¿Gigantes o molinos de viento? El cuento de la Coalición
Carlos A. Lucas A.
«Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla».
En el epígrafe de Cervantes leemos unas líneas usadas muchas veces para ejemplificar la lucha entre el idealismo romántico y el pragmatismo polo a tierra, pero que en realidad presenta el choque entre una percepción alucinada de la realidad y la realidad en sí. Como se ve en la lectura, esa alucinación luego se paga muy cara.
En Nicaragua se libra también una lucha política semejante contra reales molinos de viento tomados por gigantes democráticos inexistentes e, igualmente, algunos caballeros andantes en elecciones, como en la visión del Quijote, se lanzan a una “fiera y desigual batalla”:
Mientras la dictadura militar sandinista, desde abril 2018 ha podido imponer su estrategia de resistir la crisis del modelo totalitario corporativo que pacientemente construyó desde 2007, centrándose en su objetivo fundamental de no ceder el poder, ni cuotas ni espacios de poder, su oposición (ahora insólitamente dirigida por el sector gran-empresarial), da bandazos para allá y para acá, apostando que la rebelión de abril 2018 abrió la batalla por reformas electorales, elecciones y condiciones electorales que van a ser cedidas generosamente por quienes no dejan de disparar a matar a cualquier sector ciudadano o a personas particulares.
La alucinación “opositora”
Desde aquel mayo 2018, con el primer diálogo con el régimen, la persistente estrategia de la “oposición”, ha sido crearse y creerse una alucinación que le dice al pueblo: “es cierto que este poder sandinista ha asesinado a más de 500 nicaragüenses, incluyendo bebés; que ha secuestrado y secuestra a quien se le antoje; que tiene sicarios armados que funcionan como exterminadores en calles y comarcas campesinas; que hostiga y reprime ante las cajas mortuorias y entierros de sus víctimas; que baila a lo zopilote frente a los cadáveres que van dejando regados; que viola y ejerce violencia sexual contra sus víctimas; que lleva tres periodos seguidos en el poder; que se ha reelecto anti constitucionalmente por dos veces y va por una tercera; que igual puso a su mujer de vicepresidenta, a sus hijos de ministros; que ha cometido fraude electoral todas esas veces; que ha sido sancionado por Estados Unidos, pero…”–repite esa oposición como mantra– “…creemos que Ortega cederá a las sanciones y a la presión interna y externa y tendrá que aceptar reformas para correr unas nuevas elecciones, si no antes, al menos no más tarde del 2021”.
En el camino, esa oposición perdió, disimulando, su primera alucinación: que Ortega iba a adelantar las elecciones en la medida que la Alianza Cívica detenía por todos lados, las rebeliones.
La “salida” electorera que supone, definitivamente, la absurda opción que el resultado diga que el pueblo vota para que la dictadura continúe, es lo vendido efusivamente como estrategia por la Alianza Cívica (A), por la unidad Azul y Blanco que contenía a la Alianza (B) y por la nueva “Coalición Nacional” (C), que es A+B.
Partiendo del hecho que el FSLN no va a dejar voluntariamente el poder y que ha usado, usa y usará toda su fuerza para no perder ese poder, menos ante esos caballeros en sus rocinantes cabalgatas con todo y sus votos en ristre, los panoramas de esa salida electoral nos conducen a los mismos resultados: el FSLN no es ningún gigante democrático, es un conjunto de reales molinos de viento totalitario, de largos brazos (en lo militar, lo judicial, en lo económico, etc.), que no dudará, como en el relato de Cervantes, moler con sus brazos a quien se le ponga enfrente.
La oposición nicaragüense se ha embarcado en la aventura electoral, ahora para 2021 (no hay garantía alguna que Ortega no la postergue a cualquier fecha de más adelante), como buenos y fervorosos alucinados: A la manera de ese Alonso Quijano, a los señalamientos de esa realidad evidente, responden como en el epígrafe: “vos no entendés nada y no ves lo obvio, apartate si no querés estorbar, el barco ya zarpó y el que no se montó, se quedó, vamos a librar a como sea, esa fiera y desigual batalla; tené fe y confiá, sabemos lo que hacemos; cada cosa a su tiempo; no es el momento para otros objetivos y estrategias; los vamos a sepultar en una montaña de votos”.
Como vemos en el gráfico adjunto, siendo realistas, el enfrentamiento dictadura-pueblo es inevitable. Si no es ahora, será después de las elecciones, o será cuando, a fines del 2020, el FSLN diga que no convocará a elecciones para el año 2021.
Es seguro que aun después de esos escenarios realistas en el tema electoral (simple: el FSLN pierde o el FSLN gana las elecciones, pero en ningún caso perderá el poder) viendo el desastre de su alucinación, el liderazgo responda a la manera de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha”, insistiendo que es víctima de un encantamiento enemigo que le nubló el entendimiento; y que los pragmáticos. aunque pasivos, seguidores de la oposición alucinada respondan como Sancho: “Dios lo haga como puede”.