Fuera de la punta de la pirámide, nadie está a salvo

Cabe apenas añadir, a este elocuente mensaje que circula en las redes, que se trata de Luis Rivas Anduray, empleado de confianza de uno de los oligarcas cómplices de Ortega, Ramiro Ortiz Mayorga. A Rivas le asignaron la tarea de desmantelar el otrora diario opositor El Nuevo Diario, que sus dueños entregaron por un puñado de dólares a uno de los tentáculos financieros del sistema dictatorial, el grupo Promérica, propiedad de Ortiz. Con toda seguridad el Sr. Rivas nunca imaginó que iba a pasar más de un año en el cautiverio chayorteguista.

¿Cómo, si tenía la protección de sus patrones?

Pues bien, ahí lo tienen: el capo mayor castiga al siervo para advertir al amo. En pleito de mafiosos, a eso se reduce todo; no hay respeto para la vida humana, y conceptos como dignidad, debido proceso, honestidad, y justicia, son vistos como «babosadas de soñadores», cuando no «de radicales». Pongan todos su barba en remojo…

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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