¿Existe el “abortismo”? Carta a un amigo sobre el tema que él considera razón suficiente para arriesgar la democracia en Estados Unidos [Parte I]

Francisco Larios
+ posts

El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

Artículos de Francisco Larios

…la verdadera interrogante, a espera de respuesta en el debate social: “¿Cómo debe tratar el sistema judicial de una sociedad democrática a una mujer que aborta, y a quienes la auxilian?

Estimado amigo, 

Civilizado le digo a tratar de hablar sobre temas complejos, en los cuales sabemos que hay diferentes dimensiones y que afectan la convivencia social, e incluso causan violencia, de manera tal que podamos organizar nuestras ideas, recabar la información, compartirla, y pasar sereno juicio, para ver cómo resolvemos conflictos, en lugar de agrandarlos.

Uno de estos conflictos tiene que ver con la legalidad del aborto. Entiendo que gente de buena voluntad y pensamiento razonable pueda pensar sobre esto de maneras diferentes, por la razón que mencioné arriba: el tema es complejo, tiene varias dimensiones y, por tanto, puede verse diferente desde distintos ángulos. “La realidad es proteica”, repetía con deleite perverso un antiguo profesor mío.

Desbrozar primero, plantar después

Por eso, hay que empezar por limpiar el terreno de falsedades, para ir viendo qué es verdad, qué es mentira, y avanzar en el análisis. Estos son hechos:

(1) El estado actual de las leyes que tienen que ver con el aborto en Estados Unidos no ha sido decidido en lo general por ningún Congreso, ni cuando los Republicanos han tenido mayoría absoluta, ni cuando los Demócratas la han tenido. [Te dejo las siguientes preguntas: si es verdad que los Republicanos son antiaborto, ¿por qué no lo prohibieron cuando tenían todo el poder para hacerlo?; y, si los Demócratas son proaborto hasta los 9 meses, o hasta el parto, ¿por qué no lo aprobaron cuando tenían todo el poder para hacerlo? Explorar estas preguntas puede darle a uno una mejor idea de las complejidades del tema, y –sobre todo–del verdadero apoyo del que gozan ambas posturas, más allá de la retórica de campaña de los políticos.] En medio del ruido estruendoso de la propaganda política, es posible que el ciudadano menos enterado se sorprenda de los datos que las gráficas siguientes muestran: el apoyo a la legalidad del aborto [bajo ciertas condiciones o irrestricta] es abrumadoramente mayoritario en Estados Unidos. De hecho, es mayoritario en cada uno de los bloques “ideológicos” asociados con las preferencias políticas declaradas por los encuestados.

Chart, line chart

Description automatically generated
Opinión Republicana sobre la legalidad del aborto, 1975-2020: para el 59% “debe ser legal bajo ciertas condiciones”; para el 13% debe ser “legal sin condiciones”; para el 27% debe ser “ilegal sin excepciones.”  Fuente: Gallup.

Chart, line chart

Description automatically generated
Opinión Demócrata sobre la legalidad del aborto, 1975-2020: para el 42% “debe ser legal bajo ciertas condiciones”; para el 49% debe ser “legal sin condiciones”; para el 8% debe ser “ilegal sin excepciones.”  Fuente: Gallup.

Chart, line chart

Description automatically generated
Opinión de Independientes sobre la legalidad del aborto, 1975-2020: para el 50% “debe ser legal bajo ciertas condiciones”; para el 26% debe ser “legal sin condiciones”; para el 23% debe ser “ilegal sin excepciones.”  Fuente: Gallup.

(2) La decisión de que el aborto, bajo ciertas restricciones, fuera legal, resultó del sistema judicial de Estados Unidos que–muy a pesar de los políticos– se ha mantenido terca y sorprendentemente independiente de los otros sistemas del poder. La Corte Suprema, hace más o menos 50 años, en un caso llamado Roe versus Wade, decidió que la Constitución de Estados Unidos implicaba un derecho de las mujeres a escoger ellas mismas continuar o no su embarazo. Desde entonces, todos los intentos de uno o de otro bando, o por una u otra persona, para cambiar las leyes, han terminado en la Corte Suprema que, a pesar de los cambios que ha experimentado en composición y filosofía judicial, ha mantenido, hasta la fecha, el dictamen de Roe versus Wade. En la tradición de jurisprudencia anglosajona es muy difícil que jueces o magistrados desafíen decisiones precedentes. Es una tradición que muchos ven bajo asalto, pero que a la fecha de este escrito se mantiene.

