Juventud y la sabiduría necesaria 

(reflexiones sobre un programa del periodista Luis Galeano)

<< Todo para que todo parezca cambiar, sin que nada cambie. Si esto ocurre, si los Maradiagas, Chamorros, etc. “los MRS”, los “oenegeros”, y la larga lista de sus secuaces en la falsa oposición suben al trono, preparémonos para un nuevo baile de máscaras, y para nuevas rondas de represión, sangre y miseria.>>

En el programa Encuentros, del periodista Luis Galeano, acompañado por el Dr. Guillermo Belt, experimentado diplomático y pensador, aparecieron, con motivo de la conmemoración del sexto aniversario de Abril, tres conocidos jóvenes opositores: el activista Edwin Carcache, el cantautor Yandir Rodríguez, y el comunicador conocido como Locuín. De los tres puede afirmarse que se presentan con inteligencia, que ofrecen esperanza, aunque sea en la medida en que esta se alimenta de un propósito declarado que es moral y digno. Carcache ha sido reo político, y no de los que tienen el privilegio de quedarse en casa. Yandir nos ha dado música que toca el corazón de las generaciones que vivimos la pesadilla orteguista. Locuín tiene un ingenio distintivo, un don dialéctico con la potencia de lo que parece genuino. De los tres, el único que ha sido (y hasta la fecha creo que es) miembro de una formación opositora es Carcache, aunque ha mantenido un perfil bajo desde que llegó al exilio.

El Dr. Belt ha cerrado el programa como yo quisiera iniciar mi comentario, con una apología de la juventud: no podemos renunciar a creer que en la renovación generacional yace siempre la esperanza de que el futuro del mundo tenga más luz que el presente. En esa clave escribo, y en esa clave pido que se escuchen mis palabras. Las pandillas de la falsa oposición seguramente distorsionarán el alma de este intento. Pero sepan, los que buscan un fin justo para la actual pesadilla, que este es posible, aunque no sea fácil; de que será alcanzado por la paciencia y perseverancia de los justos, por su coraje contra el enemigo que detenta actualmente el poder, y sobre todo por la sabiduría de entender que ese enemigo no es el único, ni siquiera el más peligroso, ni siquiera el más inmediato, si el objetivo es la libertad, y no un cambio temporal de amo. 

La sabiduría para entender la falsedad de “aquí el único responsable es Ortega-Murillo”. Estos son, sin duda, pero solo hoy, los enemigos que tiran del gatillo y llenan la cárcel.  Cuando pasen a la historia, si no hay un cambio radical de sistema, la matriz de donde brotaron los Ortega-Murillo quedará en pie, y saldrán otros tiranos. Esa matriz tiene también nombre: es el sistema oligárquico-autoritario de poder, en el que domina una media docena de familias milmillonarias que extraen riqueza del país y de sus pobres de manera insaciable y hasta cruel; ahí están los clanes Pellas Chamorro, Ortiz Mayorga, Montealegre, Zamora Llanes, etc. 

Por eso hace falta la sabiduría para subrayar la palabra hoy, en hoy en el poder; porque eso y solo eso es lo que son: el enemigo actualmente en el poder. Más precisamente, en la cúpula del poder, porque el poder es un sistema, y lo que vemos a simple vista es su cumbre, erguida arrogante sobre la llanura que sangra. Actualmente en el poder, por hoy, hasta que pase este hoy largo y doloroso, terminen su perversa labor los genocidas de El Carmen, los maten o sepulten o hagan huir y, desde la matriz del poder, desde el vientre del sistema oligárquico-autoritario, salgan otros tiranos, en otro hoy que podrá ser igualmente doloroso, o incluso más, eso nunca se sabe. Recordemos que “después de Somoza, cualquier cosa”. Y Somoza, no hay cómo dudarlo, fue un tirano que también ensangrentó a nuestra patria, y convivió, hasta que la matriz del poder decidió que ya era hora de un cambio, con la oligarquía. Convivió, como un matrimonio de conveniencia, entre beneficios y conflictos, enriqueciéndose, chocando a veces cuando había intereses en conflicto, y en esos conflictos utilizando cada parte los recursos de siempre: chantaje, represión, conspiración, pedidos de auxilio a potencias extranjeras, manipulación y control de los medios noticiosos por el tirano de turno y la facción de la oligarquía que busca el trono. Es decir, todo lo que hemos visto las generaciones que han ocupado el tiempo y el espacio de Nicaragua desde hace décadas. Lo que hoy se repite, y ocurrió en los 1980, y en los 1970, y en los 1960, y en los 1950, y así, hacia atrás, por lo menos hasta donde el primer autoritario “oficial”, el autoproclamado “Presidente” Fruto Chamorro, amenazara con el “azote” a la facción oligárquica que lo adversaba.

