La lógica autoconvocada

Fidel Ernesto
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«La posibilidad del cambio cultural de nuestra política y de nuestra sociedad se dará en la medida en que sigamos siendo esos autoconvocados que salieron a cambiarlo todo a las calles, y cuando asumamos como una actitud vital, diaria y permanente las ideas fundamentales de aquel abril hermoso y sangriento a la vez».

Las posibilidades de la autogestión y de la autoconvocatoria en Nicaragua como un modelo real de hacer política, de organización horizontal y real sin intermediación de partidos y politiqueros son muchas y evidentes. 

¿O acaso no hemos visto a excarcelados y excarceladas vendiendo artesanías en diferentes pueblos y ciudades pese al asedio policial, emprendiendo negocios en el exterior o en sus calles? 

¿A excarceladas políticas promoviendo la donación de útiles y libros escolares para apostar por una educación gratuita, de calidad, solidaria y con un marcado acento de respeto a los derechos humanos?

¿No hemos visto a los nicas en el extranjero, a los artistas o al exilio promover actividades culturales para financiar posteriormente la resistencia y apoyar en la medida de las posibilidades a quienes han salido del país de manera traumática e intempestiva?

¿No hemos leído y comentado, pues, sobre nuevos medios de comunicación que no necesitan publicitar a bancos, a empresas de corruptos, a instituciones del Estado para poder existir, dar una opinión y publicar a las personas que históricamente se les ha negado el derecho a ser publicados en periódicos o ser entrevistados en noticieros?

¿No hemos visto a las madres de abril y a las víctimas socorrerse mutuamente sin necesidad de entregar la bandera de la justicia, de la verdad y de la reparación a ningún partido, a ninguna organización o a ningún grupo?

¿No sigue habiendo estudiantes que, a pesar de ser expulsados, borrados sus expedientes o seguir en asedio permanente, mantienen la lucha por la autonomía universitaria y continúan la agenda estudiantil por encima de recetas electoreras?

O lo más evidente de todo: ¿no vimos la solidaridad organizada en torno al apoyo de las universidades, los tranques, las iglesias, los movimientos de barrio, de campesinos, de mujeres, de presos y presas políticas, de nicas en el exterior, con dinero, con gallopinto, con ropa, con pasaje de autobuses, con techo y colchón?

Son muchas experiencias de autoconvocatoria y autogestión que el pueblo de Nicaragua, maestro de sí mismo, ha realizado sin necesidad de que venga ningún teórico, ni ningún ideólogo o político a problematizar, capitalizar o teorizar sobre ese asunto.

La posibilidad de una Nicaragua autogestionada y de una Nicaragua autoconvocada son reales, están aquí, ya llegaron; solo debemos potenciarlas cuando los políticos y algunos medios de comunicación «independientes» están más interesados en agendas propias de sus organizaciones y sus «liderazgos».

La riqueza pragmática y teórica que ha creado la Insurrección de Abril en torno a los modelos de autoconvocatoria y autogestión son cada día más evidentes, pero también cada vez más atacadas por quienes siempre han necesitado de cheques y de salarios para hacer «política». 

Por lo tanto, la victoria de un cambio de modelo en el corto o mediano plazo se dará en la medida en que sigamos apoyando esta manera de hacer política solidaria, humana, apartidista, desinteresada y horizontal en todos los espacios de nuestra sociedad.

En conclusión, la posibilidad del cambio cultural de nuestra política y de nuestra sociedad se dará en la medida en que sigamos siendo esos autoconvocados que salieron a cambiarlo todo a las calles, y cuando asumamos como una actitud vital, diaria y permanente las ideas fundamentales de aquel abril hermoso y sangriento a la vez. 

Eso sí, con la premisa de hacerlo cada vez más hermoso y menos sangriento, cada vez más ético y menos oportunista, más horizontal y menos jerárquico, más agarrados de la mano y menos estirando la mano para cobrar por ser activista, porque se corre el riesgo de volver a repetir «el ciclo Nicaragua».