(3) Es falso que el aborto sea legal y sin restricciones a los 9 meses, mucho menos que sea legal matar a un recién nacido. Falso. Punto. Puede haber abortos como consecuencia de procedimientos para salvar la vida de la madre, en casos extremos. ¿Prohibirías estos? ¿Impondrías a una familia y a una madre en circunstancias ya angustiosas la obligación de pedir permiso a un extraño, a un burócrata del gobierno?  Hay casos de sobra de los que hablar, como ejemplos del peligro que esto supondría, aparte de que se trata, indudablemente, de abrir las puertas del Estado a la vida íntima. ¿No es esto totalitarismo? Dirán algunos que es “bueno”, porque obliga a hacer algo que consideran “bueno”.  El problema es que “totalitarismo bueno” es “totalitarismo”, y “bueno” es siempre el motivo que el poder aduce para crecer a expensas de los derechos individuales.  Valga también mencionar que muchos proponentes de la criminalización del aborto promueven una caricatura grosera de la mujer que espera 9 meses y luego, por un capricho “abortista” decide interrumpir su embarazo.  Un argumento razonable en este tema difícil no puede asumir en las mujeres semejante inferioridad intelectual y moral. De hecho, los datos son claros: la inmensa mayoría de los abortos ocurren temprano en la preñez; casi ninguno en el último trimestre. Acabo con una reiteración penosa de lo obvio: matar a un recién nacido es un crimen bajo todas las leyes del país. Nadie ha propuesto que deje de serlo.

(4) No es cierto que fondos públicos financien abortos en Planned Parenthood. En teoría (yo no los audito, ni los promuevo, ni me han pagado por publicidad) esta organización provee una variedad de servicios médicos a mujeres de escasos recursos; el gobierno les reembolsa parte del costo de servicios autorizados por la ley, los cuales no incluyen el aborto. Los administradores de Planned Parenthood tienen que presentar documentación suficiente y adecuada para recibir los pagos. No es cuestión de llegar con gorra y pedir gofio.

Que quede claro: hasta este punto no he dicho nada sobre cuál es mi opinión, quizás porque ando en modo socrático (o platónico) pensando que en un tema así de vital una cosa es opinar y otra es saber.  He pensado mucho sobre la regulación social del aborto, he investigado, y he descubierto que el nudo es muy grueso, lo suficiente como para que la misma iglesia católica haya tenido a través de su historia varias y diferentes prédicas al respecto. Se vale. No lo sabemos todo. Todavía no puedo decir con confianza qué sé, o que sé. Tal vez otros sepan

<<…no veo razón alguna ni mente sana que tenga como meta maximizar el número de abortos, o promover que las mujeres aborten. Desde esta perspectiva, dudo que alguien pueda ser llamado abortista.>>

Buscando pistas, buscando respuestas: ¿existe el abortismo?

Por eso, otro día espero hablar del tema en más detalle, por si te interesa; o, mejor dicho, porque me interesa, y escribir me ayuda a pensar. Solo te dejo una pista que estoy persiguiendo: el tema de fondo no es si uno está a favor o en contra del aborto. Yo no veo razón alguna ni mente sana que tenga como meta maximizar el número de abortos, o promover que las mujeres aborten. Desde esta perspectiva, dudo que alguien pueda ser llamado abortista. No hay que ser muy sabio ni muy conocedor para entender que un aborto es una experiencia física y emocional indeseable en sí, es decir, independientemente de las circunstancias, por el riesgo y las secuelas físicas y emocionales que puede acarrear. De tal manera que no creo que exista una persona que en sus cabales diga: “debemos luchar porque haya más abortos este año.” Y si la hay–porque bueno, de todo hay en este mundo–no creo que tenga un millón de amigos (ni un millón de votos).

Si no existe el abortismo, ¿de qué se trata entonces la discusión social sobre el aborto?

Si por todo lo anterior elimináramos—razonadamente— la pregunta de “¿estás o no estás a favor del aborto?” quedaría despejada la verdadera interrogante, a espera de respuesta en el debate social: “¿Cómo debe tratar el sistema judicial de una sociedad democrática a una mujer que aborta, y a quienes la auxilian?

