En Georgia, la tragedia y esperanza de los Estados Unidos de América
En medio de una semana turbulenta en el acontecer político estadounidense que incluyó una insólita sublevación, alentada por el propio Presidente de Estados Unidos para impedir la ceremonia de certificación de los resultados del Colegio Electoral, el estado de Georgia también fue escenario de hechos que probablemente tendrán un impacto duradero en la historia del país y, en el corto plazo, sobre la presidencia de Joe Biden.
Cambiando el rumbo de la historia electoral
Desde 1992 Georgia no votaba por un candidato presidencial Demócrata, y desde el 2000 no elegía a un senador federal de dicho partido. Este precedente fue ignorado por los votantes de este cambiante estado, quienes, en afluencia récord de casi 5 millones, eligieron a Joe Biden como Presidente –por escaso margen: 0.24%– durante el pasado 3 de noviembre, y tan solo dos meses después, en las elecciones de segunda vuelta del pasado 5 de enero, eligieron a Raphael Warnock y Jon Ossoff como los próximos senadores de dicho estado. Dichas elecciones, a pesar de ser de segunda vuelta, un tipo de comicios que generalmente atrae menos votantes, ocuparán el segundo lugar en participación electoral de la historia del Georgia, con alrededor de 4.5 millones de votantes. Warnock resultó vencedor con un margen que al final del conteo alcanzará alrededor del 2%, mientras que Ossoff saldría airoso por un margen de alrededor del 1%.
La diversidad demográfica se impone a las leyes racistas
La naturaleza histórica de estos eventos ocurre a varios niveles. Primeramente, Georgia ha sido un estado caracterizado por la discriminación racial, y a pesar de esto, eligió el mismo día a su primer senador negro, Warnock, 51, y a su primer senador judío, Ossoff, 33, quien también pasara a la historia como el primer senador milenial en llegar a Washington, DC.
Jon Ossoff
Raphael Warnock
Irónicamente, la elección de ambos fue en parte posible por las leyes de la era “Jim Crow”, diseñadas para evitar que miembros de minorías étnicas fuesen electos en estados del sur. Dichas leyes exigían que un candidato, para ganar en primera vuelta, consiguiera el 50% mas 1 de los votos. Dicho número era, para las minorías, casi imposible de alcanzar en el pasado, pero hoy en día el requisito de alcanzarlo permitió que ambos candidatos, en especial Ossoff, pasarán a segunda vuelta.
Ossoff había sido derrotado en la primera vuelta por 1.8% de margen por David Perdue, el actual titular, quien recibió el 49.7% de los votos. Mientras tanto, Warnock alcanzó 32% contra el 25% de la también senadora Republicana en funciones Kelly Loeffler. Ambos resultados ocurrieron dentro de lo que se ha dado en llamar una “jungle primary” [“elecciones primarias tipo jungla”], es decir, un proceso en el que los partidos no eligen un candidato único en primarias separadas, sino que pueden presentarse varios por cada formación para competir en la elección general, con el requisito de “50% más 1” en vigor.
Un doble golpe insólito a los Republicanos de Georgia
Los hechos de Georgia son también históricos en que dos senadores en funciones del mismo estado fueron derrotados el mismo día. Generalmente un senador en funciones es sumamente difícil de derrotar, y además el calendario electoral normal del Senado federal evita que dos senadores del mismo estado enfrenten simultáneamente a los votantes, a menos que haya una elección especial, como fue el caso de Loeffler, nombrada al curul del ex senador Johnny Isakson a inicios del 2020 por el gobernador Brian Kemp.
El balance de poder en el Congreso
Pero lo más importante de los eventos de esta semana en Georgia es que con las victorias de Warnock y Ossoff, los demócratas logran un empate 50-50 en el senado, que será roto por la Vicepresidenta-electa Kamala Harris, en su calidad de próxima Presidenta del Senado. Esto permitirá que los demócratas despojen a Mitch McConnell del liderato de la mayoría en el senado y de la potestad de manejar la agenda de votación y asignación a comités de este cuerpo legislativo. Alcanzar la triple corona que representa el ejecutivo, la cámara de representantes y el senado nunca fue más importante que en este momento, ya que, dada la polarización gubernamental de hoy en día, sin esta sería prácticamente imposible para Joe Biden pasar cualquier legislación significativa.
Con esta victoria, Biden tendrá ahora la oportunidad de pasar un nuevo plan de estímulo para incentivar la economía deprimida por la pandemia, realizar mejoras al sistema de salud, aprobar un plan de infraestructura que beneficie a las economías locales y a obreros de todos los grupos étnicos y geográficos, y pasar leyes que intenten mejorar la situación del país en materia de inmigración, derechos civiles y electorales, más el combate a los problemas fiscales, de corrupción, ciberseguridad, desinformación y terrorismo local que enfrenta el país. Biden también tendrá una mejor oportunidad de nombrar y ratificar el gabinete que estime apropiado, ahora que su partido estará a cargo del senado.
Esperemos que los hechos ocurridos en Georgia esta semana no solo sean positivos para este estado en evolución, sino que también permitan al Presidente electo enrumbar al país y a la sociedad estadounidense por el camino correcto después de un periodo de erosión democrática e institucional, caos y división.