José Pallais, miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia: «La peor opción es que Ortega continúe en el poder»

Revista Abril entrevistó a José Pallais, uno de los líderes visibles de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), quien fue viceministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro, además de diputado por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), durante el período 2008-2011.

Mientras se realiza esta entrevista, un grupo de madres de secuestrados políticos resisten la represión policial de los dictadores Ortega y Murillo dentro de la iglesia San Miguel Arcángel, en Masaya. Lo hacen sin agua y sin luz, porque se las cortaron los genocidas. Y las acompaña el párroco Edwin Román, quien por falta de insulina ya empieza a tener desmejoras graves de salud.

Al preguntarle por las acciones concretas de lucha que la Alianza Cívica ha realizado para detener este atropello, Pallais responde que han desarrollado una campaña de denuncia internacional con resultados óptimos.

«La campaña no solo se hace para denunciar las medidas tomadas contra las madres, sino también por la captura de 13 jóvenes cuyo único delito fue intentar llevarles agua a los que están recluidos en esa iglesia. Igualmente, se están haciendo todas las gestiones locales y  con la comunidad internacional, específicamente con los embajadores acreditados en Managua, para tratar de incidir en que cese esta situación».

-Esas medidas pertenecen al orden diplomático, y evidentemente no responden a una lucha concreta de movilización alrededor de la injusticia que están sufriendo quienes aún resisten… ¿Qué ocurre con la acción política de lucha de la Alianza Cívica en este caso particular?

«La acción política —responde Pallais— se mantiene. Ayer se intentó una caravana de ciudadanos que también fueron llevando solidaridad a la gente recluida. Hoy se está organizando una nueva caravana que salga de Managua. Pero se tiene que entender que estamos ante un sistema con una represión que nunca se ha visto en la historia del país. Es una represión propia de un Estado policial que no permite ninguna libertad. Incluso los feligreses han sido impedidos de llegar al local. Están totalmente controlados todos los espacios alrededor de la iglesia donde ellos se encuentran».

-Durante más de un año la Alianza Cívica promovió la idea de acabar con los atropellos dictatoriales a través del diálogo con el régimen, un diálogo que se desarrolló en su mayoría a puertas cerradas… ¿Es posible que, después de todo lo ocurrido, y frente a las declaraciones de un Daniel Ortega que afirma ganará las elecciones de una forma u otra, la Alianza Cívica participe en otro diálogo con el dictador?

«Ortega se está preparando para la guerra y les ha declarado la guerra a todos los nicaragüenses. Es muy claro que él está convencido plenamente de que todo proceso electoral no es conveniente para él. Sabe que perdería en condiciones de transparencia, de acompañamiento y de observación de la comunidad internacional, en elecciones democráticas…»

-Pero las elecciones democráticas ocurren en países democráticos, y el éxito de las estrategias se mide por los resultados… Desde hace más de un año la Alianza Cívica ha venido diciendo que se debe dialogar con el régimen, y que con ello se logrará una salida. Sin embargo, lo que se ve ahora es más represión, más debilidad… ¿Continuará la Alianza Cívica diciéndole lo mismo al pueblo de Nicaragua ante los resultados ya vistos?

«Haber agotado la etapa de la búsqueda del diálogo, de la búsqueda de un camino de entendimiento y encontrarse con una pared y demostrar que esa pared está ubicada en El Carmen y que no hay posibilidad de romperla —dice— es una parte importante de esa lucha. Y es causa y razón de ese incremento de las sanciones internacionales, de ese aislamiento internacional, de esa reducción de los recursos internacionales y del convencimiento de que Ortega ya está en una posición donde solo le queda dar el camino de la barbarie y la mayor represión».

-¿Se agotó entonces la opción del diálogo?

«En absoluto. Se necesitan dos para hacer un diálogo. La comunidad internacional, a través de la Declaración de la Asamblea General de la OEA, fue muy clara en mandatar la necesidad de ese diálogo. Los pronunciamientos de la Unión Europea y de todos los países democráticos se dieron en esa misma línea. Lógicamente, no porque Daniel Ortega quisiera la democracia, sino porque eso iba a ser consecuencia de un llamado, de una presión internacional. Y si Ortega hubiera dado las condiciones a que aspiramos para poder resolver esta situación con el voto, no hubiera sido por su voluntad, sino que habría sido fruto del éxito de esas presiones que nos han acompañado al pueblo de Nicaragua y que han sido básicas, también, para empujar a Ortega a esta situación de desesperación».

-¿Cómo se llega a un escenario electoral con un régimen que ha decidido morir en el poder?

«Lo que yo digo es que ese fue el intento que recibió mucho apoyo nacional e internacional. La opción de los nicaragüenses fue una salida cívica, una salida democrática. Y la opción de la comunidad internacional fue igual. Se apostó por eso. Pero a estas alturas los nicaragüenses estamos clarísimos de que Ortega la ha rechazado. Es absurdo estar pensando que vamos a lograr las transformaciones que se requieren en materia electoral como resultado de una negociación en que Ortega ha dicho que no está dispuesto a hacerla. Ortega ha dicho que su opción es conservar el poder, no entregarlo. Y que se mantendrá ahí a sangre y fuego».

