La crisis de la democracia estadounidense

Leonel Arana
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El autor es ciudadano estadounidense y miembro de la iniciativa Nicas por Biden.

Muchos ciudadanos, incluyendo Hispanos-Americanos, apoyan estas acciones por motivos partidistas, ya que se identifican con el Partido Republicano de antaño, sin caer a la cuenta que ese partido ya no existe más, y que se está montando no un gobierno de los Republicanos sino de los totalitarios, que son enemigos de los principios republicanos de libertades individuales.

A la vista de todos, Estados Unidos está dejando de ser un estado democrático con separación de poderes entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, una prensa libre, libertad de expresión y respeto por los derechos civiles de los ciudadanos, tal como lo establece la Constitución, para convertirse en un estado totalitario y represivo, más parecido a Rusia y a China que a la nación que crearon los padres fundadores y en la que hemos vivido hasta ahora.

Vemos que la separación de poderes establecida por la Constitución en estos momentos está siendo erosionada y va en camino a desaparecer, debido a la colusión que se da entre el Ejecutivo de Trump y el Senado, que es la mitad del Congreso, o sea el Poder Legislativo, el que controlado por el Partido republicano ha abdicado su independencia y su obligación de actuar como control y balance del Poder Ejecutivo y se ha plegado totalmente al Presidente Trump. Lo vimos durante el proceso del “Impeachment” o juicio político, en el cual el Senado se negó a llamar testigos, descartaron la acusación sin molestarse en revisar las evidencias, y al final votaron, todos menos uno, por absolver a Trump. Eso lo hicieron a pesar de que tenían en sus manos el informe de los servicios de inteligencia del 2017, el cual se hizo por separado al Informe Muller y al juicio político mismo, que confirmó con datos, nombres, fechas y acciones la intervención de Rusia en las elecciones de 2016, y la colaboración de este, de su campaña y de su familia con los rusos.

El Informe del Senado, que fue coordinado por un senador republicano Richard Burr, no por un demócrata, no deja lugar a dudas y establece la veracidad absoluta del informe de los servicios de inteligencia del año 2017, de que los servicios de inteligencia rusos, dirigidos personalmente por Vladimir Putin, intervinieron en las elecciones de 2016 en favor del candidato Donald Trump, denigrando la imagen de la candidata Hillary Clinton, afectando su elegibilidad, favoreciendo así a Donald Trump. Lo más grave es que tienen la intención y la capacidad para hacerlo de nuevo en el 2020.

Debido a la sumisión total del Senado, que tiene la responsabilidad de aprobar los nombramientos de los jueces, incluyendo a los miembros de la Corte Suprema de Justicia, Trump ahora controla también al Poder Judicial, después de los nombramientos de Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh a la Corte Suprema, por lo cual toda diferencia entre los grupos de poder y los ciudadanos, no importando lo que hayan decidido las cortes inferiores, se resuelve siempre a favor del partido en el poder. Es por eso que todos los casos que llegan a la Corte Suprema relacionados con Derechos Civiles o entre el Estado y los ciudadanos se resuelven casi siempre con una votación  5 a 4 favor de la posición del gobierno. Sin embargo la Corte le dio recientemente a los defensores de los Derechos Civiles una media victoria al mantener la protección a los jóvenes ya inscritos en el DACA  pero permitiendo que Trump le cerrara la puerta a nuevos solicitantes que son mas de cien mil. Con la Corte Suprema controlada por el estado totalitario se pueden vulnerar todos los derechos ciudadanos y de hecho anular el espíritu de la Constitución. El Senado de Trump lleva nombrados a más de 200 jueces afines a su proyecto y tiene en lista 400 más para los próximos meses. Los nombramientos son de por vida.

Con respecto a la prensa libre, que es un derecho ciudadano establecido por la Primera Enmienda Constitucional, la campaña de Trump tiene varios frentes para destruirla. En uno el mismo ataca e insulta a los medios independientes, a los que llama «enemigos del pueblo» y en otro frente los grandes capitales que apoyan el giro totalitario han comprado cientos de estaciones de radio y más de una treintena de periódicos de todo el país. Dichos medios que antes eran libres de expresar sus propias opiniones ahora reflejan la posición de los propietarios de los grandes conglomerados que son sus dueños. Estos conglomerados poseen no una estación de radio, sino cadenas de 900, o de 500 en todo el país y lo mismo ocurre con la prensa escrita. Para citar un ejemplo, el Miami Herald fue por años un diario independiente y sus periodistas ganaron numerosos premios por sus investigaciones. Hace años lo compró el grupo McClatchy, que ya era dueño de 29 periódicos, pero se declaró en quiebra y fue adquirido por un fondo privado de inversiones o “hedge fund”, que ya era dueño de varios otros periódicos entre ellos el National Enquirer por lo que hoy controla a más de 30 diarios. Es decir, lo que escuchan y leen 330 millones de ciudadanos refleja el punto de vista y los intereses de 4 o 5 personas solamente. Goebbels, el Ministro de Propaganda de Hitler lo hubiera envidiado.

El último ejemplo lo estamos viendo en Florida esta semana. Los votantes por mayoría absoluta decidieron en las elecciones pasadas que los ciudadanos que habían sido condenados a penas de cárcel por cualquier delito, grande o pequeño, como andar un cigarro de marihuana en la bolsa, y que ya han cumplido su pena, puedan ejercer el derecho ciudadano de votar. El Gobernador De Santis se opuso a ello y alegó que para poder votar tenían que pagar antes los costos del juicio. Los ciudadanos apelaron y una corte menor decidió a favor de los ciudadanos, pero la Corte Suprema de la Florida, controlada por los republicanos falló en favor de De Santis. Se calcula que 800,000 ciudadanos de la Florida no podrán votar en noviembre debido a esa medida.

Muchos ciudadanos, incluyendo Hispanos-Americanos, apoyan estas acciones por motivos partidistas, ya que se identifican con el Partido Republicano de antaño, sin caer a la cuenta que ese partido ya no existe más, y que se está montando no un gobierno de los republicanos sino de los totalitarios, que son enemigos de los principios republicanos de libertades individuales. Las consecuencias de la pérdida de libertad la van a  sufrir todos en los Estados Unidos, independientemente de su filiación partidaria.

Leonel Arana

El autor es ciudadano estadounidense y miembro de la iniciativa Nicas por Biden.