La incapacidad del gobierno de Nicaragua
Alejandro Alemán Rivas
La mayoría de los países de América Latina han sido afectados por la pandemia global del COVID-19. Las afectaciones y contagios del virus han sido variadas en los países de América Latina, por la diversidad de características entre países y ciudades, como la densidad y movilidad de su población.
En Nicaragua todos hemos sido testigos, a través de los distintos medios de comunicación a nivel nacional e internacional, de las consecuencias que conlleva la pandemia COVID-19. Por ello, es necesario e importante guiarnos por las recomendaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En su constante trabajo para responder y contrarrestar a esta pandemia el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Adhanom Ghebreyesus, manifestó una advertencia expresando que “el peor momento está por venir”.
Pese a esto, las medidas tomadas por el gobierno de Nicaragua para enfrentar el virus han sido mínimas e ineficientes. El gobierno de Nicaragua en su intento de crear normalidad no ha sido capaz ni siquiera de lanzar un plan efectivo de distanciamiento social para evitar el contagio como lo recomiendan los expertos.
Cabe resaltar que en materia comunicacional la autocracia nicaragüense no esperaba que esta pandemia le viniera a interrumpir su agenda político-mediática de mentiras clientelistas que emiten en sus discursos y medios de comunicación oficiales.
Recordemos que antes de que el COVID-19 se declarara pandemia, Nicaragua estaba sumergido a partir de abril de 2018 en una crisis política, económica y social, lo que para el gobierno significaría entrar en otra crisis, pero en este caso sanitaria. Desde abril de 2018 el país manifestó su despertar de conciencia frente a las injusticias inhumanas del gobierno sandinista hacia la población. Ese mismo despertar autoconvocado nos ha llevado a tomar nuestras propias medidas de autoprotección y autocuidado para prevenir los contagios.
Es utópico pensar que nuestro sistema de salud pueda responder a esta pandemia, cuando en años anteriores no ha sabido responder a los padecimientos habituales que afectan a la población, como por ejemplo el Dengue; todo esto, porque el Ministerio de Salud al momento de realizar una campaña para prevenir el dengue, prefiere resaltar la imagen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en sus panfletos, en vez de emitir el verdadero mensaje de prevención y cuido.
Nicaragua es un país lleno de incertidumbres, con una administración pública que lo evidencia por su incapacidad de Gobernanza. En estos momentos es importante tomar decisiones muy acertadas porque nuestras vidas están en juego, es inhumano por parte del gobierno no enfrentar con la debida responsabilidad esta crisis sanitaria.
No podemos esperar de su parte que emitan cifras correctas y noticias claras, cuando en la rebelión cívica iniciada en abril de 2018 el mismo presidente de la Republica negó los asesinatos por parte de la Policía Nacional y grupos armados afines al partido de gobierno, aun sabiendo que existían informes, imágenes y videos que lo evidenciaban.
Las redes sociales, durante las protestas de abril, fueron el peor enemigo de la dictadura, porque las noticias de asesinatos y constante violación de derechos humanos emanaban de la misma población autoconvocada en las calles.
En medio de esta crisis sanitaria que no ha querido reconocer el Gobierno, las redes sociales tienen que estar a la vanguardia de la información frente a la crisis, e insistir en la comunidad nicaragüense el peligro que representa la pandemia para nuevamente distinguirnos y demostrar el verdadero poder que tiene el pueblo, y podamos expresar libremente los mensajes de cuidado y protección para evitar contagios del COVID-19.