La infame propaganda trumpista contra los nicaragüenses que huyen de Ortega
A pesar de que, por desventura, nos ha tocado familiarizarnos con el espíritu deshumanizante de la propaganda trumpista, llega un meme que nos toca particularmente y nos lastima, como nicaragüenses, la sensibilidad humana.
Se trata de un montaje (mostrado arriba), que representa, en figura animal (dos perros) a nuestros compatriotas que lograron salir del infierno orteguista gracias al programa de “parole” que instituyó la administración Biden-Harris.
Los “paroleros”, como despectivamente describen a nuestros más recientes exilados, sonríen felices cuando les preguntan sobre Ortega y Murillo, y enfurecen cuando “les preguntan de Trump”. Es decir, no solo son ingratos, sino que más bien son “enemigos” de Estados Unidos: los “paroleros” son en realidad orteguistas que el gobierno del presidente Biden ha “infiltrado” en el país que gobierna.
Qué infamia esta, qué infamia: revela la bajeza moral en la que el trumpismo fermenta su odio. Y qué crueldad, la de marcar con el hierro de la injuria a gente que huye desesperada de la peor tiranía de nuestra historia.
Lo peor, lo más hiriente, es que esta propaganda que, en el más típico estilo nazi, animaliza al supuesto enemigo, al “otro”, a quien representa una presunta amenaza, al advenedizo que se aprovecha del país anfitrión, es distribuida por compatriotas de los infortunados “paroleros”. El viejo adagio: “no hay peor cuña que la del propio palo”.
Pese a la experiencia, quienes todavía recordamos los ––para el trumpismo––anticuados parámetros de la decencia y el respeto a la dignidad humana, seguimos enfrentando estas atrocidades morales con sorpresa: ¡¿cuánto más es posible denigrar y denigrarse?!
Humberto Belli y el andamiaje del odio y la mentira
Lo mismo habría que preguntar acerca del orondo exministro de Educación de Nicaragua (no sé si deba uno contemplar la ironía del título o entender el fracaso de su misión), quien como “intelectual” de la falsa oposición en Nicaragua es uno de los ideólogos de un golpe de Estado “cívico”-militar y defensor de los generales genocidas (“El pueblo es injusto con el Ejército”, ha escrito) cuyo propósito sería rescatar el sistema que la insurrección cívica de Abril puso en jaque.
Hay que preguntarlo, porque el Sr. Ministro, otrora militante de lo que hoy llama “extrema izquierda” empeña sus energías en desplegar, como un proyectil, la narrativa falsa con que el trumpismo busca atravesar el corazón de la democracia—antes intentó cortar su yugular impidiendo, por primera vez en casi 250 años de historia, la sucesión constitucional pacífica.
Hay que preguntarlo, y aunque quede en el aire flotando la respuesta, de esta manera podremos hacer inventario, entre las palabras del Ministro, de las falsedades que constituyen la Gran Mentira.
El empresario “fiera” y la ley
“Fiera”. El término calza holgado en la bravuconería machista de compadres de tragos; es poco usual en el tenor analítico del que presume Belli. Sin embargo, de manera inintencional describe la conducta en estado natural del líder del trumpismo en su hábitat: la fiera devora a quien se cruce en el camino hacia sus metas; para ella, no hay más ética que la de sobrevivir en un juego de suma cero; es decir, si la bestia no mata, no come.
Y así va dejando víctimas en el camino. “La fiera” que el ministro idolatra va dejando un rastro de huesos y destrucción en la sociedad, especialmente en el mundo de los negocios (y ahora en los asuntos públicos).
Es un rastro tan escabroso que la conocida, y muy conservadora revista Forbes, se ha visto en la necesidad de crear una bitácora especial, dedicada a dar seguimiento a la multitud de demandas civiles y acusaciones criminales, muchas de ellas activas, que marcan la ruta del crimen trumpiano. Los crímenes son de una diversidad pasmosa y de una frecuencia y regularidad digna del más reputado bandido de profesión.
