Gradualidad, binomio, y otras infames maniobras de la oligarquía

<<Lo del “binomio” que buscan entre familiares de los secuestrados políticos es un acto de crueldad e irresponsabilidad por el evidente y doloroso conflicto de interés que crea para las ellos: en cualquier hipotética “negociación”, los familiares llegan con la pistola del régimen en la sien. No pueden negociar con fuerza porque la dictadura toma venganza de sus cautivos. Están bajo esa constante amenaza, y forzados a escoger entre el bienestar inmediato de sus seres queridos y los derechos de todos los ciudadanos. ¿Alguien puede concebir un recurso más bajo que este?>>

Indigna y entristece la trampa de osos, de puntas gruesas y afiladas, llenas del sarro de siglos, con que las fuerzas del atraso y la opresión desangran al pueblo de Nicaragua e impiden que salga de la miseria y la tiranía que las castas le imponen.

Y castas, realmente castas, es lo que son. Y como castas privilegiadas se comportan, como castas herederas del saqueo colonial y postcolonial, de múltiples piñatas, guerras y dictaduras, de innumerables pactos y disputas entre unas cuantas familias que, pase lo que pase, están acostumbradas a pelearse un territorio que tratan como hacienda, a costa de ciudadanos que tratan como peones sin derechos, como carne de cañón y como súbditos a los que siempre dejan fuera del manejo de su propio país.  Roban la soberanía del pueblo nicaragüense. Si la comparten, es con poderes extranjeros, sea Estados Unidos, sea Rusia, sea Cuba, sea Venezuela. Con cualquiera la comparten, antes que aceptar que son los ciudadanos de Nicaragua los verdaderos dueños de su país. 

Una trampa de osos, por supuesto, es un hocico hiriente que tiene dos quijadas. En el caso de Nicaragua, de un lado está la tiranía de El Carmen, el último producto del más reciente pacto oligárquico, y del otro lado está la falsa oposición que conspira para lograr un nuevo acuerdo, el añorado “aterrizaje suave”. Su sueño no es avanzar al futuro, sino retroceder al pasado, que idealizan e idolatran, que presentan con nostalgia. Cuando no hablan de su “república conservadora” del siglo XIX, en el que decidían en unas cuantas tertulias qué pariente iba a ocupar la presidencia los siguientes cuatro años, los que no se conforman con regresar abiertamente al “modelo de diálogo y consenso” en el que cogobernaron con Ortega hasta 2018 quieren regresar a un mítico 1990, cuando según sus voceros en La Prensa, se produjo un “milagro”.  

Lo que no dicen es que de ese “milagro”, falsa transición que le impusieron a un pueblo exhausto, surgió el pacto Chamorro-Lacayo-Ortega, que hizo posible que este último “gobernara desde abajo”, que hizo posible que terminara una piñata, la del FSLN, que se pasara la cuenta de esa piñata al pueblo que paga impuestos y no recibe los servicios que debe recibir, y que comenzara otra piñata, la de la enorme corrupción que se dio bajo el mando de Antonio Lacayo, difunto esposo de Cristiana Chamorro, y que enriqueció ––como de costumbre–– a amigos y familias, en las famosas privatizaciones, en concesiones de negocios, puestos, prebendas, viajes, lujos, tierras.

Lo que no dicen es que de ese milagro nace la tragedia del 2018, porque ese “milagro” permitió a un debilitado FSLN reagrupar sus fuerzas políticas y financieras, llenar el sistema judicial de sus jueces, ocupar los principales puestos en las universidades, mantener control de Ejército y Policía, y mantener control del espionaje del Estado.

Lo que no dicen es que ese “milagro”, entre comillas, cobijó el asesinato de cientos de campesinos que regresaban confiados a sus hogares, traicionados sin embargo por sus jefes, y por el propio gobierno de Estados Unidos que había financiado la guerra. La venganza del FSLN fue sistemática, implacable, terrorista, y el gobierno surgido del “milagro”, el del pacto Chamorro-Lacayo-Ortega, no lo impidió. Hubo incluso asesinatos prominentes en las ciudades, como el del joven Jean Paul Genie a manos de los escoltas de Humberto Ortega, a quien La Prensa ahora intenta beatificar, y el del antiguo compañero de Daniel Ortega, Carlos Guadamuz, asesinado en plena calle tras criticar a este. Y todo el mundo sabía quién asesinaba impunemente, y sabía quién amenazaba impunemente. El difunto Nicho Marenco, sandinista históricamente cercano a Ortega, fue forzado a retroceder cuando hizo algunas críticas, y explicó en público que lo habían llamado “traidor”, y dijo: “ustedes saben lo que eso significa en este país”. “Zapatero a tus zapatos” le habían dicho desde El Carmen. Y el Estado supuestamente “democrático” salido del supuesto “milagro” no pudo proteger ni a quien fuera Alcalde de Managua. 

