«La dictadura es consecuencia, no causa»

Circula en las redes, de autor anónimo, un extraordinario video-documental que muestra las entrañas del monstruo dictatorial en Nicaragua. Y no, no son reuniones secretas dentro del FSLN, ni llamadas entre sus militantes que revelen sus planes siniestros y sus miedos. 

El FSLN y sus líderes terroristas aparecen, por supuesto, pero como el puño de hierro, el socio armado, de una clase económica que sacrifica vidas humanas por ganancias financieras, que sacrifica la libertad política y los sueños de generación tras generación de nicaragüenses a cambio de perpetuar su reinado secular. 

No en vano va Nicaragua de dictadura en dictadura, con apenas brevísimos descansos en los que la dictadura se vuelve menos aparente, pero no menos real para la inmensa mayoría de ciudadanos que viven a merced de una oligarquía cruenta.

Esta oligarquía es además incompetente, incapaz de lograr lo que clases económicas poderosas consiguen en otras sociedades: avanzar el desarrollo de la economía más allá de sus áreas de beneficio directo. 

Los actuales representantes de esta clase, los Pellas Chamorro, Ortiz Gurdián, Baltodano, Montealegre, etc., cuentan como siempre con la servidumbre de políticos oportunistas viejos y jóvenes, como los Pallais, Healy, Chamorro, Cruz, Aguerri, Arana, Tünnerman, [¿Granera?, ¿Maradiaga?], y muchos otros [como ciertos jóvenes que parecen darle cómodamente la espalda al Abril que les dio rostro político] que este ciudadano registra y guarda con indignación: por su escaso pudor están dispuestos a servir de fachada a los amos, amos desde la oscuridad.  

Amos desde la oscuridad casi siempre, porque lo que este documental expone es inusual: los amos celebrando en público, defendiendo en público, promoviendo en público la dictadura militar que los ha enriquecido más allá de sus sueños más desbocados. Jactándose, además, de su propio ejercicio de violencia contra el pueblo, como el que cuenta jocoso Carlos Pellas, sobre sus “zopilotes”, su ejército privado, suficientemente poderoso—y amparado políticamente—para desarmar, dice, a mil personas en la zona del Ingenio San Antonio.

Lo de “zopilotes negros” es, para rematar el cinismo, un término ‘bandido’ que—Pellas nos recuerda con deje entre tierno y orgulloso–habría inventado su socio principal, Daniel Ortega Saavedra.  

Ha tenido razón quien llamó y llama a la dictadura de Nicaragua “bicéfala”. Y tiene también razón el analista boliviano según el cual Ortega está en el poder político porque el poder económico del país así lo quiere.  Corresponde a nosotros los nicaragüenses entender las implicaciones de esta realidad y actuar en concordancia.  Una de esas implicaciones, que a mi manera de ver cae del árbol de la verdad como fruta madura, es que no puede esperarse del “gran capital” que “luche” por la democracia, ni puede esperarse al gran capital a que “decida”. Otra es que gente como Pellas tiene—o debería tener, en un Estado de Derecho—cuentas pendientes con la justicia.