Ir a elecciones a generar una alta agitación y efervescencia

Guillermo Cortés Domínguez
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Independientemente del grado de apertura que haría la dictadura para mejorar su imagen en el exterior, las elecciones fraudulentas que prepara podrían ser convertidas en un fructífero campo de lucha para la oposición azul y blanco, en un gigantesco escenario de múltiples formas de expresión de resistencia pacífica ciudadana cuya dinámica no se puede prever del todo y que podría generar una profundización de la crisis y descomposición del régimen autoritario.

En elecciones libres triunfaría abrumadoramente la ciudadanía azul y blanco, lo saben en El Carmen. Como están fanáticamente aferrados al poder con garfios de acero y una enfermiza creencia mesiánica, y por tanto decididos a no soltarlo nunca, no habrá comicios transparentes ni una victoria popular en el 2021 que ponga fin a esta sangrienta y corrupta dictadura familiar. ¿Qué hacer?, entonces.

Ante las elecciones del 2021, hay quienes como primera reacción dicen que no hay que participar, por diversas razones. Incluso hay quienes opinan que no hay que ir a los comicios si fuera candidato Daniel Ortega. Otros optan por ir a los comicios si se cumplen ciertas condiciones: libertad a los presos políticos; restablecimientos de políticos las libertades básicas, reforma integral a la ley electoral e ilimitada observación electoral internacional.

Hay que poner sobre la mesa que el solo hecho de que exista un calendario electoral y que por ley los comicios deben celebrarse en noviembre del próximo año, es un problema mayúsculo para la dictadura, porque debe cumplir con esa disposición, y aunque se apreste a otro fraude como lo ha hecho en las votaciones más recientes, esto tiene un enorme grado de dificultad, complejidad y un gran costo, sobre todo en un contexto de grave crisis política y de estar en la mira internacional. El orteguismo no quisiera convocar a elecciones.

Es decir, realizar los comicios no es un alegre paseo para el régimen, sino una muy molesta e inconveniente obligación por caminos sinuosos y abruptos que le implica muchos problemas, por ejemplo, que sean reconocidos por la comunidad internacional, lo cual no lograría si solo participara el devaluado FSLN y sus partidos satélites miembros de la llamada Alianza Unidad Nicaragua Triunfa, que es un nido de zancudos chupadores del erario público. 

Solo con los azul y blanco elecciones tendrían legimitidad

Si la dictadura quisiera que sus comicios tuvieran alguna legitimidad, en primer lugar, deben participar los azul y blanco, la única contrapartida real y legítima, construida en el inmejorable fragor de la lucha popular y fortalecida con la sangre de los asesinados por la dictadura y con el sufrimiento de tantos heridos, torturados (golpeados y lesionados), presos y expresos políticos, judicializados, asediados, hostigados, madres y otros familiares y la ciudadanía en general.

No se trata solo apuntarse en una casilla, sino de tener suficiente espacio a fin de hacer campaña electoral, para lo cual es indispensable e ineludible que se restablezcan las libertades públicas. Aun así, si en comicios pasados turbas de la dictadura han asesinado, herido y golpeado a opositores durante los procesos electorales como ocurrió por ejemplo en el 2016 en El Carrizal (militantes del Frente mataron a tres personas de una familia), ahora que tiene un ejército paramilitar hay que contar con que actuarán en contra de las fuerzas azul y blanco. 

Por otro lado, también es indispensable el acceso a los medios de comunicación masivos. Sería suficiente con los medios de comunicación independientes del régimen, pues el “imperio mediático televisivo” construido por la familia Ortega Murillo con recursos financieros del pueblo, es un gigantesco cascarón sin audiencias significativas.

Ante la peligrosidad de unos comicios bajo el control de una dictadura violenta, represiva, sangrienta, inescrupulosa y corrupta, se necesita el escudo de la observación electoral internacional, sobre todo de la ONU, la UE, la OEA y el Grupo Carter, cuya presencia suficiente y con antelación, podría ser disuasiva de agresiones a los azul y blanco, aunque no una garantía total. 

Crear agitación nacional sin precedentes

Además, los observadores deberán preparar una capacidad en correspondencia para poder recibir una enorme cantidad de denuncias documentadas de las previsibles múltiples violaciones que cometerían los desbocados rojinegros habituados al golpe y la patada. Es decir, nada de legitimar y mucho de actuar y denunciar con pruebas y evidencias.

Independientemente del grado de apertura que haría la dictadura para mejorar su imagen en el exterior, las elecciones fraudulentas que prepara podrían ser convertidas en un fructífero campo de lucha para la oposición azul y blanco, en un gigantesco escenario de múltiples formas de expresión de resistencia pacífica ciudadana cuya dinámica no se puede prever del todo y que podría generar una profundización de la crisis y descomposición del régimen autoritario.

Para las fuerzas azul y blanco participar en los comicios implicaría una intensa jornada movilizativa, muy planificada y organizada y con suficientes recursos humanos y materiales, capaz de crear una gran agitación sin precedentes en este país mediante un conjunto de actividades y acciones legales y pacíficas de todo tipo, nacionales, regionales, departamentales y locales que constituirían expresiones vivas de la resistencia pacífica de la ciudadanía. Este proceso sería lo realmente relevante y podría tener consecuencias imprevisibles.

En otras palabras, participar en las elecciones tiene como objetivo fundamental aprovechar de la mejor manera posible los espacios que implica un proceso electoral y generar una situación nacional de alta efervescencia política que podría generar dinámicas incontrolables para la dictadura Ortega Murillo.

Esas voces principistas, fundamentalistas, que no quieren elecciones si participa Ortega, que consideran que ir a los comicios sería legitimar a la dictadura, que incluso consideran que inscribir una casilla sería una traición al pueblo azul y blanco, tienen una severa miopía que les impide identificar formas y métodos de lucha de acuerdo al contexto que vivimos.

Guillermo Cortés Domínguez

El autor es escritor. Artículos de Guillermo Cortés Domínguez