-Esa es una posición radicalmente diferente de la que la Alianza Cívica había sostenido hasta ahora, ¿se ha descartado la salida electoral con Ortega?

«La Alianza Cívica y la gran mayoría de los nicaragüenses continuamos valorando como primera opción el diálogo, pero tampoco estamos ciegos ante la realidad. Tampoco es que, porque nosotros optemos por ese camino, no sepamos que ese camino requiere que Ortega, quien tiene y ejerce el poder, se disponga a contribuir a sentarse a negociar. La realidad, hoy, ha cambiado».

-Lo que se percibe, de acuerdo con lo que usted dice, es lo que se vive y se sufre ahora: que Ortega ya no tiene ninguna voluntad de retomar el diálogo…

«¿Que eso era lo ideal para encontrar la mejor solución? —se pregunta Pallais— ¿Que era lo ideal en cuanto a costos, en cuanto a beneficios, para el pueblo de Nicaragua? Sí, lo seguimos pensando. Pero que lo sigamos pensando y creyendo como gentes de paz, gentes que creemos en el civismo, que creemos en la lucha no armada, no significa que no conozcamos la realidad objetiva que estamos viviendo y la necesidad de plantearse nuevos caminos, nuevos derroteros, nuevas estrategias de lucha».

-La situación de Bolivia ha puesto al Gobierno a sudar, porque es como una pesadilla que saben puede volver como búmeran hacia ellos… Esto también ha dejado bastante mal parada a la Alianza, pues se demostró que sus políticas más bien facilitaron la permanenciaede Ortega en el poder. ¿Qué está haciendo la Alianza para recuperar la confianza después de este golpe?

«No coincido con ese análisis en absoluto —responde—, porque se está desconociendo la realidad de lo acontecido en Bolivia. El pueblo boliviano aprovechó el espacio electoral por el cual había luchado. Sacó las ventajas al máximo de poder organizarse, participar, tensionar su estructura, su disposición combativa. Y ante el fraude masivo que se vio obligado a hacer Evo Morales, salió a la calle, pero en un contexto en que la opción electoral se aprovechó al máximo. Y haberse involucrado en ese proceso electoral, haber forzado la necesidad del fraude, haber tenido el apoyo y la presencia de la comunidad internacional para dar fe al fraude, fue lo que creó las condiciones necesarias y más favorables para que la lucha en la calle fuera exitosa».

Según Pallais, esto no contradice, sino más bien pondera y pone de referencia que buscar la salida electoral y aprovecharla en las condiciones en que los dictadores se vean obligados a forzar el fraude, a burlar la voluntad popular, son las mejores condiciones para provocar la reacción y la caída de esas propias dictaduras…

«Nosotros no sentimos -afirma- que hemos tenido una lección en contra de lo que hemos pensado y lo que hemos empujado, sino que es una lección que ha confirmado que, en esas condiciones, si fueran repetibles, estaríamos en el camino correcto para incidir en la caída más rápida de la dictadura. Pero no solo nosotros hacemos los análisis: las declaraciones de Ortega llamando a la guerra y que no cree en los procesos electorales son porque también ha hecho la misma lectura que nosotros habíamos hecho con anterioridad y que la realidad boliviana nos ha confirmado».

-¿No le parece inmoral e inaceptable ir a elecciones que legitimen a un genocida como Daniel Ortega y darle un lugar en el proceso electoral?

«Yo creo que no se me ha querido entender —declara—. Yo digo que esa era la mejor opción para impulsar y trabajar. Pero también he dicho que la realidad de hoy es otra. Yo no estoy diciendo que continúa la estrategia. Estoy diciendo que, así como nosotros hemos leído la realidad, Ortega también ha hecho su lectura. Y confirmo y repito en claras voces: hoy no veo ninguna posibilidad de lograr condiciones para un proceso electoral limpio y transparente».

Lo que hoy ve Pallais es la decisión de Ortega de permanecer en el poder y de no hacer elecciones en condiciones que permitan que el voto de los nicaragüenses valga, porque sabe que lo perderá. 

«La peor consecuencia o la peor traición a los crímenes de lesa humanidad cometidos —afirma— es la impunidad. La impunidad no se garantiza en ninguna forma ni se puede garantizar porque jurídicamente ni siquiera está abierta esa posibilidad. Los crímenes de lesa humanidad no admiten amnistía. No son prescriptibles».

Según Pallais, la Alianza Cívica tendrá que buscar todos los mecanismos que sean válidos para acercar el cambio que permita juzgar esos crímenes. Por otro lado, dice que no hacer nada, dejar que Ortega siga en el poder, pretender «dárselas del puro» ante una pureza que no existe, y que se justifique con esa pureza que Ortega continúe indefinidamente en el poder, porque no se lo va a molestar en el poder, eso sí es impulsar la impunidad. Y es algo que él como individuo no puede compartir. 

Afirma que es muy fácil criticar y decir «ese no es el camino correcto». Para él, el deporte preferido de muchos es la crítica. Y advierte que esos que critican nunca plantean opciones. 

«Nosotros sí hemos estado impulsando esas opciones. La peor opción es que Ortega continúe en esa posición de golpear cada vez más los derechos, las libertades, la vida del pueblo de Nicaragua».

Estas y más interesantes declaraciones de José Pallais en esta entrevista exclusiva con Revista Abril.