La lista de Forbes es, por supuesto, una lista parcial, y en algunos casos no incluye el resultado de los litigios, porque con frecuencia estos se “solucionan” a través de contratos en los cuales el acusado paga para retribuir los daños que ha causado y recibe a cambio una promesa vinculante de confidencialidad.
Para los interesados, dejo aquí un par de enlaces a la mencionada revista:
Debería estar de más subrayar que Forbes es una publicación cuyas credenciales ideológicas no podrían ser más impecablemente favorables al conservadurismo de las grandes fortunas; es decir, nada que los seguidores de “la fiera” puedan, si es que alguna seriedad habrá en sus caracterizaciones, llamar “de izquierda”.
Incluyo ahora, apenas como un tente en pie, algunas de las más sonadas estafas por las cuales “la fiera” ha sido llevada a corte y obligada a responder:
- Estafa a estudiantes de la fraudulenta Universidad Trump (Trump University): Este caso resultó en una demanda colectiva por fraude en la que se acusó a la Trump University de prácticas engañosas. En 2016, Trump acordó un pago de $25 millones para resolver el caso sin admitir culpa, para evitar seguir en un largo proceso judicial.
- Estafa a donantes de la fraudulenta Fundación Trump: La Fundación Trump también enfrentó una demanda por parte del Fiscal General de Nueva York, alegando que la organización benéfica violó las leyes, utilizando fraudulentamente, para propósitos diferentes de lo prometido, los fondos recaudados. En 2019, Trump pagó una suma de $2 millones como parte de un acuerdo. La fundación tuvo que clausurarse.
- Las quiebras rutinarias para evitar pagos a acreedores: a través de los años, los casinos de Trump en Atlantic City enfrentaron numerosas dificultades financieras, resultando en múltiples quiebras que atrajeron escrutinio y abundantes críticas sobre su manejo financiero, incluyendo la práctica frecuente de negarse a pagar el 100% de lo acordado a proveedores de menor poder económico e influencia política.
- Estafa a compradores de apartamentos en edificios de Trump: Los compradores de condominios en el Trump Soho demandaron al Grupo Trump, alegando que se les había engañado sobre las tasas de ocupación del edificio. El caso se resolvió en 2011 con un acuerdo confidencial.
- Explotación de inmigrantes indocumentados por la agencia Trump Model: Esta agencia de modelos fue objeto de una investigación por prácticas laborales, incluidas acusaciones de que empleaba modelos extranjeras que trabajaban en los EE. UU. sin visas adecuadas.
- Fraude fiscal: En 2021 el Fiscal de Distrito de Manhattan acusó a la Organización Trump y a su Director Financiero, Allen Weiselberg, de conspirar para defraudar al Estado durante al menos 15 años. El esquema incluía la creación, dentro de las empresas Trump, de un registro financiero falso: en los documentos presentados a las autoridades fiscales, se indicaban salarios y beneficios menores de los reales a los ejecutivos de la corporación, quienes secretamente recibían automóviles de lujo, viviendas gratis y matrículas escolares. Ante la evidencia, el Director Financiero aceptó responsabilidad por 15 acusaciones, y recibió sentencia monetaria y de cárcel. El juicio contra la propia Organización Trump acerca de estos mismos cargos concluyó en un veredicto el 6 de diciembre de 2022; la compañía fue declarada culpable de todos los cargos relacionados con el fraude fiscal.
- Estafa a particulares que se inscribieron en cursos fraudulentos de Bienes Raíces organizados por Trump: Hubo varias demandas relacionadas con seminarios inmobiliarios patrocinados por Trump donde se alegó fraude y prácticas engañosas. Varios de estos casos se resolvieron fuera de los tribunales.
Esto es apenas una historia parcial del camino de “la fiera” que según el ministro lo acredita como un ejemplar hombre de negocios que habría amasado lo que llama, errando unidades, “billones”. También Ortega, y Pablo Emilio Escobar Gaviria, y Al Capone, tendrán estatuas en el Panteón del Ministro. Todos son “fieras” que han amasado “billones” con su natural talento para los negocios, y sin los frenos que se requieren para vivir en la decencia.
