La “Coalición Nacional”: se repite el ciclo perverso de la política nicaragüense

Juan Rivera
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El único proyecto político que ambas organizaciones han tenido es aspirar al poder político y económico, utilizado como vehículo propagandístico a las víctimas de abril, pero no de guiar y acompañar al pueblo de Nicaragua a través de un proceso insurreccional de lucha cívica y pacífica.

Hoy nació un nuevo partido, «La Coalición Nacional», un proyecto político tradicional que pretende arrebatarle el poder político a Daniel Ortega, utilizando los mismos métodos ya experimentados en las últimas cinco elecciones nacionales, municipales y regionales que dieron como resultado los famosos y polémicos FRAUDES ELECTORALES. Es decir, pretenden obtener resultados distintos, utilizando los mismos métodos.

Un hecho importante de hoy es que tanto La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, como la Unidad Nacional Azul y Blanco, demostraron lo que muchos analistas políticos y críticos en redes sociales han venido denunciando: El único proyecto político que ambas organizaciones han tenido es aspirar al poder político y económico, utilizado como vehículo propagandístico a las víctimas de abril, pero no de guiar y acompañar al pueblo de Nicaragua a través de un proceso insurreccional de lucha cívica y pacífica.

No importan las diferencias de color, logo, lemas y consignas si el modelo político es el mismo heredado desde la colonia, donde unos pocos iluminados deciden el rumbo de todo un país, ignorando las demandas, características y necesidades del pueblo, tales como el paro nacional indefinido, la desobediencia civil, plebiscito, gobierno de transición, entre otras iniciativas expuestas por la ciudadanía.

El año 2020 es preelectoral, de ahí que no se extrañen si en los próximos meses vemos un cambio radical de actitud de los miembros de la Alianza y UNAB por acercarse al pueblo de Nicaragua, en un intento mezquino para conseguir votantes, tal cual hacen los políticos tradicionales. Y luego, frente a un eventual fraude electoral, pedir a las bases territoriales que nuevamente expongan sus cuerpos para «defender» el voto popular, y luego llamar a un nuevo proceso de diálogo donde unos ponen las ideas y otros los muertos, es el ciclo sin fin de la historia política de Nicaragua.