El régimen no tiene futuro, solo busca ganar un día más

A propósito de la continua discusión sobre estrategia, táctica y línea política en la lucha contra la dictadura de Ortega, un incisivo amigo me cuestiona: ¿quién pone la música? ¿quién la baila? ¿cómo dejar de ser reactivo y/o contestatario? ¿cómo tomar la iniciativa para generar una correlación de fuerzas favorable para el movimiento de resistencia?

Mi respuesta:

Primero hay que crear, articular, un movimiento, con todas las piezas que están sueltas, con toda la energía que yace en el desprecio que siente la población por el régimen.

Pero el que espere, para la música, una partitura ya escrita, impresa y limpia, no está en la realidad. Y el que pretenda buscar atajos, con la excusa falaz de que quiere evitar sufrimiento al pueblo, o que el pueblo no quiere, no contribuye a la lucha, sino a la continuidad del sistema. Y la continuidad del sistema no es ni eterna ni inevitable, pero requiere sacrificios. ¿De quién? Pues, como siempre ha sido y siempre será en la historia humana, de quien quiera y pueda aceptarlos, asumiendo que sus intereses los mueven a aceptarlos.

Por eso debemos abandonar el discurso fatalista, y el discurso que diseñan los enemigos del movimiento, según el cual, quienes llaman a la lucha son los insensibles, los maximalistas, los crueles, y ellos —ellos, precisamente, que pudieron haber salido de la dictadura el 15 de mayo del 2018 y escogieron no hacerlo— son los humanistas, los civilizados, juiciosos, considerados, los que salvarán al país.

Lo segundo que hay que entender es que, en estas cosas, aunque los enemigos del cambio maten al mensajero, o sea, a quienes denunciamos todas las maniobras políticas y mediáticas de la dictadura bicéfala, ahora en versión «humanista, humanitaria, compasiva», el cambio, tarde o temprano, habrá de ocurrir, porque el sistema es incapaz de dar respuesta a las mínimas necesidades de la población, y es tan inestable que necesita ejercer la represión terrorista de Estado diariamente. No tiene futuro, solo busca ganar ‘un día más’.

Los enemigos del cambio, que se especializan en cantinflear y mentir, usan su poder mediático para pintarnos a nosotros, los demócratas, como bocones insensatos, gente que no sabe lo que dice, precisamente porque sabemos lo que decimos, y ellos se tienen que conformar con intentar descalificarnos, con el asesinato moral, a falta de argumentos de fondo.

Y cuando la marea está baja, desaniman, confunden… pero estos son los momentos para contrarrestarlos con la verdad, a esperas del momento inevitable en que la marea cambie…

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