Más aún, hay que considerar lo siguiente. Las habilidades de estas “fieras” son tan afiladas, y su sentido moral tan chato, tan carente de empatía, que tarde o temprano dejan una estela de destrucción y sufrimiento. Hay quienes ganan y se benefician, por supuesto: los allegados.
Y algo más: aunque se tratase de “fieras buenas” el exministro olvida que una nación no es una empresa, y para gobernar un Estado las virtudes y habilidades necesarias son totalmente distintas. En una empresa, por ejemplo, el administrador tiene como objetivo alcanzar el máximo beneficio neto. Si para ello tiene que despedir empleados, dejarlos en la calle o en la penuria, así sea. Pero, un Presidente, ¿puede “despedir” a sus ciudadanos improductivos? Esa idea es eugenésica, hitleriana, para ser más preciso: solo en la Alemania nazi se ha puesto en práctica esa lógica, eliminando a los discapacitados.
El punto central es que administrar la cosa pública, especialmente si se aspira a la libertad y a la democracia, requiere habilidades que pasan por la empatía, el respeto a los derechos legales y tradicionales, y el respeto a la ley, virtudes de que las fieras, en particular “la fiera” que el exministro Belli ensalza, a todas luces carecen.
De hecho, la relación de “la fiera” con las mujeres y su disposición a sacrificar la vida de inocentes para hacerse publicidad, son dos dimensiones de este asunto que ejemplifican su falta de cualidades morales para el cargo de Presidente. Veamos esta muestra, apenas dos ejemplos entre muchos: las violaciones sexuales y el tristemente célebre caso de “Los cinco del Parque Central de Nueva York”.
Las violaciones sexuales contra mujeres
Donald Trump ha enfrentado múltiples acusaciones de conducta sexual inapropiada, incluidas varias denuncias de agresión sexual. A lo largo de los años, más de una docena de mujeres ha acusado a Trump de abuso sexual. Trump ha negado ante los jueces todas las acusaciones, aunque se ha jactado, en conversaciones privadas que fueron grabadas y difundidas en 2016, de tocar sexualmente a mujeres que de alguna manera estuvieran sometidas a su poder, de las cuales ha dicho que “si uno es estrella, a ellas les gusta que uno las manosee su sexo”.
Trump ha resuelto privadamente algunos de los casos, haciendo pagos a cambio de finalizar demandas o guardar silencio, pero en 2023 un jurado encontró a Trump responsable de abuso sexual y difamación en contra de la escritora E. Jean Carroll, a quien ordenó pagar 5 millones de dólares. El juez afirmó que, aunque los tecnicismos de la ley se resolvieran en un juicio de responsabilidad civil, y no penal, no cabía duda de que “la fiera” había violado sexualmente a la demandante.
Trump y su búsqueda de la pena de muerte contra cinco inocentes (el caso de Los cinco del Parque Central)
El caso de Los Cinco del Parque Central de Nueva York (los «Central Park Five») se refiere a la condena errónea de cinco adolescentes afroamericanos e hispanos acusados en 1989 de la violación y agresión de una mujer que hacía jogging en el Central Park de Nueva York. Los jóvenes, de entre 14 y 16 años, fueron capturados y obligados bajo coacción a confesar un crimen que no habían cometido, en extensos interrogatorios policiales sin la presencia de abogados o tutores. La cobertura mediática del caso fue intensiva y sensacionalista, exacerbando tensiones raciales. Donald Trump, entonces ya un conocido empresario, publicó anuncios de página completa en varios periódicos de Nueva York pidiendo la reinstauración de la pena de muerte para estos jóvenes, lo cual intensificó la presión pública sobre el sistema judicial, por lo que, a pesar de la falta de evidencia física que los vinculara con el crimen, los «Central Park Five» fueron condenados y pasaron entre seis y trece años en prisión. En 2002, Matías Reyes, un violador en serie, confesó ser el autor de la agresión, y su ADN coincidía con las pruebas existentes en la escena del crimen. Esto llevó a la exoneración de los cinco hombres.
¿Se retractó Trump, como haría cualquier persona de bien? Por supuesto que no. “La fiera” continuó sosteniendo su postura original. En años posteriores, cuando se le preguntó a “la fiera” sobre el tema, mantuvo su posición de que el grupo no era inocente, señalando sin pruebas específicas que pensaba que todavía podrían haber estado implicados en otros delitos esa noche.