Pero la sabiduría más difícil, a la cual el miedo a la realidad o la imperfección de nuestro pensamiento puede hacernos difícil acceder, es que el enemigo hoy en la cumbre del poder puede no ser siquiera el más inmediato. El cuerpo que mata otro cuerpo en el campo de batalla es el de otro soldado, y eso crea un espejismo de la realidad, porque no habría muerto si desde lejos no hubiera orden de matar. ¿Quién es el verdadero enemigo entonces?  

Alrededor de El Carmen hay círculos de retenes, hay una muralla, hay seguridad dentro de las murallas. El enemigo está dentro. Pero ¿dónde está la primera barrera para llegar hasta él?  

Barreras físicas hay, como la descrita. También hay barreras que no tienen el acero y el concreto y las púas a la vista, pero igual detienen el paso, obstaculizan, bloquean. Son inmediatas, son el obstáculo más cercano que tenemos, son el retén de la cuadra que en estos momentos recorremos en dirección a nuestra libertad, que pasa por la destrucción de El Carmen. 

Para los amos del sistema oligárquico-autoritario da igual si es El Carmen de los Ortega-Murillo, El Retiro de Somoza o cualquier ubicación o apellido. Importan sus privilegios, e importa, para manejar los riesgos de perder estos, mantener el control de los procesos políticos. Ya que han perdido el grado de control sobre uno de los bandos (el del clan orteguista), que su pacto de 12 años les dio, se concentran ahora en controlar el proceso de rebelión que estalló en el 2018. 

Los amos del sistema oligárquico-autoritario, encabezado hoy en día por el clan Pellas-Chamorro, temen que la marcha de nuestra lucha llegue hasta El Carmen. Temen que, si somos nosotros, el pueblo de Nicaragua, quienes derribemos a los dictadores de turno, ellos pierdan control del proceso, y sus injustos privilegios queden vulnerables ante la voluntad democrática. 

No se equivocan. No saben construir libertad y progreso, pero 200 años o más de cercanía y participación en el poder les han enseñado a defenderse.  Por eso han aprendido que no solo las barreras de acero, concreto y púas hacen falta para mantener la fuerza del poder, y por eso crean otro tipo de barreras, muy cerca de nosotros, para detenernos, para hacernos caer, para impedirnos el avance. 

Hay que rebasar estas barreras si queremos llegar al fondo del laberinto, desde donde el Minotauro sanguinario da sus órdenes de muerte, para demoler el laberinto oligárquico-autoritario y hacer posible un hogar común en libertad.

Por todo lo anterior es que la falsa oposición, que la oligarquía sostiene y promueve directa e indirectamente, política y financieramente, es la primera línea de defensa de la dictadura actual. 

Pueden declararse “anti-orteguistas”, o hasta “anti-sandinistas” pero han hecho precisamente todo lo que la dictadura de turno necesitaba para mantenerse en el poder tras el embate popular del 2018. Lo han hecho porque son, ante todo, y en cuido de sus propios intereses, dependientes de los poderes fácticos articulados en el sistema oligárquico autoritario. Por eso es que insisten en el mantra de “el único responsable es Ortega”, y en la falacia de “debemos estar todos unidos contra Ortega”, cuando “todos” para ellos, excluye a la gran mayoría de los nicaragüenses. 

“Todos”, para ellos incluye a los grandes financiadores, al gran capital, al Departamento de Estado y a las fundaciones que desde el exterior buscan acceso al poder en el ámbito internacional. 

“Todos” incluye a los políticos de cualquier país que quiera intervenir en el conflicto. 

“Todos” incluye, por supuesto, a políticos involucrados en puestos represivos durante la actual dictadura del FSLN y la anterior. 

“Todos” incluye a la cúpula corrupta de la Iglesia Católica, no a los obispos perseguidos y a los sacerdotes, abandonados a su suerte por la Conferencia Episcopal y el mismo Papa. 

“Todos”, incluye ––en sus anhelos, en sus declaraciones–– a la cúpula criminal del Ejército. 