Ese es el “milagro” que quieren imponernos una vez más quienes más bien buscan el milagro de la multiplicación de sus panes aunque sea a costa del de los demás. Y para hacerlo recurren a cualquier recurso, por más inmoral que sea, por más bajo que sea, sin importar quién les cargue la bandeja. Puede ser Humberto Ortega o Humberto Belli, o su hermana Gioconda, propagandista beneficiaria de la dictadura y del partido, y miembro del partido, como tantos otros, incluyendo al exvicepresidente de Ortega, Sergio Ramírez Mercado, mucho después, muchos años después de que la piñata que dicen los escandalizó ocurriera. 

No se fueron sino hasta mediados de los 1990, cinco años después de la derrota de quien, según Ramírez Mercado, era su “hermano, y el mejor presidente que ha tenido Nicaragua”.  Es más, se dice porque hay que decirlo, porque la historia debe decirse completa, que hubo, todavía más tarde, en el 2001, quienes como Antonio Lacayo y la hoy arbitrariamente secuestrada Dora María Téllez volvieron a unirse con Daniel Ortega en un proceso electoral que entonces perdieron. Y otros que hoy están enemistados con Ortega lo apoyaron cuando a este se le acusó, creíblemente, de haber violado a su hijastra por años. Ahí están, busquen las fotos. 

Este es el milagro, y estos son los santos del milagro. ¿Alguien puede creerlo? ¿Alguien puede creerles? La gente puede cambiar, pero debe demostrarlo. ¿Lo demuestran? De la actitud y voluntad actual de quienes están hoy en día sufriendo el secuestro político no puede decirse, aunque tengamos claro que caer preso no es ninguna garantía: Ortega mismo estuvo preso siete años; Tomás Borge estuvo preso largo tiempo y fue torturado.  

Lo que sí puede afirmarse es que la conducta de los que están en libertad, conspirando desde Costa Rica, Estados Unidos, y España, por citar tres lugares habituales, indica que siguen siendo los mismos. De hecho, exhibe con mayor claridad su falta de principios, y muchas razones por las cuales hay que desconfiar de ellos y entender que sus propuestas son tramposas. Porque en lugar de dirigirse al pueblo de Nicaragua con una agenda de lucha y democracia, se dirigen a los poderes extranjeros que llaman “comunidad internacional”, en secreto, entre ellos, y aunque parezca increíble, tratan de inventar maniobras burdas, que explotan la desesperación del pueblo de Nicaragua con descaro. 

Entre ellas está la llamada “propuesta” de un “binomio” de mujeres que serían el rostro de lo que la vocera Belli llama un “Frente único”, o sea, otra “vanguardia” con ellos al mando. Según algunas fuentes, buscan que algunas esposas de un par de presos políticos prominentes estén den la cara, asuman la responsabilidad. 

Pero eso, además de farsa, porque lo que se requiere es organizar la lucha, no escoger “candidatos” entre comillas, es un acto de crueldad e irresponsabilidad por el evidente y doloroso conflicto de interés que crea para las esposas (o esposos, o madres, o padres): en cualquier hipotética “negociación” entre comillas, ellas, ellos llegan con la pistola del régimen en la sien. No pueden negociar con fuerza porque la dictadura toma venganza de sus cautivos. Están bajo esa constante amenaza, y forzadas a escoger entre el bienestar inmediato de sus seres queridos y los derechos de todos los ciudadanos. ¿Alguien puede concebir un recurso más bajo que este? 

<<Ahora [pacto con Ortega] “gradualidad”.  Como si “gradualmente” Ortega y Murillo pudieran convertirse en demócratas. Como si “gradualmente” fueran a dejar de matar, secuestrar, exilar. ¿Cuántos caerán en las fauces del monstruo mientras el “milagro” de la “gradualidad” ocurre?>>

Y de esta manera, con estas inescrupulosas maniobras, quieren darle al pueblo una vez más el atol con el dedo del “aterrizaje suave”, es decir, del pacto con la dictadura, que continúa la dictadura (no se sabe si de uniforme, con los harapos de El Carmen, o con camisas blancas). Ahora lo llaman “gradualidad”.  Como si “gradualmente” Ortega y Murillo pudieran convertirse en demócratas. Como si “gradualmente” fueran a dejar de matar, secuestrar, exilar. ¿Cuántos caerán en las fauces del monstruo mientras el “milagro” de la “gradualidad” ocurre?

La respuesta, como dice la canción, “flota en el viento”.  No queda más alternativa que, en lugar de seguir a estos flautistas matreros, seguir el consejo del padre de Cristiana Chamorro: “con la dictadura no se transa”.  No se transa. El sueño de la revolución democrática está vivo, porque es el único que puede dar vida a la democracia en Nicaragua. Nicaragua será libre.

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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