La encuesta mentirosa de Cid Gallup, y cómo las élites quieren crear una realidad a su medida

<<Lo disparatado de los “datos” que arroja la encuesta, y la incoherencia entre algunos de ellos sugiere que el “estudio” ha estado sujeto a una manipulación peor, burda y malintencionada.  Una manipulación que intenta “crear realidad”, más que descubrirla. Una manipulación en la que lo importante son los nombres que están en los dos primeros lugares, declarados “científicamente” los “preferidos” de los nicaragüenses: Félix Maradiaga y Cristiana Chamorro. Ah, y, en cuarto lugar, sufriendo la humillación de que el tercero lo entregaran al genocida Fidel Moreno, el primo hermano de la segunda, Juan Sebastián Chamorro.>>

En el baile de máscaras (así llama a la política nicaragüense nuestra gran escritora Daisy Zamora), la imaginación no tiene límites. Hacen lo que haga falta para intentar someter al pueblo a través de la manipulación; mienten y desmienten, y lo que no saben lo inventan. Los mismos políticos que, cuando se trata de la lucha por la liberación de Nicaragua, predican apasionados el evangelio del nosepuedismo, se vuelven audaces y ágiles ––aunque torpes–– si se trata de andar cerca para ver qué cae de la piñata, cuando esta caiga sola o la boten otros. 

Digo lo que he dicho a manera de exhalación, frustrado de ver tanta indecencia, tanta corrupción. Lo digo después de ver, en el programa Esta Semana, de Carlos Fernando Chamorro, una entrevista inverosímil sobre una encuesta inverosímil con resultados inverosímiles. Inverosímil: que no ofrece carácter alguno de verdad. Inverosímil, porque hay que cerrar los ojos, los oídos, y apagar la mente para creerlo. Como en un baile de máscaras surrealista.

Empecemos por los resultados. 

¿Puede tomarse en serio una encuesta que dé “empate” en opiniones favorables y desfavorables para Monseñor Rolando Álvarez y el “canciller” Denis Moncada? ¿Puede tomarse en serio una encuesta en la que Monseñor Rolando Álvarez sea menos respetado y popular, particularmente en términos netos, que la alcaldesa de la dictadura actual en Managua? ¿Puede tomarse en serio una encuesta en la que el tercer lugar, en cuando a opiniones favorables de la ciudadanía, corresponda al operador paramilitar de la dictadura y poder tras el trono en la alcaldía de Managua, Fidel Moreno? ¿En serio? Y hay más, mucho más. 

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¿Alguien puede creer que el líder campesino Medardo Mairena, múltiples veces prisionero político, torturado y desterrado sea, en términos netos, menos popular que el jefe del Ejército de la dictadura, Julio César Avilés?  Y, bueno, ¿alguien puede creer que, en cuanto a “opiniones favorables” al menos, Rosario Murillo y Daniel Ortega, con 32% y 31%, respectivamente, le “pisen los talones” a Mairena y a Monseñor Álvarez, con 34% y 35%? 

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Aparte de los falsos rayos X de la popularidad de los personajes públicos, esta fraudulenta encuesta tiene incoherencias internas (así es la mentira, incoherente), y otros “resultados” que caen también dentro de la categoría de “inverosímil”, que lo hacen a uno exclamar, a cada paso: “¿en serio?”. Una de ellas es que el 49% de los nicaragüenses considera la gestión presidencial del dictador de turno entre “regular” y “muy buena”. O sea, según el “consultor político” que dirige la “encuestadora”, prácticamente la mitad de los nicaragüenses dirían que el “Presidente” está entre aceptable y regio; lo digo así para reír, y no llorar.  

¿Y cómo justifican metodológicamente estos resultados absurdos? Lo hace el “consultor político” de Cid Gallup presentando, a un impasible Carlos Fernando Chamorro, la metodología del absurdo. Según el “consultor político”, buscaron una muestra “aleatoria”, o sea, al azar, de alrededor de 1250 personas mayores de 16 años. ¿Cómo? Llamaron, “al azar”.  

Confiesa, el señor “consultor”, que tuvieron que llamar entre 9 y 10 personas para conseguir un “respondiente”, es decir, alguien que aceptara hablar con el encuestador. O sea, casi nadie quiso responder: apenas 10% de los potenciales entrevistados aceptaron decir una palabra.  No debería ser necesario explicarles a los señores de Cid Gallup que en Nicaragua reina el terror. “Eso no es problema”, explica, palabras más, palabras menos, el “consultor”, sin que el impasible Carlos Fernando lo cuestione, porque “los llamamos desde un celular de Costa Rica, y una vez que ya hablamos con ellos, ya saben que la conversación es absolutamente confidencial.  Una vez más, el escenario idílico que describe el hombre de la CID Gallup es, como sabemos, pura ficción.  

¿A quién se le ocurre que un ciudadano común, en la Nicaragua aterrorizada desde la que huyen cientos de miles, va a recibir en su celular una llamada de alguien que no conoce, y va a informar a esa persona de sus opiniones sobre el régimen? 

En el mejor de los casos los respondedores serían un grupo autoseleccionado, que se siente menos en peligro, que está por tanto dispuesto a compartir sus puntos de vista. ¿Puede el lector imaginarse de quienes se trataría? De ser así, y este es, repito, el mejor de los casos, el sesgo sería suficiente para descalificar la encuesta. 

Pero lo disparatado de los “datos” que arroja la encuesta, y la incoherencia entre algunos de ellos sugiere que el “estudio” ha estado sujeto a una manipulación peor, burda y malintencionada.  Una manipulación que intenta “crear realidad”, más que descubrirla. Una manipulación en la que lo importante son los nombres que están en los dos primeros lugares, declarados “científicamente” los “preferidos” de los nicaragüenses: Félix Maradiaga y Cristiana Chamorro. Ah, y, en cuarto lugar, sufriendo la humillación de que el tercero lo entregaran al genocida Fidel Moreno, el primo hermano de la segunda, Juan Sebastián Chamorro. 

Validando todo este ejercicio de manipulación, un espectáculo verdaderamente desafortunado, el hermano de Cristiana y también primo de Juan Sebastián. Desafortunado e inexcusable espectáculo, porque, si no se trata de su intención, y si no tiene el entrenamiento para tirar a la basura, como corresponde, el mamotreto fraudulento de Cid Gallup, el director de Esta Semana estaba en la obligación de procurar consejo de un profesional de la estadística. O salir a las calles, hablar con la gente desterrada, preguntarles, él mismo, las preguntas que haga falta preguntar.

Nosotros haremos las que haga falta, y denunciaremos todos estos intentos de manipulación que buscan poner en su sitio las piezas de la restauración de la estabilidad del sistema de poder dictatorial, con o sin los apellidos de los dictadores de turno. 

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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