“La dictadura no está en capacidad de atender la catástrofe y la reconstrucción”, dicen expertos
Guillermo Cortés Domínguez
El autor es escritor.
Consultados en el más reciente sondeo del Centro de Análisis de la Opinión Pública (Cendaop) los expertos coinciden en que la magnitud de la tragedia y el desastre material dejado por los huracanes “Eta” y “Iota”, es de tan altas proporciones que se requieren planes a lo inmediato, mediano y largo plazo para atender las necesidades urgentes y para la reconstrucción del país, lo cual no está en capacidad de hacer la dictadura orteguista.
El cientista social Roberto José Cajina estima que “los efectos de los huracanes “son devastadoras, en particular para la población indígena (mískitu y mayagna), así como para las otras poblaciones por las que se desplazaron ambos meteoros”. La socióloga Elvira Cuadra aprecia que “los dos huracanes han causado una devastación de alcance nacional y que se extenderá en el mediano plazo. La magnitud de los daños es mayúscula, mucho más que los efectos del Mitch en 1998”.
Para la arquitecta Amelia Barahona Cuadra “el impacto de los dos huracanes tiene dimensiones de catástrofe. Aunque la pérdida de vidas haya sido mínima, los daños materiales, tanto personales como de infraestructura, son gravísimos, especialmente en la región del Caribe, por el histórico abandono gubernamental y la precariedad de su economía”.
Sobre la previsible ayuda internacional, el experto en seguridad Roberto José Cajina, considera que lo primero que debe hacerse es un censo (edad y sexo) de la población afectada, y determinar sus necesidades inmediatas y de mediano plazo para que las iglesias y organismos como la Cruz Roja y ONGs que trabajan en las zonas afectadas, puedan hacer una distribución racional y justa de la asistencia. Por otro lado, afirmó que “dejar que el régimen lo haga no garantiza que la ayuda sea distribuida de forma justa, además que la utilizaría como elemento de propaganda política”.
Organizaciones creíbles deben administrar la ayuda
Para Elvira Cuadra, “la ayuda humanitaria proveniente de organismos externos tiene que ser canalizada a través de instituciones u organizaciones creíbles y transparentes para evitar malversación o favoritismos de parte del gobierno”. Igual debe ser, agrega, para la cooperación que vendrá después para la reconstrucción. Sugiere “controles estrictos para asegurar que efectivamente la asistencia llegue a las personas que en realidad la necesitan sin distingos de ninguna clase”.
Debería existir un plan estructurado de aprovechamiento de la ayuda del exterior en el corto, mediano y largo plazo, estima Amelia Barahona Cuadra, y señala que “las necesidades más urgentes de la población: comida, techo, salud y apoyo para reconstruir lo perdido, son sólo el comienzo de un verdadero plan de recuperación”. En este sentido indica que “Hay que considerar una segunda etapa de inversiones en reconstrucción de infraestructuras y re-planificación de los pueblos devastados”.
También visualiza una tercera etapa “que incluya un plan a largo plazo para el desarrollo económico y atención a la vulnerabilidad de la zona. No se puede seguir poniendo pequeños parches a una situación de precariedad y miseria endémica”. Recuerda que “la confianza en este gobierno es nula”, por lo que este plan y la aplicación de los recursos debería ser garantizado por organismos internacionales especializados.
Dictadura incapacitada, solo le interesa reprimir
La socióloga Elvira Cuadra considera que “el gobierno no tiene voluntad ni capacidad para manejar esta situación porque está empeñado en sostener más la política de represión que en emprender políticas públicas que contribuyan al bienestar de la población”. También señala que el Estado no dispone de fondos para atender este tipo de situaciones y el aparato gubernamental es ineficiente. Concluye en que el desastre provocado por los huracanes se convierte en “una fragilidad más para los Ortega-Murillo”.
Este gobierno no tiene ni capacidad ni voluntad para aplicar ningún plan nacional de prevención y mitigación de desastres que garantice una adecuada respuesta a situaciones de crisis y un manejo transparente de los recursos financieros, afirma la arquitecta Amelia Barahona Cuadra, quien hace ver que hay una desconfianza profunda del pueblo hacia estos políticos corruptos y la certeza de que la corrupción prevalecerá en medio de todos los desastres que nos aquejan. Finalmente, afirma que “la dictadura únicamente vela por su permanencia en el poder a costa de su propio pueblo”.
El cientista social Roberto José Cajina es categórico en cuanto a que “la dictadura no está en capacidad de administrar la presente situación de Nicaragua porque la ayuda que venga no hay duda de que se la robaría”. Además, no tiene recursos propios para atender la catástrofe.