Estados Unidos en tensión: ¿defensa del orden o abuso de poder?
En un hecho sin precedentes desde las manifestaciones por derechos civiles del siglo pasado, el gobierno federal ha enviado tropas a Los Ángeles para contener protestas ciudadanas. Este despliegue ha encendido alarmas sobre los límites del poder presidencial, el uso de la fuerza y la integridad del pacto constitucional.
La decisión fue tomada unilateralmente, sin consenso pleno del Congreso ni acuerdo del gobernador de California, quien ha calificado la acción como “una afrenta a la soberanía estatal y a los principios del federalismo”. Gobernadores de otros estados, como Nueva York, Illinois y Massachusetts, han expresado preocupación, mientras que Texas, aunque gobernado por republicanos, ha evitado respaldar la medida de forma clara, temiendo un efecto dominó en su propia población diversa y polarizada.
En un giro desconcertante, Elon Musk ha expresado apoyo parcial a las medidas, aparentemente buscando recoser su relación con el actual presidente. Esta postura contrasta con su distanciamiento previo y ha sido recibida con escepticismo entre líderes tecnológicos y financieros.
A nivel internacional, México, Canadá y varios países europeos han emitido comunicados llamando a la moderación, mientras que China ha aprovechado la ocasión para criticar lo que llama “la hipocresía de la democracia estadounidense”. América Latina observa con cautela, temiendo impactos económicos y sociales derivados de un posible aislamiento progresivo de EE. UU.
Los analistas constitucionales señalan que este tipo de intervención federal, sin una solicitud formal del estado afectado, no se había visto desde los años 60. El debate no es solo legal, sino moral: ¿cuándo la defensa del orden se convierte en un uso abusivo del poder?
Lo que está en juego no es solo el equilibrio político, sino la salud de una democracia que ha sido referente global. El actual clima de incertidumbre, marcado por la polarización y el uso selectivo de la ley, exige reflexión y vigilancia activa. Porque lo que se erosiona en silencio —la confianza, el pacto social, la legitimidad de las instituciones— puede tardar generaciones en reconstruirse.
Oky Arguello