El resto del andamiaje de mentiras: “¿a quién vas a creer, a mí, o a tus propios ojos?”
Tomaría un texto de mucho mayor espacio y tiempo para cubrir en detalle todos los aspectos de la narrativa falsa que componen La Gran Mentira, y que por supuesto, incluyen la mayor de todas: que el actual candidato Republicano fue despojado ilegalmente de su victoria en las pasadas elecciones.
Pero la frase que encabeza esta sección, parte de un diálogo humoroso de los hermanos Marx, es la referencia perfecta a lo que ocurrió después de la derrota del trumpismo, y del intento, insólito en la historia estadounidense, del Presidente en funciones de permanecer en su cargo por la fuerza. ¿Por qué? Pues, porque todos lo vimos, en vivo, por todos los medios, y se examinó posteriormente en detalle minucioso en el Congreso, donde inicialmente incluso políticos que luego cobardemente regresaron, rabo entre piernas, a besar el anillo del “ungido de Dios”, denunciaron los hechos. “Ya basta, ¡hasta aquí llegamos!”, “El Presidente Trump es culpable de esta asonada”, clamaban líderes Republicanos, desde el Senador Graham hasta el propio líder del partido en la cámara, el Senador Mitch McConnell. Y es que lo visto, nunca visto antes, fue estremecedor: una turba enardecida, enviada en discurso público por el todavía Presidente, invadió por la fuerza el Capitolio, causó muertos y heridos entre las fuerzas policiales, defecó en los pasillos, causó estragos en las oficinas de los electos del pueblo estadounidense, y no se retiró sino hasta que, horas más tarde, con gran reticencia y bajo enorme presión, Trump los invitara a “irse a casa”. “Los queremos mucho”, dijo para rematar.
Esto, que es un ataque directo a la institucionalidad democrática, debería bastar a cualquier ciudadano que diese valor al Estado de Derecho y a la libertad para descalificar de cualquier puesto de poder, especialmente la Presidencia, a los protagonistas de semejante barbarie.
Para muchos no lo es. Obnubilados como están, despertados en ellos los peores y más violentos instintos del ser humano, azuzados constantemente por la propaganda del terror, sencillamente niegan lo que sus propios ojos ven.
No deja de sorprender que el exministro, y otros como él, que se rasgan las vestiduras por el sufrimiento de Nicaragua en manos de un tirano, apoyen al movimiento que en su país de refugio –nuestro país de refugio—ha cometido todos estos desmanes y amenaza con más.
No se cansan de repetir el libreto de la Gran mentira: falsedades evidentes, que solo abandonando todo escrúpulo pueden repetirse, divulgarse para agitar políticamente.
El exministro Belli, por ejemplo, miente arteramente, muestra una deshonestidad descalificadora cuando afirma que el partido Demócrata favorece el aborto hasta los nueve meses. Ningún político, ni ningún partido, en ningún momento, ha propuesto semejante barbaridad. Lo aberrante es que el Sr. Belli, que lo sabe, y otros acólitos de la causa, como uno con quien coincidí en el programa del respetado periodista Luis Galeano, el Sr. Jaime Arellano, repitan impúdicamente una afirmación que saben falsa.
Como falsa es, y ellos saben (y si no lo saben verdaderamente hay que preguntarse qué es lo que saben) que es absolutamente falsa la fábula gótica, terrorífica, de que los Demócratas están detrás de un plan siniestro para que los menores vayan a la escuela siendo de un sexo y “regresen” a casa “transformados” en otro. Semejante desatino, repetido constantemente, inocula en los incautos, sino el temor al evento en sí, la incertidumbre sobre qué conspiraciones ocultas hay entre maestros y políticos que no sean trumpistas.