<<…el Estado liberal-democrático no puede regular almas; solo puede regular comportamientos, y solo cuando estos afectan las reglas de la convivencia social.>> 

El problema ético y los límites de la democracia

Retrocedo un momento: es innegable que el problema del aborto posee una dimensión ética que arrastra al terreno de las preguntas más profundas del ser humano, las que tienen que ver con el origen y significado de la vida, y por tanto con su noción de espíritu y de alma, y, por consiguiente, con su adhesión a una u otra corriente social de pensamiento o iglesia. Sin embargo, un debate político es incapaz de resolver estas cuestiones, lo cual se hace evidente ahí donde el debate es posible, en las democracias, ya que el Estado liberal-democrático no puede regular almas; solo puede regular comportamientos, y solo cuando estos afectan las reglas de la convivencia social

<<…para que el ciudadano controle al Estado, y no al revés, no puede permitirse al Estado dictar al ciudadano sus creencias.>>

De ahí que “¿cómo debe tratar el sistema judicial de una sociedad democrática a una mujer que aborta?” sea– en la práctica, en lo posible dentro de una sociedad democrática–el meollo y el límite del debate político. Por ahí habría, creo yo, que empezar la conversación sobre este tema que agita la sociedad en nuestros días, si el interés fuese la política democrática, y las políticas en democracia. Si el interés fuera filosófico, o religioso, el ángulo tendría que ser por fuerza diferente, el ámbito de la pregunta otra, y las acciones que resultaren del debate en ese ámbito serían de diferente naturaleza. He puesto en cursiva “dentro de una sociedad democrática”, porque en la medida en que se trae al ámbito político un tema religioso, por un propósito que vaya más allá de regular comportamientos que obstruyan la convivencia en democracia, se introduce un grave peligro al armazón del sistema liberal-democrático.

¿Por qué? Porque en un sistema liberal-democrático la libertad de conciencia es indispensable. Porque, para que el ciudadano controle al Estado, y no al revés, no puede permitirse al Estado dictar al ciudadano sus creencias. Sé perfectamente que la lucha de intereses en la sociedad incluye un pleito constante por impregnar el discurso del Estado–que debería en principio concentrarse en la administración de los bienes comunes y la resolución de los conflictos de la sociedad–con la ideología de los grupos de poder.  El Estado tiene un enorme alcance comunicativo, por supuesto, y las clases que son o quieren ser dominantes buscan, porque lo necesitan, que su visión del mundo se reproduzca en las mentes como si fuese natural.  En la medida que lo logran, el ciudadano es menos libre y la democracia es más débil, menos sujeta al control del ciudadano, porque el ejercicio de control ciudadano requiere una postura escéptica, crítica, exigente ante el poder. Al fin y al cabo, esta es la justificación primordial del estado laico, ya que un Estado religioso, especialmente un Estado en manos o bajo la influencia de una religión instituida en iglesia, con jerarquías y dogmas, ejerce su poder por medio de la fe y de la obediencia a criterios absolutos y a las autoridades que defienden estos. Es decir, ante un Estado religioso el ciudadano escéptico, crítico, y exigente ante el poder, es un hereje, alguien que viola principios cuya violación es intolerable. 

<<…me sorprende—ya que indicaste que para vos el aborto era un tema … de vida o muerte– que lo hayás tirado en un mismo saco con temas que no lo son, como si voy a tener que comprar marihuana en el mercado negro o en la farmacia de la esquina, o si me va a importar medio centavo que Juan viva con Pedro y no con Petronila.>>

Cómo hablar sin que estalle una guerra

De la pregunta (“¿cómo debe tratar el sistema judicial de una sociedad democrática a una mujer que aborta?”) vendrán muchas otras, y mucha controversia. Habrá que explorar cada una de ellas buscando el hilo racional de las ideas, si es que uno quiere ser juicioso. Este es el comportamiento que asocio a la noción de «civilizado».  Y para hacerlo posible hay que tratar el tema con respeto. En ese sentido me sorprende—ya que indicaste que para vos el aborto era un tema fundamental, de vida o muerte– que lo hayás tirado en un mismo saco con temas que no lo son, como si voy a tener que comprar marihuana en el mercado negro o en la farmacia de la esquina, o si me va a importar medio centavo que Juan viva con Pedro y no con Petronila. Para estas, y muchas otras cosas, civilizado es dejar que cada quién maneje su propia vida. Yo no sé vos, pero a mí me cuesta bastante no meter las patas a diario mientras intento manejar la mía, de tal manera que no tengo tiempo ni inteligencia para hacerle el trabajo a los demás…aunque quiera.

Con mucho afecto, y dejando el meollo del tema pendiente (al menos para mí, porque no sé), prometo regresar, a ver si completamos. 

Afectuosamente,

Ciudadano X

Chart

Description automatically generated
“La tasa de abortos de Estados Unidos alcanzó un mínimo histórico en 2017”.

Fuentes:

  1. United States Government Centers for Disease Control Abortion Monitor
  2. Gallup
  3. Fundación Guttmacher
  4. https://www.periodistadigital.com/cultura/religion/rel-mundo/20111030/nina-nicaraguense-violada-embarazada-levanta-nuevo-polemica-aborto-noticia-689401493776/

Francisco Larios

El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org. Artículos de Francisco Larios