Fractales en la no-dualidad
Armando Añel
El autor es escritor.
Como tantas y tantas meditaciones ya han intuido, probablemente el universo no sea más que complementación, fluir, fractal que emana fractal, no-dualidad. La ola en el mar tiene forma y movimiento propios, pero en definitiva da continuidad al mar, es el mar. Así, en tanto ecosistema respecto al espacio exterior —como Tierra o como vida—, seríamos una suerte de complemento de complementos en la continuidad del fluir todopoderoso, el universo fractalizándose en su movida infinita.
En el caso específico de la realidad o sociedad que captamos a simple vista —lo que algunos hemos dado en llamar Matrix— constituiríamos una especie de globo sonda o fractal explorador cuyas posibilidades de extensión en el fluir dependerían, valga la redundancia, de su propia fluidez, de su capacidad para destrabar la eterna creación del instante inmediato.
Tres conceptos podrían ser útiles para definir, si eso es posible, la naturaleza —también fractal— de la realidad en que vivimos (o que proyectamos): Matrix, Ego y Ser. El Ser en tanto experiencia no-dual, en estado creativo, generador; el Ego en tanto personalidad —el personaje prefabricado—, lo que el Ser cree erróneamente que es bajo control del pensamiento colectivo o la sociocultura predominante —la ilusión matrixta—; y la propia Matrix en tanto sociedad, ese mismo colectivo suma de egos estructurado desde nuestro nacimiento para inocularnos su visión de la realidad, de la vida. Esa realidad, esa vida, termina al fin y al cabo proyectándose desde nuestra mente, ya condicionada, como un apéndice o extensión de la Matrix, es decir, como una falsificación fractal (fractal infértil).
Matrix: La realidad como falsificación fractal.
Ego: La individualidad como falsificación fractal (el mensajero de la ilusión matrixta).
Ser: El fractal en el fluir de la no-dualidad, naciendo eternamente.
Todo nacimiento es fractal.