Y hay, y tendrá que dejarse por el momento sin pixelar, mucho más, que apenas mencionaré. Tanto Belli como Arellano, ambos comprometidos en conspiraciones anti-democráticas para reemplazar en el poder a Ortega, sufrieron la ira paranoica de este, y fueron a caer, uno en prisión, ambos en el exilio extendido a ellos por la administración Biden-Harris. Una vez dentro del país refugio, se unen a la jauría anti-extranjera que grita, a coro con Trump, que los inmigrantes son “alimañas” (vermin), que los venezolanos, asolados por la dictadura que instaló un sujeto de quien Trump pareciera clonado, vienen a sembrar el terror; que los haitianos, según ellos “ilegales” en el país (lo cual es falso) recorren las calles de Youngstown, Ohio, se roban las mascotas del resto de la población y se comen a “perros y gatos”.
Tampoco tienen ningún empacho, tanto Arellano como Belli, en mentir abiertamente acerca de la postura de la Iglesia católica sobre las elecciones. El Sr. Arellano mintió públicamente, en el programa de Luis Galeano, al decir que “el representante oficial de la Iglesia Católica en Estados Unidos” había llamado a “votar por el partido Republicano.” Eso es una mentira descarada. El propio Papa, contemplando desde su perspectiva un dilema moral, se ha abstenido de sugerir un voto específico, y ha hecho lo que la Iglesia posconciliar tiende a hacer: dejar al laico sopesar, en su conciencia, la elección de gobernantes. Pero hay un detalle que hace más nefastas y torcidas las afirmaciones de Arellano. Hubo, de hecho, una carta a los católicos a votar por el candidato Republicano. En una “Carta abierta a los estadounidenses” de corte fanático-medieval, en la que afirma que hay que votar en contra de “un monstruo infernal que obedece a Satán”, Carlo Viganò, en un tiempo Nuncio de la Santa Sede en Washington llamó a los católicos a apoyar a Trump. Pero esto no es el llamado de la Iglesia, sino todo lo contrario: Viganò no es siquiera miembro de la Iglesia Católica; su acto es una impostura, por el sencillo hecho de que la Iglesia ha confirmado su excomunión, su expulsión. Arellano sabe esto (y, de nuevo, si no lo sabe, mientras afirma sus credenciales de periodista, uno tiene que preguntarse qué es lo que sabe). Por tanto miente, y hace lo que hacen muchos demagogos y sus serviles: manipular la fe religiosa de la gente de bien.
Mienten también (lo hace el exministro por escrito) cuando hablan de la derrota del movimiento fundamentalista ISIS como “obra de Trump”. El triunfo, necesario y valioso, fue producto de una campaña de muchos años arrancando bajo la presidencia de Obama, y en coalición entre el Ejército de Estados Unidos y fuerzas de diferentes países aliados. En otras palabras, la decisión de acabar con ISIS por la vía de una invasión militar fue tomada por el gobierno estadounidense bajo Barack Obama, y continuada como una política de Estado legítima hasta su conclusión.
Esto, y mucho más, representa el andamiaje de la mentira en un edificio de falsedades que no solo pone en peligro la estabilidad democrática de Estados Unidos y del mundo. No hay que olvidar la amistad Trump-Putin y la defensa que ha hecho el candidato Republicano de su socio ruso, así como la hostilidad que ha manifestado, no solo a la defensa ucraniana de su soberanía, sino a la alianza político-militar de Estados Unidos con la Europa democrática que sostiene la defensa contra el imperialismo ruso.
Los Belli, Arellano y otros inescrupulosos, en busca de favor por parte de políticos locales, no tienen, parece, ningún obstáculo moral en participar de tal manera en una empresa autoritaria. Por eso, pase lo que pase en las elecciones de Estados Unidos, dos cosas deben quedar claras: la lucha contra el movimiento trumpista necesita continuar hasta derrotarlos contundentemente, por la libertad; otra es que los nicaragüenses que queremos democracia debemos tomar nota del comportamiento de estos personajes, que dan la espalda a sus compatriotas, y dan la espalda a la libertad.
Tratemos de impedir que este martes ganen los autoritarios. Hay que salir a votar contra el trumpismo. Aunque no seamos fieles devotos (no lo debemos ser nunca) del otro partido. Lo importante es preservar la oportunidad de votar y vivir en paz.
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.