FSLN: Crónica de un suicidio (Parte II)
Carlos A. Lucas A.
«La Piñata fue el tratamiento de shock que estremeció a estos revolucionarios de los segmentos sociales medios, que miraban desmoronarse su mesianismo revolucionario mientras casi se quedan con las manos vacías. Desde esa experiencia a lo Scarlett O´hara, para el FSLN fueron 17 años de reflexiones, acomodamientos, ajustes y aceleramiento del pragmatismo. 17 años de involución y auto masajes de pragmatismo. De descomposición tercerista.»
SEPULTURERO 1.º.- ¿Y es la que ha de sepultarse en tierra sagrada, la que deliberadamente ha conspirado contra su propia salvación?
Hamlet. Acto V. Escena I. Cementerio contiguo a una iglesia. William Shakespeare.
¿Segunda fase? ¿Hay una primera fase?
La primera fase del Tercerismo respecto al “sandinismo”, desde el poder, fue el desmontaje y represión estratégicos de todo impulso de convertir la revolución de 1979 en una democracia popular participativa. Esto se dio en el periodo 1979-1989. La represión Tercerista para la desaceleración de la revolución se enfocó en la represión a la “ultraizquierda” que pretendía ese rumbo y a su vez, comprendió dos etapas: las elecciones de 1984 que resucitaron el parlamentarismo, la división de poderes y significaron el cambio de políticas económicas hacia el despeje del libre mercado y las elecciones de 1989, que expulsaron a un asombrado FSLN de las esferas del poder “desde arriba”.
En las elecciones de 1989, el FSLN creyó que el pueblo le confiaría la reconstrucción de un sistema liberal en lo económico y lo político, manteniendo en corral a la empresa privada grande y que aún podría seguir contando con la participación del pueblo en la “guerra anti imperialista”. No se percataba que el pueblo percibía esa guerra como una inútil guerra civil, aun considerando el explícito apoyo táctico del gobierno de Estados Unidos a esa guerra. El fracaso electoral del FSLN, que abrió un periodo de casi 17 años fuera del poder, cerró esa primera fase de cambio programático del sandinismo Tercerista. Pero al FSLN todavía le faltaba un largo trecho que recorrer en su fase regresiva, en su involución política desde su original propuesta de “izquierda revolucionaria”.
En el ínterin, la burguesía nicaragüense también tuvo su respectiva evolución y casi murió de insuficiencia capitalista crónica: Mientras el gobierno Violeta Barrios- Antonio Lacayo (sí, su yerno, como corresponde en estos países de compadres) inició el proceso de reconstrucción formal de un sistema capitalista a como Dios manda, el primer gobierno burgués después de esa fase reconstructiva, fue en realidad un poder lumpen burgués: el antiguo somocista-demócrata Arnoldo Alemán se dedicó desesperadamente, a enriquecerse y dar oportunidad de enriquecerse a otros grupos de asaltantes de la riqueza social, a nombre del capital. Este fue el fiasco de una burguesía “adolescente” que contemplaba inerme, otra vez, que no daba la talla para la modernización liberal de Nicaragua: su líder burgués resultó ser un vulgar ratero del tesoro público.
Pero alguien ya se le había adelantado a la burguesía nicaragüense en la lumpenización del poder político: ante la pérdida de las elecciones de 1989, el FSLN impulsó un saqueo literal de las antiguas propiedades estatales “socialistas”, privatizándolas furiosa y rápidamente a su nombre en algunos casos, o de grupos de sus allegados. Irónicamente, el FSLN, acusado en los 80 de “estatizante” fue más privatizador en su salida del poder, que lo que haya podido ser luego el gobierno Chamorro-Lacayo que lo derrotó en las primeras elecciones libres post revolucionarias. Al fin y al cabo, la privatización para el FSLN era una violación de sus supuestos principios revolucionarios, mientras que para la burguesía era la confirmación y defensa de sus principios “contrarrevolucionarios”. Tal fue la coincidencia, que comandantes sandinistas ya habían formado matrimonios y familias, con las guapas hijas de esa burguesía.
La privatización de bienes y riqueza estatal por el FSLN en huida del poder, “La Piñata” fue la “primera experiencia religiosa” de todas las expresiones ideológicas que aun sobrevivían en el FSLN, dando inicio a su proceso de corrupción ética y moral que le iba a ir minando desde entonces. Fue como darle el primer trago a un todavía no consciente, alcohólico. O como su primera dosis de “crack” a un narcodependiente potencial. Irónicamente el FSLN formó en ese periodo, una “Asociación de empresarios sandinistas” como muestra de ese giro de principios y valores.
De esa forma La Piñata fue el tratamiento de shock que estremeció a estos revolucionarios de los segmentos sociales medios, que miraban desmoronarse su mesianismo revolucionario mientras casi se quedan con las manos vacías. Desde esa experiencia a lo Scarlett O´hara, para el FSLN fueron 17 años de reflexiones, acomodamientos, ajustes y aceleramiento del pragmatismo. 17 años de involución y auto masajes de pragmatismo. De descomposición tercerista.
En ese periodo de expulsión del poder, prácticamente desde la nada, surgía la sombra de una mujer que logró que su matrimonio formal con el Secretario General del FSLN fuese oficiado por un Cardenal que en elecciones anteriores, había comparado al FSLN con una víbora traicionera; una madre que cuestionó la legitimidad de las acusaciones de abuso sexual de una hija propia contra su ahora esposo, a las puertas de otras elecciones donde éste competía por cuarta vez; una mujer, Rosario Murillo, que en estos contextos, desarrolló su propio poder, desplazando y/o servilizando a la militancia histórica del FSLN. Si pones un terrón de azúcar por allí, llegarán hormigas, cucarachas, zompopos y toda clase de bichos cuya ideología ya no es “patria libre o morir”, sino “comé y comamos”.
La militancia del FSLN se fue trastocando hacia el mando y ordeno, aprendiendo a dar gracias cada milisegundo a sus “benefactores”, que generosamente (con la riqueza pública o con su lavado de dinero), al estilo Corleone, compraban lealtades para un próximo futuro.