“Todos” incluye a los periodistas que buscan suprimir las voces críticas del relajo en el que se manifiesta la voluntad política de los poderosos a través del mundo oenegé y de los “operadores políticos”. Nótese cómo el periodismo al que me refiero muestra a sus patrocinadores la cabeza del padre Vallejos en bandeja. Nótese cómo entregan el caro espacio noticioso a figuras de la falsa oposición, sin cuestionarlas en lo más mínimo, sin hacer las preguntas que todo político debe verse en el apuro de responder. Nótese cómo convierten en héroes a personajes siniestros como el “chino Enoc”, paramilitar confeso, al exmagistrado y aliado de Ortega, durante décadas, en la destrucción de todo embrión de legalidad democrática, Rafael Solís; como ensalzan al diplomático que renunció a su cargo en la OEA, pero después de décadas de servilismo propagandístico. Nótese la falacia del pueril argumento: “no podemos pedirles que no “luchen” contra Ortega”. ¡Como si se tratara de impedir a un adulto que haga lo que considere adecuado hacer, por su interés o el de quien sea! Más bien se trata de la comodidad con la que reciben de regreso a casa al pródigo con el que han, a fin de cuentas, tenido afinidad toda una vida. Se trata de que son implacables con quien se desvía del libreto que los operadores de la oligarquía y lo que el pueblo llama “los MRS” han escrito, pero son amablemente tolerantes, generosos, hasta cariñosos, con quienes se adhieren a este, hayan cometido crímenes o no, hayan sido parte del aparato represor o propagandístico de la represión o no. Este periodismo (que afortunadamente no es todo el periodismo, pero aparenta ser la mayor parte) sabe más de lo que dice. Y dice lo que conviene, o al menos no lastima, a los intereses que lo moldean. Algunos lo hacen por necesidad, otros por codicia. Pero este periodismo, el de quienes con su sesgo (y a veces abiertamente) defienden a la alianza de la “derecha” oligárquica con “los MRS”, sabe perfectamente que los poderes fácticos controlan a la falsa oposición porque disponen de recursos financieros y políticos; y conocen los detalles, muchos de los cuales son públicos–– si no oficialmente, por vox populi. 

Pero los callan, o no los presentan, menos aún, comentan. Prefieren enfilar sus cañones contra quien se acerque, con crítica razonada, a los pecados particulares de los dioses intocables de la mitología “MRS”.

Pueden tolerar la denuncia contra Ortega y contra la codicia del capital; una, porque es el “enemigo en familia”; la otra, porque es el pecado en abstracto, y no el de los pecadores que son sus socios, amigos y patrocinadores. 

¡Pero, toque usted a esos pecadores y verá cómo se desata la jauría!

Es que el “todos” de que hablan es una pandilla, una gavilla que busca llegar al poder, sin cambiar el poder, sin que sea el pueblo el que destruya el poder opresor, sin que sea el pueblo el que construya un nuevo poder.  Por eso, además de oponerse a la lucha por derrocar a la dictadura de turno, se oponen a un proceso democrático Constituyente, en que el pueblo elija, en libertad, a quienes presentarían una propuesta de nueva Constitución, con poder disperso y eliminación de instituciones represivas. Y se oponen a que dicho proyecto sea presentado al pueblo; se oponen a que sea el pueblo quien decida las reglas básicas, constitutivas de un Estado de Derecho, bajo las cuales vivirá, como soberano. 

La pandilla quiere que todo se resuelva en los despachos de los poderes extranjeros, con mediación de los contactos de los milmillonarios o de la antigua “izquierda” y dicen al pueblo que las únicas opciones son resignación, desesperanza, o muerte en una inútil lucha. Mienten, por supuesto. Todo para quedar ellos en libertad de esperar a que Estados Unidos y la oligarquía se decidan a desplazar a Ortega y colocarlos, a ellos, en el poder, junto con el Ejército involucrado en el genocidio.  Todo para que aparezcan de camisa blanca y lenguas tersas hablando cantinfladas revueltas con beatitudes y solemnidades patrióticas que anuncien un presunto “cambio”. 
Todo para que todo parezca cambiar, sin que nada cambie. Si esto ocurre, si los Maradiagas, Chamorros, etc. “los MRS”, los “oenegeros”, y la larga lista de sus secuaces en la falsa oposición suben al trono, preparémonos para un nuevo baile de máscaras, y para nuevas rondas de represión, sangre y miseria. Porque sin un cambio verdadero, radical, quedará viva la matriz, y el monstruo surgirá de nuevo, probablemente de entre ellos, de “la pandilla”, como ha sido el caso ya durante décadas, o, mejor dicho, como hemos aprendido, durante doscientos años.

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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