de Ortega
Oscar René Vargas
Un orden mundial tripolar
Todas las estructuras del viejo orden mundial, ONU, FMI, BM y OMC, son disfuncionales. Tras la Segunda Guerra Mundial, este orden se organizó alrededor de distintos polos. Al inicio, fue bipolar, con la competencia de Estados Unidos y la Unión Soviética por el dominio y, con el fracaso de esta última, se tornó unipolar. Las tendencias al nuevo orden tripolar iniciaron desde la crisis financiera internacional de 2008-2009 cuando China se rebeló ante el liderazgo de la globalización de EEUU.
Michael Klare –académico del Hampshire College, Massachusetts, propuso el concepto del “orden tripolar” para hablar de EEUU, China y Rusia, las tres potencias cuyas interacciones configuran el rumbo político, económico y social del planeta entero.
Asimismo, Zbigniew Brzezinski propone un arreglo tripolar entre las máximas potencias militares –EEUU, Rusia, China– que configure la doctrina geoestratégica mundial con el fin de paliar “el desaliñado orden global”.
Un mundo multipolar
Según Alexéi Pushkov, influyente senador ruso, EEUU ya ha perdido la posición de única superpotencia. China reclama el liderazgo, Rusia ha restaurado su potencial militar y político, y varias potencias regionales actúan según lo consideren necesario, tal como es el caso de Turquía, Irán e India.
En consecuencia, el mundo actual es multipolar; aunque militarmente siga siendo tripolar. Por ello Obama impuso sanciones – inoperantes- a una Rusia a la que puso a la defensiva; al igual que a China, con el estrangulamiento mercantilista del incinerado ATP. El nuevo orden tripolar de Rusia, China y EEUU reemplazará la caída de la hegemonía de EEUU en el ámbito global.
Según Alexéi Pushkov, la caída total de la hegemonía estadounidense no es un proceso rápido. Los cambios angulares para ello podrían darse en. los próximos 10 años, o tal vez un poco antes, por implosión.
El referido político ruso especializado en asuntos internacionales considera que la influencia y el papel de Rusia aumentará en la próxima década. Es decir, el nuevo orden mundial será tripolar, integrado por Rusia/China/EEUU o no lo será. Mientras China y Rusia ostentan una alianza estratégica, la ofensiva geopolítica y militar norteamericana ha incrementado su cerco a Rusia y ha llegado a un límite en China.
Según el ex subsecretario del Tesoro de EEUU, Paul Craig Roberts, «La alianza que están tejiendo Moscú y Pekín no solo impulsará su propio desarrollo industrial sino también decidirá el futuro de la política global”.
Rusia y China: las mayores amenazas para la seguridad de los Estados Unidos
Según el jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de EEUU, Vincent Stewart afirmó que Rusia y China podrían ser las mayores amenazas para la seguridad nacional de Estados Unidos. Por ello, recalcó la necesidad de «estudiar sus capacidades atentamente para saber qué esperar de ellos, manteniendo el equilibrio, por supuesto, porque podemos perder algo más en el mundo.”
No hay que desatender en este escenario las relaciones Nicaragua-Rusia. Los últimos acontecimientos (visita de una delegación oficial nicaragüense a Moscú, visita del canciller a Abjasia a Nicaragua, comunicados oficiales rusos apoyando al régimen y la firma del Convenio sobre la colaboración sobre Seguridad Informática), son eventos que indican que el régimen Ortega-Murillo está diseñando una estrategia orientada a buscar el paragua geopolítico de Rusia y romper el cerco diplomático internacional, cada vez más reducido.
Nicaragua: un peligroso—e ingenuo– juego geopolítico
Ortega está llevando a Nicaragua a un peligroso juego geopolítico, cuya finalidad es convertirla en una suerte de cabeza de puente contra los Estados Unidos, lo que será difícilmente aceptado por el establishment norteamericano. En consecuencia, el objetivo puede ser más bien reducir el control de los EEUU; que no sea tan inexpugnable y que pueda ser derrumbado: estrategia ya implementada en los años ochenta del siglo XX.
Todo parece indicar que el régimen tiene la idea que el nuevo orden tripolar le puede permitir jugar a las contradicciones entre Rusia y EEUU, evitando su aislamiento total. Con el Convenio de Seguridad Informática Rusia-Nicaragua se entra en la lógica de la disputa (entre EEUU, Rusia y China), del ciberespacio internacional y del ciberespionaje militarizado mundial. El régimen quiere transformarse en un peón del ajedrez geopolítico y geoestratégico mundial.
Igualmente, la intención del régimen sería establecer el ciberespionaje local para hackear los sistemas de computación, mensajes de correo electrónicos, redes sociales, y teléfonos móviles. De esa manera, lograría espiar y reprimir a los disidentes políticos, periodistas independientes, defensores de derechos humanos, médicos, abogados, empresarios, o cualquiera que exprese una opinión contraria.
El régimen parece creer que en un nuevo Yalta destinado a establecer las zonas de influencia del orden tripolar, Nicaragua, junto a Cuba y Venezuela puede ser incorporada a la zona de influencia rusa. Esto revela una muy ingenua visión geoestratégica del régimen al pretender que los Estados Unidos no considerará que cualquier cambio pueda representar una amenaza a para su seguridad nacional.
Debido al ciberespionaje militarizado, las relaciones entre Rusia-Nicaragua ponen en riesgo el control de los EEUU sobre Centroamérica, al tiempo que movilizan un cambio en la correlación de fuerzas militares y políticas al interior de la región centroamericana.